La llama olímpica de Buenos Aires 2018, de visita en el diario LA NACION
En la mitología griega, la llama olímpica simbolizaba el fuego que Prometeo robó a los dioses y se lo regaló a la humanidad. En la celebración de los Juegos Olímpicos Antiguos, esa llama estaba siempre encendida. Este símbolo fue introducido nuevamente en los Juegos modernos, precisamente en los Juegos de Amsterdam 1928.
La llama olímpica llegó hace una semana a la Argentina porque aquí se celebrarán los Juegos Olímpicos de la Juventud del 6 al 18 de octubre. Recorrerá 14 mil kilómetros y alcanzará el punto más austral en su historia (antigua y moderna): la Antártida. Mientras tanto, está en Buenos Aires y este miércoles llegó a la redacción del diario LA NACION, acompañada por el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta , y el presidente del Comité Olímpico Argentina (COA), Gerardo Werthein . Ambos son los principales dirigentes del Comité Organizador que conformó el COA junto al gobierno de la Ciudad para organizar los Juegos. El estado porteño es el encargado de la financiación del evento olímpico deportivo más importante que albergará la Argentina hasta el momento.
El fuego está siempre encendido, inclusive en un avión
¿Qué particularidades tienen esa antorcha y ese fuego al que siempre envuelve un halo de misterio? "Vino a la Argentina en un cofre cerrado, con una lámpara especial que está especialmente diseñada para subir a cualquier avión. El fuego no se apaga nunca, jamás", explica a LA NACION Leandro Larrosa, el CEO del Comité Organizador. "Todo esto tiene un procedimiento particular. Hay dos lámparas que están siempre encendidas para mantener ese fuego. Se las recarga permanentemente con una parafina líquida que aguanta entre 15 y 16 horas. Después, desde esas llamas se empiezan a prender las diferentes antorchas. Pero el fuego es siempre el mismo", agrega Larrosa.
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