Rodrigo Isgró en los Pumas: de mejor jugador del mundo en seven a una difícil transición que va muy bien
A los 26, el wing que brilló en Dublín superó la adaptación y apunta alto en la selección, que recibirá a Inglaterra en La Plata y San Juan
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Busca su mate antes de sentarse. Cuida los detalles, respeta sus rutinas de preparación y cuenta que un inglés consume más mate que él. “Marcus Smith me consigue la yerba a mí. Cuando Marta [Landajo] fue allá, empezó a tomar mate con él. Toma mucho más que yo. Toma a la mañana, a la tarde a veces nos juntamos y lo mismo. Lleva la matera a los partidos. Nutricionalmente le gusta, porque saca un poco el hambre”, narra Rodrigo Isgró, mientras se dispone a una larga charla para LA NACION en el hotel Sofitel Los Cardales, el lugar donde se alojan los Pumas en su estadía en Buenos Aires.
El excéntrico Marcus Smith, uno de los jugadores más talentosos y populares del rugby, no viajó como parte del plantel de Inglaterra a la Argentina para el partido de este sábado en el estadio de Estudiantes de La Plata y el del sábado 12 en el San Juan del Bicentenario, por haber sido convocado a British and Irish Lions. Entre mates y charlas, el apertura es uno de los grandes socios, en la cancha y fuera de ella, de Isgró, que en octubre de 2024 emigró a Londres para jugar en Harlequins.
“Es una gran persona, un tipo que le dedica tiempo a uno, aprende de su cultura y lo escucha. Tiene una conexión importante con Argentina; desde que empezó a tomar mate los argentinos se le acercaron y le escriben mucho. Si bien es inglés, su mamá es filipina y cuenta que la cultura filipina es distinta a la de Inglaterra. Es muy sociable y me contacté mucho con él porque me dedicaba tiempo fuera del club, me tenía paciencia. Y hoy, cuando domino mejor el idioma, podemos hablar mejor y nos reímos mucho”, relata el wing de muy exitoso paso por los Pumas 7s.
Tras brillar en la selección olímpica, en la que llegó a ser considerado el mejor del mundo en 2023, Isgró se transformó definitivamente en jugador de rugby de 15 luego de los Juegos París 2024 y trata de afianzarse en un equipo que está en alza. Enfrente no estará ahora Marcus Smith, aunque sí algunos de sus otros compañeros. “Están Chandler Cunningham-South; Oscar Beard, que hace su primera gira; Cadan Murley; Luke Northmore... Estuve hablando con ellos. La idea es ir a tomar un café en la semana, hay que coincidir en los horarios. Oscar me dijo que amaban Buenos Aires y estaban muy contentos”.

Expresivo y reflexivo, el wing de 26 años se guía por las emociones. Viajó por todo el mundo por los Pumas 7s, participó en el Mundial de Francia por los Pumas y jugó en Australia, Sudáfrica, Italia e Irlanda, pero nunca representó al país en suelo argentino en una selección mayor. Sí lo hizo como integrante de los Pumitas, en la Copa del Mundo M-20 del Litoral 2019. “Lo pensé. Si me toca jugar, el fin de semana va a ser muy especial, pero sé que puede ser un factor negativo en cierto punto en lo personal. Depende de cómo lo use. Soy muy emocional, soy una persona que siente bastante y lo mejor para mí es tratar de dejar de lado las emociones cada vez que juego y estar concentrado en lo que tengo que hacer. Son 80 minutos en los que tengo que dejar de lado esas cosas. Lo practico en entrenamientos cuando hay gente afuera: pongo el foco sólo en entrenarme para prepararme para el fin de semana”, se abre.
–¿Qué esperás de Inglaterra?
–Va a ser un equipo muy intenso que viene a la Argentina a ganar. Ellos creen que somos muy apasionados, cosa que es verdad, pero saben que hoy en día jugamos más allá de la pasión e intentamos hacer muy buen rugby. Van a querer contrarrestar eso de algún modo. Es un equipazo, tiene los mejores jugadores de la Premiership, y yo los conozco. Algunos dicen que le faltan los jugadores de los Lions... La diferencia entre uno de los Lions y uno de Inglaterra que está en Argentina es muy chica. Hasta a veces uno es mejor que otro que está en Australia; eso ya depende de gustos. Es un equipo muy serio. Va a ser una linda batalla; siempre es especial jugar contra Inglaterra.
–Hace un año estabas preparándote para los Juegos Olímpicos, con la incertidumbre de si ibas a estar, por una suspensión de cinco partidos. ¿Cómo fuiste transitando todos los cambios que sucedieron tan rápidamente hasta este presente?
