Que la alta competencia profesional no fagocite al rugby de clubes
Jaguares empezará hoy a mover las agujas del reloj de la alta competencia del rugby argentino en 2019, año que tendrá una intensidad aun mayor a la de temporadas anteriores al margen de que en el calendario está marcada con resaltador la Copa del Mundo en Japón. La franquicia de la UAR, con el debut de Gonzalo Quesada al frente del staff, jugará un amistoso con el seleccionado uruguayo en el estadio Charrúa, de Montevideo, que por primera vez recibirá un encuentro por la noche. Toda una fiesta del otro lado de la orilla, que se enmarca también en un futuro de profundos cambios y expansión.
El encuentro de Jaguares, preparatorio para el debut en el Súper Rugby (el 16 de febrero, en Vélez, ante el subcampeón, Lions), sirve para trazar también el panorama de un año que además de presentar desafíos a los Pumas y a la franquicia, lanzará a una competencia más activa al tercer equipo nacional, Argentina XV, liderado por otro integrante de la legendaria camada de los mundiales de 1999 a 2007, Ignacio Fernández Lobbe. Si a eso se suma que por primera vez hay 10 jugadores contratados exclusivamente para el seven, está claro que al fin de la temporada la Argentina contará con una base que se ampliará respecto a 2018.
Este año, que el 1 de febrero tendrá su campana de largada internacional con el inicio del Seis Naciones, será, como ya se viene apuntando, bisagra. El año que viene mostrará otro orden internacional y a Francia 2023 no se llegará igual que a Japón 2019. Quizá no haya tiempo para estirar a 24 la cantidad de selecciones participantes, pero sí se moverán los calendarios y los reglamentos, y en ese período, muy probablemente en 2020, se pondría fin a las ventanas de junio y noviembre para inaugurar la Liga Mundial, una suerte de "mundialito" cada doce meses.
Sudamérica, con la Argentina como líder de la región, no se quedará atrás. En 2020 se pondrá en marcha la Liga Sudamericana, con formato de franquicias profesionales. Está previsto que se juegue en el primer semestre (el Americas Rugby Championship se trasladaría a la última parte de la temporada) y que corra en paralelo con la incipiente Major League Rugby, de Norteamérica, que ya tiene 10 equipos, con pronóstico de extenderse a 15.
En una muy interesante entrevista realizada por el periodista uruguayo Ignacio Chans y publicado en El Observador, el nuevo presidente de la Confederación Sudamericana, Sebastián Piñeyrúa, confirmó que su país tendrá dos franquicias y que están muy avanzadas las gestiones para que sean los dos máximos referentes del fútbol celeste: Nacional y Peñarol. También adelantó que Brasil intervendrá con la misma cantidad de equipos y que se verá en el futuro cómo ingresan otros países, como Chile y Colombia.
La Argentina también pisará ese mercado. La unión de Tucumán ya anunció oficialmente que inició los trámites para obtener una franquicia. Córdoba seguiría el mismo camino. Y quizá Rosario. En todos los casos estarán bajo la órbita de la UAR. No hay diversificación del negocio.
Este nuevo panorama de competencia, que será una aspirina para no insertar un torneo profesional en el país, moverá fuertemente el tablero. Por un lado, se abrirá la puerta a jugadores de otros países, especialmente, de Oceanía, en el caso de aquellos que no tengan lugar en Europa ni en los dos grandes del continente (Nueva Zelanda y Australia). Por el otro, y ya en el escenario argentino, crecerá la cartera de clientes del profesionalismo y, claro, los clubes se verán privados ya no solamente de sus máximas figuras, sino también de una segunda y hasta una tercera líneas de nivel de juego.
Será importante que el rugby argentino pueda seguir disfrutando de un privilegio casi único en el mundo: tener el rugby de siempre, el de clubes, el que ocupa más de 90% del mapa, y el de la alta competencia profesional, el que levanta la vara del espectáculo. Que uno no se coma al otro.
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