Jaguares, rumbo a una identidad de club
El verano del rugby argentino huele a opulencia. Se acabaron aquellas vacaciones que duraban como mínimo hasta marzo y que ofrecían como único atractivo mirar por televisión el Seis Naciones europeo. La rueda ya empezó a girar aquí mismo y el debut de una franquicia nacional, Jaguares, en el Super Rugby abrirá un abanico de situaciones nunca vividas que irán mucho más allá de las cuestiones del almanaque. El calor de inicios de 2006 está conteniendo a un grupo de jugadores profesionales que dentro de poco más de un mes –el 26 de febrero– comenzarán a jugar un torneo que podría definirse como la NBA del rugby y que vendrá a ser el conducto de la alta competencia por fuera de los Pumas y, a la vez, también su único abastecedor.
Jaguares, el nuevo equipo –no el nombre, que ya existía por otro seleccionado– que se agrega al rugby nacional, tendrá un largo camino por delante, pero rápidamente, en el transcurso de este año, deberá ir construyendo una identidad propia para despegarse de los Pumas. Menuda cuestión porque se tratará de los mismos jugadores y del mismo capitán. Será el único caso en el rugby profesional en que habrá un plantel idéntico para un "club" y un seleccionado. Y para que las fuerzas empujen hacia un solo lado es necesario separarlas, aunque parezca paradójico.
Ya en la primera conferencia de prensa, el capitán, Agustín Creevy (el tiempo dirá si fue un acierto darle a él solo la responsabilidad de dos equipos), dio una pista importante al respecto, destacando que la idea es representar a la franquicia como si fuese un club. Se trata de un argumento de peso, porque todos los jugadores saben bien lo que significa un club. Es más: de ahí vienen todos. Uno de los entrenadores, Felipe Contepomi, amplió el panorama en una entrevista publicada en LA NACION. Habló del juego, de seguir la línea impuesta por los Pumas desde la llegada de Daniel Hourcade, pero sin atarse a ella. El juego es el otro gran aliado en la búsqueda de una identidad.
Si bien en una enorme mayoría los jugadores ya se conocen porque compartieron los Pumas en los últimos dos años o, en otro buen número, porque vienen de Pampas XV, esta realidad es novedosa desde casi todos los ángulos. Camiseta nueva, calendario intenso –aunque más corto que el de Europa, lo cual es un punto en favor– con largos viajes y convivencia continua que a partir de junio se extenderá a los Pumas –ventanas de junio y noviembre, más Rugby Championship– formarán parte del opulento mapa deportivo y económico que tendrá la UAR, ya asociada a una Sanzar que tiene tanto poder como la World Rugby.
Así como el Championship ya implicó un mojón histórico, el Super Rugby cerrará el círculo de la alta competencia profesional, que –vale recordarlo– es una parte mínima de todo el rugby argentino, el cual, para seguir vivo, debe sostener el rugby amateur de los clubes. Porque, entre otras virtudes, es de lo aprendido en esos clubes que los jugadores volcarán sus experiencias para que, en la búsqueda de su identidad, Jaguares intente parecerse a un club.
jb/jt
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