La peculiar confesión de Gaspar Servio: jugaba en River, pero iba a la Bombonera para ver a Boca
El flamante arquero de Rosario Central recordó sus comienzos como futbolista y su experiencia junto a Maradona
“Iba a la 12. Era un fanático, enfermo”. Así se confesó, Gaspar Servio quien admitió que, mientras jugaba en las inferiores de River, se escapaba a la Bombonera a ver los partidos de Boca.
La historia de Servio es bastante particular. Su padre lo hizo hincha fanático de Boca desde muy chico. Era socio del club, donde dio sus primeros pasos como arquero. Allí también ofició de alcanzapelotas, lo que le permitió conocer sus más grandes ídolos.
”En esos tiempos entraba mucha más gente al campo y nos podíamos sacar fotos con los jugadores. Ahí me saqué una con Palermo. Me quedó pendiente la foto con Riquelme, que en ese momento no estaba”, comentó a TyC Sports.
Pero la vida, con sus idas y vueltas hizo que, luego de un año, el club de la Ribera lo dejara libre y terminara jugando nada más ni nada menos que en River Plate. Aun así, su pasión por el Xeneize se mantuvo intacta y de tanto en tanto se escapaba a la Bombonera a ver jugar a Boca.
”Tuve varios problemas. Me han llamado la atención. Una vez me vieron que fui a la cancha y cuando se instala algo, ya queda” comentó, aunque asegura que una vez que empezó a jugar en la primera de River tuvo que hacerse a un lado, por una cuestión de respeto por la institución. “Cuando uno empieza a jugar al fútbol la pasión queda un poco de lado”, explicó.
Su experiencia en el Dorados de Maradona
Luego de su paso por River, Servio jugó en Banfield, independiente de Rivadavia, Arsenal de Sarandí y durante su incursión por el futbol mexicano tuvo la oportunidad de atajar para el Dorados de Diego Armando Maradona.
Para él, la experiencia con Diego fue única, desde el primer día. “Con mi viejo éramos fanáticos, nos vestíamos como él. Cuando jugué en Boca traté de conocerlo, nunca lo pude ver. En México fue la primera vez que lo vi. Cuando venía bajando por la escalera se me erizó la piel. Todos los días era como verlo por primera vez”.
Según comenta, en esos días Diego estaba muy bien, solo tenía problemas en la rodilla y le costaba patear la pelota, pero anímicamente estaba perfecto. “Cuando entraba a la cancha se le iluminaban los ojos” comentó.
“El primer día me dijo: ‘Yo tengo un hermano que fue tu papá en Banfield, que es Almeyda. Si él te quiere, yo te quiero, vos vas a ser mi capitán’. Fue una locura”, contó Servio con emoción sobre aquellos momentos que compartió con Maradona.
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