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Gladiador: Schwartzman les ganó a sus rivales y a sus altibajos, y va por otra conquista del Argentina Open
Le ganó a Sonego en una batalla de tres horas; previamente superó a Cerúndolo en otro largo encuentro; hoy, desde las 16, jugará la final del Argentina Open contra Ruud, 8° del ranking
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Del éxtasis a la incertidumbre, y nuevamente a la euforia. Por todos los estados de ánimo transitó el Buenos Aires Lawn Tennis Club en una jornada que dejó la mejor final posible para el Argentina Open. Diego Schwartzman y Casper Ruud, los dos máximos favoritos, los jugadores de mejor ranking y ambos con pasado como campeones en Palermo, animarán este domingo, desde las 16, la definición del ATP porteño, en un gran cruce entre la esperanza argentina, que superó nuevamente a la adversidad, y el gran candidato y Top 10 del ranking.
Schwartzman ofreció el corazón para llegar por tercera vez en la final de su torneo preferido. Le tocó en 2019 perder con el italiano Marco Cecchinato, cuando llegó sin combustible a la cita del domingo; festejó hace doce meses, a expensas de Francisco Cerúndolo. Vaya una coincidencia: el sábado se jugó el desquite de esa final, ahora por la semifinal, y otra vez festejó el Peque. Pero, justo es reconocerlo, le costó mucho más que en 2021, e incluso estuvo muy cerca de quedarse sin nada.
Festejó por duplicado Schwartzman en el sábado de Palermo. Temprano, completó el partido que se había suspendido por la lluvia en la medianoche del viernes (1-1 en el tercer set). Caminó por la cornisa, porque quedó 4-5 en el tercer parcial con el saque de Cerúndolo. Pero el oficio y la experiencia le permitieron darlo vuelta y celebrar un ajustado triunfo por 3-6, 6-2 y 7-5, en un total de dos horas y 53 minutos. “Fran jugó un partidazo, se lo podría haber llevado él, pero cayó de mi lado”, aceptó Schwartzman.
Es el séptimo año seguido que Schwartzman llega a una final ATP. “Cuando era chico no me lo imaginaba, después empecé a convencerme. Hay veces que uno pierde un poco el realismo, pero lo que pasa con mi carrera lo voy a ver después. Está bueno que pasen estas cosas para que uno vea lo que pasa en el camino”, contó después de la batalla contra Sonego.
Entre la noche del viernes y del sábado, el Peque totalizó casi seis horas de batalla encima. Después del duelo con Cerúndolo, en la semifinal también el italiano Lorenzo Sonego lo llevó al extremo, con una victoria por 7-5, 3-6 y 6-2, en dos horas y 56 minutos. No es lo ideal de cara a una definición en la que se cruzará con un rival como Ruud, bastante más descansado. El noruego sacó su pasaje a la final con un 6-3 y 6-3 sobre Federico Delbonis.
En el duelo contra el italiano, Schwartzman entró muy prendido, con determinación para trabajar cada punto, incomodar a Sonego y exigir en cada pelota al italiano, un rival que está muy cerca del Top 20 (es el 22° del mundo). Consiguió llevarse el primer set con bastante esfuerzo, y tomó una buena ventaja de 3-0, con dos quiebres en su favor, y el partido parecía estar sellado, faltaban tres games nada más...
Pero, como pasó en las últimas semanas, la versión del Peque mostró altibajos. Entonces aparecieron las lagunas. Surgieron los errores no forzados, que le abrieron la tranquera a Sonego. El Peque decayó su nivel; el italiano, que no podía con la frustración, vio luz y volvió al partido. La gente pasó del entusiasmo al estupor. Sonego se llevó seis games seguidos y llevó el partido a un tercer set cargado de incertidumbre.
Schwartzman abría los brazos mirando a su banco, como pidiendo una explicación. El panorama se había oscurecido. La tarde tranquila le daba paso a la noche. Pero apareció la determinación para sentirse fuerte en su casa. Cortó la racha negativa en el principio del tercero; gritó “vamos”, pidió aliento, levantó el puño y se animó a subir a la red. La gente respondió con el “Olé olé olé, Peque, Peque”. Se jugó un segundo game larguísimo, de 22 puntos y largos rallies. El duelo entró en un terreno futbolero: “Que esta noche, tenemos que ganar”, se escuchaba en la tribuna. A Schwartzman se le iban los break-points: tres, cuatro, cinco... Sonego, a puro bombazo, no soltaba su presa. Por fin, en el sexto punto de quiebre, el italiano mandó una derecha forzada detrás del fondo. El argentino lo festejó como un gol.
Ya no iba a dejar escapar el partido. Y después de casi tres horas de pulseada, consiguió alzar los brazos, llegar a otra final-la decimotercera de su carrera-, después de varias semanas en las que los resultados acaso no eran los mejores.
Lo espera Ruud, que fue casi una máquina ante Delbonis. En la primera semifinal, el noruego le puso fin a la gran semana de Delbonis con la solidez propia de un Top 10 consolidado. Acaso el noruego no sea un jugador que derroche puntazos espectaculares, pero justifica su condición de número 8 del mundo con un juego ideal para el polvo de ladrillo. Es muy consistente, falla poco o nada, toma buenas decisiones en los puntos importantes, defiende muy bien y trabaja cada punto con solvencia.
Delbonis entró prendido, enfocado como se lo vio en los primeros partidos de esta semana. Dio pelea a la par mientras pudo, y tuvo su oportunidad con un break-point en el séptimo game, pero su devolución dio en la faja y cayó de su lado; a continuación, tuvo un game errático de saque y Ruud facturó un quiebre vital. El noruego pisó de nuevo el acelerador, consiguió otra ruptura en el comienzo del segundo parcial, y luego administró la ventaja con solvencia. Delbo, a pesar del apoyo del público, no encontró ninguna ventana abierta para volver al partido. Sin fisuras, el nórdico sumó su octavo triunfo consecutivo en el Buenos Aires. Sus números en polvo de ladrillo son excelentes: acumula 15 triunfos seguidos, ya que el año pasado ganó en Bastad, Gstaad y Kitzbuhel, y ganó cinco de sus seis títulos en canchas lentas, más otras dos finales. Obviamente, le falta trasladar esos resultados a Roland Garros, la meca de la tierra batida.
El Argentina Open 2022 tendrá entonces una excelente definición, con dos jugadores de gran nivel para un torneo de la serie 250, la menor de las categorías dentro del ATP Tour. Así se cerrará una gran semana de tenis en el Buenos Aires.
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