Roland Garros: Rafael Nadal pone en juego su esencia
Obsesión por los detalles. Muchas veces un tenista se define por los detalles. El primer contacto de Rafa Nadal con el polvo de ladrillo de Roland Garros incluyó el uso de las pelotas que más le gustan: las Babolat. El estadio central, una atmósfera que le resulta familiar y la sensación de pegarle a una pelota que toma la "rosca" deseada, todo sirve para reconstruir la imagen de Nadal que llega algo deforme al escenario de sus principales hazañas. Recuperar una buena sensación a veces es suficiente como para intentar un nuevo arranque. Nadal viene de perder más partidos de lo acostumbrado y hasta de ganar títulos que no ha merecido, según reconoció su tío y formador, Toni Nadal.
"En la alta competencia lo normal es perder más de lo que se gana. Ganar todo como hizo Rafa: eso es lo anormal...", le dijo Feliciano Lopez, amigo entrañable de Nadal, al diario Marca como parte de la previa del torneo. Desentrañar que le pasa al mallorquín, que ya no luce inoxidable en la tierra batida, es un deporte dentro de otro.
El paso de Nadal por las canchas lentas fue con muchos tropiezos y no llega como dominador excluyente de la temporada. El panorama es nuevo. Muchos jugadores se han infiltrado en lo que habitualmente era el desfile triunfal de Rafa por Montecarlo, Barcelona y Roma . Solamente en Madrid tuvo un andar más tranquilo, por lo menos hasta que en la final Kei Nishikori le complicó la existencia con un juego superior.
Ya en Roma, Nadal y Novak Djokovic pusieron en orden el lío en el circuito que ellos mismos habían permitido y se vieron en la final. El serbio hizo lo que viene haciendo últimamente con Nadal: ganarle. Djokovic domina los duelos desde que perdió la final del US Open 2013 y lleva cuatro triunfos consecutivos. Inclusive los que se dan en polvo de ladrillo.
Nadal está en una encrucijada. Le tembló el piso con derrotas frente a jugadores que suele dominar (Ferrer en Montecarlo, Almagro en Barcelona, antes Wawrinka en Australia) y no perfora el techo que le impone Djokovic en el duelo más celebrado de la historia del tenis profesional. En Roland Garros pondrá en juego, si ambos llegan a la final, su corona como número uno del mundo y su reinado en París. Nadal tirará la moneda al aire de su propia esencia en este torneo. Ocho veces fue campeón en Roland Garros. El mundo casi ni recuerda como era el tenis en polvo de ladrillo hasta la aparición de Nadal. De todas maneras, a pesar de los contratiempos, aunque Djokovic surja como un misterio sin solución, el español tiene el crédito de sobra en partidos a cinco sets. Hay cosas que no cambian.
La conexión emocional con los tenistas argentinos, en esta edición de Roland Garros, estará a cierta distancia de la zona caliente del torneo. Se tratará de escuchar una conversación ajena y con poca injerencia. Corrido de la escena Juan Martín Del Potro las expectativas son más que medidas. Justo cuando se cumplen diez años del triunfo de Gastón Gaudio en París. Una consagración que en cierto modo oficia hoy de Caballo de Troya con mucho contenido en su interior: Guillermo Coria finalista, David Nalbandian en semifinales y Juan Ignacio Chela en cuartos. Un derrame que parecía natural en épocas de abundancia. Diez años después, no sobra nada.
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