–Fueron muchas las cosas que me pasaron en este último año. En 2024 mi cabeza estaba puesta en los Juegos Olímpicos, pero también tenía que arreglar mi futuro después de París. La sanción previa a los Juegos fue una de las cosas más difíciles que me pasaron en mi carrera. Fue muy dura; estuve muchos años preparándome para ese torneo. Había estado en Tokio, pero venía preparándome de una manera distinta para esta oportunidad. Me golpeó fuerte; pensé que no iba a viajar. Tuve la suerte de ir, de jugar tres partidos, y para mí fue un montón. Si bien no se dio con el resultado que quería, pude cerrarlo en la cancha, en una competencia de esa magnitud.
–¿Y cómo llegaste al juego de 15?
–Yo había hablado con Santi Gómez Cora [entrenador de los Pumas 7s]; él ya sabía que tenía ganas de pasar al rugby de 15 y que estaba buscando club. Aparecieron algunos en el medio, pero intenté poner la cabeza en el seven. Harlequins apareció a principios de julio y pedí por favor no saber nada hasta que terminaran los Juegos Olímpicos. Si Harlequins estaba dispuesto a esperar, buenísimo. Me esperó y tuve la suerte de caer en un club de muy buena gente, más allá de la parte rugbística. Todos me tuvieron paciencia porque no hablaba inglés apenas llegué y venía del seven.
–¿Qué encontrarse culturalmente en Harlequins?
–Fui con una perspectiva muy nuestra de que el inglés es frío y me encontré con algo totalmente distinto, me sorprendí para bien. Me juntaba con muchos fuera del rugby y me hicieron más fácil la parte social. Son muy metódicos, muy puntuales. Ni un minuto antes ni un minuto después. En cuanto al rugby me impresionó el tiempo que dedican a las destrezas y a la preparación de un jugador individualmente, más allá de la de equipo. Hay mucho tiempo para que un jugador se desarrolle individualmente, con juegos, de manera divertida. Me encantaron cómo viven el rugby y la aceptación que tienen al error.
–¿Cómo acomodaste tu cuerpo con el cambio de especialidad?
–Después de los Juegos Olímpicos subí muchos kilos y pensaba que era la manera de ser más fuerte. Pasé de 100 a 106, pero me di cuenta de que si perdía un poco de peso no iba a perder fuerza. Busqué el equilibrio entre las dos. Hablé con los nutricionistas e hice prueba y error. Sigue siendo un desafío para mí encontrar esa mejor versión. Pero más allá del peso, lo más importante en el rugby es correr mucho y estar antes.
La difícil adaptación a otra especialidad
En su primer test post París 2024, los Pumas caían frente a Sudáfrica en Nelspruit y Felipe Contepomi dio un giro de timón inhabitual: un cambio táctico en el primer tiempo. Ingresó Juan Cruz Mallía y salió Rodrigo Isgró, algo desorientado. El entrenador se adjudicó la equivocación de haberlo incluido entre los titulares. “Fue un error mío, totalmente un error mío. Creo que no preparé a Rodri correctamente para acá. Rodri es un excelente jugador, va a ser un excelente jugador de 15. Viene de años jugando seven, que metabólicamente es otro rugby. Vi que no podía volver, no podía cubrir. Además, si nos jugaban por su punta él no estaba, no podía volver. Hay una intensidad que en el entrenamiento le costaba. Así que fue 100% error mío”, lo justificó el head coach.
–¿Cómo transitaste ese momento contra los Springboks?
–No fue el mejor momento; salir en un primer tiempo es duro. Pero siendo sincero, esa noche fui a acostarme y estaba muy tranquilo, a diferencia de otras veces, en que me voy a dormir mal. Más allá de lo que Felipe dijo en las notas post partido, vino a hablar personalmente conmigo y me brindó su confianza, me pidió que confiara en él. No fue mi mejor partido y soy consciente de eso, pero estaba tranquilo. Fue mi primer encuentro post Juegos Olímpicos y jugaba contra Sudáfrica, que es el campeón del mundo, y contra Cheslin Kolbe y Kurt-Lee Arendse, que están en el top 5 de los wingers del mundo. Felipe me explicó técnicamente lo que había pasado y me dejó tranquilo. También entendí que eso era parte de un proceso. Cuando empecé en el seven no estaba como titular y a veces ni jugaba. Tardé cuatro o cinco años en acomodarme y empezar a funcionar bien. Fui consciente de eso y entendí que todas las cosas, sobre todo las malas, son las que más hacen aprender. Aquel fue un momento duro, pero tuve la suerte de ir a Harlequins y a las dos semanas debuté.
–¿Qué argumentos te dio Felipe? ¿Motivos técnicos o físicos?
