SAVA
Facundo Sava camina por la calles de Buenos Aires con la tranquilidad que jamás podría encontrar en La Plata. En la ciudad de las diagonales es amado y odiado con la misma fuerza. La gente de Gimnasia muere por el capitán y estandarte de este equipo que parece haber firmado un pacto con el más allá para revertir resultados en los últimos minutos, virtud que llevó al conjunto dirigido por Carlos Griguol a quedar segundo en el torneo Apertura, a seis puntos de Boca, con un partido menos. Si lo ven por ahí, las demostraciones de afecto se multiplican. Lo que sienten los hinchas de Estudiantes por el Colorado es inversamente proporcional, por razones obvias. Por eso, como dice él, lo ideal sería que no lo vean.
A los 26 años, Sava hizo un trabajo de hormiga para llegar a tener el número 9 en la espalda. "Siempre quise hacer goles -cuenta-, desde chico. Cuando jugaba en el medio, en los partidos pensaba: cómo me gustaría estar ahí en el área, como está aquél, buscando el gol". En Ituzaingó, su primer club, jugó de 5, en Ferro y en Boca se adelantó un poco más y lo hizo por la izquierda, en Gimnasia dio otro paso y actuó de enganche, aunque en un par de partidos jugó de 6. Ahora sí, es el delantero de área que siempre soñó. "No quiero ser más El Polifuncional, como siempre me llamaron. Quiero jugar arriba", comenta entre risas.
Es el máximo anotador de su equipo y el segundo del torneo, con ocho tantos -uno menos que Palermo-, de los cuales cinco sirvieron para ganar o igualar un partido en los últimos minutos. Es el Señor de los Milagros del Lobo. "¿Si soy el Palermo de Gimnasia? Por ahí me lo dicen, pero él hace muchos más años que juega en este puesto y lo conoce mejor que yo. Ahí está la diferencia", comenta. Se le ilumina la cara cuando habla de las posibilidades de Gimnasia para quedarse con el título, aunque toma recaudos para que la gente no se ilusione de más. La herida del campeonato perdido en la última fecha del Clausura 95 a manos de San Lorenzo, tras caer con Independiente en La Plata, parece no haber cerrado. El mote de Eternos Segundos es un fantasma. "Ahora venimos de atrás, pero si ganamos el encuentro que tenemos de menos -con Central, en Rosario- vamos a estar ahí. En este equipo, a nadie le gusta perder a nada y esto no nos alcanza, queremos más. Esto es como el partido que jugamos con Boca, perdíamos 3 a 1 y les empatamos sobre el final. Ya los alcanzamos una vez, ojalá que podamos hacerlo de nuevo. ¿La contra? Ellos están muy sólidos y nosotros no tenemos el mismo recambio que Boca y River. Ahora empiezan a pesar las amarillas y, por más que nos cuidemos, pueden quedar afuera jugadores que no tienen reemplazantes con las mismas características", dice Sava.
Parecía que, una vez más, Boca y River iban a hacer uso exclusivo de la lucha por el título, pero equipos como Gimnasia y Talleres se atreven a intentar quebrar con el monopolio de los últimos cuatro torneos. "En nuestro caso, estamos arriba por el trabajo de muchos años. Porque contamos con un gran DT y un buen plantel, porque hay buenos dirigentes que nos mantienen al día e instalaciones que nadie tiene en nuestro país. En lo futbolístico, jugamos bastante parecido a Boca, aunque nosotros esperamos un poco más atrás. Sufrimos demasiado porque siempre buscamos hacer goles. Nos descuidamos en el fondo, porque hasta cuando vamos ganando queremos más."
De la cancha a los libros de Rivière
Facundo Sava tiene inquietudes que trascienden el fútbol. Cursa el cuarto año de psicología social, inclinación que recibió de su padre, Alberto, coordinador del Frente de Artistas del hospital Borda. Para él, estudiar es tan importante como jugar. "Eso se lo debo a mis padres", asegura. "Lo que estudio me viene bien para entender muchas cosas que pasan en un plantel. Un equipo que no se interrelaciona correctamente no puede llegar nunca al éxito", comenta, y se entusiasma con su participación en un simposio de cuatro días sobre el psicólogo Enrique Pichon Rivière, que comenzará hoy.
Y agrega: "Nuestra selección tiene un fútbol del Primer Mundo, porque los que juegan en el seleccionado están todos en Europa. En cambio, acá, eso no se da. Estoy convencido de que el fútbol es el reflejo de las sociedades de cada país. Y nosotros, cada domingo, vemos un juego individualista, temeroso, ávido de resultados inmediatos y sin tiempo para pensar".