–Fue un poco de las dos cosas, cuestiones técnicas y también físicas. Sobre todo, cómo correr en la cancha y el juego sin la pelota. Me costó mucho el cambio del seven al 15, y también al revés. Son dos entrenamientos muy distintos, son exigencias distintas. El seven es más intenso y corto; el 15 es muy intenso pero mucho más largo. Me costó un montón; recién este año, en abril, empecé a sentirme bien. Una cosa es jugar 80 minutos y otra es jugar los 80 minutos en un mismo nivel.

–¿Qué es lo que más te costó?
–El seven se trata mucho de tocar la pelota y todo lo que uno genera con ella. En el rugby de 15, tocar seis o siete veces la pelota en un partido como wing es un montón... El otro trabajo es lo que uno hace sin la pelota, y eso es lo que me transmitió Felipe desde el día 1: lo importante para él es todo lo que yo haga sin la pelota. Eso me cambió la cabeza y empezó mi camino de buscar detalles, de mirar en los videos qué podía hacer sin la pelota... Si voy, ¿dónde tengo que estar parado para generar un espacio? ¿Dónde puedo ser una opción? Todo eso me llevó tiempo, no me salió de un día al otro. A otros les sale más rápido, pero a mí me costó mucho. Afuera la gente dice “se acomodó rápido”, o, si uno juega bien un partido bien, es un fenómeno, y si juega uno mal, es un perro. Más allá de lo que se ve desde fuera, lo importante es lo que uno siente internamente. Yo sé si jugué bien o jugué mal. Sigo en busca de mejorar mi trabajo sin la pelota.
–Hablando del trabajo sin la pelota: en la victoria [28-24] contra British & Irish Lions en Dublín fuiste el más tackleador (17) del partido y el que más balones recuperó (4). ¿Es lo que te pide Contepomi?
–Como wing a veces no toca tacklear tanto; depende del partido. No dimensioné lo de los 17 tackles, pero sí disfruté mucho el partido. Sé que tuve un buen partido, me sentí bien y aporté al equipo. Fue un día especial: estaban mi papá y mis amigos de toda la vida en la tribuna, con los que empecé a jugar al rugby. Mantuve un nivel de concentración muy alto y eso me llevó a rendir así.
–¿Cuál es el techo de estos Pumas?
–Hay varios pisos para seguir mejorando y eso es lo más lindo. Lo decimos siempre: ganamos, pero tenemos un montón de cosas por mejorar. Está muy bueno lo que estamos haciendo y por ahí malacostumbramos a la gente y ella espera mucho más, pero ése es el mayor desafío que tenemos para con nosotros. Uno de los cambios más grandes que hice este año, al jugar mi primera temporada afuera, es entender que los demás son iguales a nosotros. Me pasó en mis primeros partidos en los Pumas que yo veía a mis compañeros como “los jugadores de la televisión” a los que admiraba. Ahora que comparto me doy cuenta de que son iguales a nosotros. Entonces digo que en algún momento tiene que llegar. Es cuestión de constancia, de seguir y de intentar mejorar todos los días.
–Durante un tramo del partido contra Lions jugaste como centro por los golpes en la cabeza de Lucio Cinti y Matías Moroni. ¿Analizás un posible cambio de puesto?
–Fue un momento en el que Felipe seguramente tuvo que decidir rápido; no había muchas opciones. No me había entrenado nunca como 13; cuando era chico había jugado como fullback, pero no como centro. Me encantaría en algún momento probar otras posiciones, como la de centro. Me gusta jugar como wing y es importante desarrollarme en esa posición, pero sí, me encantaría explorar otros lugares. En los Pumas no se prueba, pero si en el club tengo la oportunidad de probar, puede ser. En Harlequins me entrené como fullback, pero poco. Cuando uno juega en otras posiciones empieza a ver el juego desde otro lado y aprende de todo.

–¿Cómo te llevás con las redes sociales? A pesar de ser uno de los más nuevos, sos el que más seguidores tiene entre los Pumas. Harlequins utiliza mucho tu imagen, posiblemente más que la de cualquier compañero...
[hace una larga pausa] –Por un lado, me gusta y disfruto del apoyo de la gente y los mensajes; eso viene de la mano con que publiquen cosas de uno. Pero a la vez soy muy cuidadoso y me da vergüenza. Es verdad que en Harlequins de alguna manera me usaron un montón este último año, y a veces no me siento tan bien en cuanto a que me usen tanto... Siento que hay al menos diez jugadores que son mucho mejores que yo y me da cosa... De repente, llegué al club y suben 200 cosas mías, y no sé si es lo mejor cuando uno entra a un grupo. De todas formas, los chicos de Harlequins se lo toman bien. Yo creo que la vida de un jugador está fuera de las redes sociales. Trato de enfocarme en el rugby. Mis afectos y la vida real están fuera de las redes.
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