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El oscuro mundo de los arreglos de partidos en el tenis, los sobornos y las apuestas son una suerte de pulpo gigante con tentáculos que atraviesan distintas barreras. Los personajes periféricos al deporte en sí que están involucrados tienen diversas tácticas para tratar de concretar sus "negocios". Sin embargo, es aún más alarmante cuando los actores enmarañados son los propios jugadores o entrenadores. Lo es porque impacta directamente en contra de la limpieza en el deporte de las raquetas, pero también porque perversamente se aprovechan de la credencial que les cuelga del cuello, del acceso y el conocimiento que otros (actores secundarios) no poseen. En los torneos del circuito ITF World Tennis Tour (antiguos Futures; la tercera categoría del tenis profesional) suelen aparecer jugadores sospechosos, que generalmente llegan desde países muy lejanos y que pese a tener escasas posibilidades de entrar en los cuadros, permanecen en la sede del certamen, pululando, sin entrenarse, yendo de cancha en cancha, en actitud dudosa. No falla: esos individuos suelen estar implicados en organizaciones de amaños o apuestas. El martes pasado, en el M15 (con premios de US$15.000) que se disputó en El Abierto, de Saavedra (Galván 3920), la organización expulsó del club a un tenista de Belarús que, claramente, no había llegado a Buenos Aires para pegarle a una pelota.
Según los registros de la Federación Internacional de Tenis, Artsiom Dabryian nació el 10 de enero de 1993 en ese país situado en Europa Oriental que a principios de los 90 dejó de pertenecer a la exUnión Soviética. El tenista, de 26 años, llegó a tener ranking ATP: su mejor posición fue 1764º, en junio de 2015. En dobles fue 974º, en junio de 2017. Pero Dabryian hoy ni siquiera posee clasificación ITF. Y en la temporada lleva jugados, apenas, tres partidos en esa categoría y dos de ellos los perdió por… 6-0 y 6-0. Dabryian también se anotó en el primero de los dos M15 que se jugaron en el mismo club de Buenos Aires (del 29 de abril al 5 de mayo); pero en ambos certámenes tuvo muy pocas chances de poder jugar. En éste torneo que se definió ayer, fue alternativa Nº 32; tenía mínimas posibilidades de actuar. De todos modos, su actitud en la última semana y media fue lo que alertó a las autoridades del M15 de Saavedra. "Cuando vienen a jugar chicos de países tan lejanos y están tan lejos de poder entrar en los cuadros del torneo, uno ya sospecha, ya advierte que algo puede pasar. Como ellos están en la lista de jugadores disponibles, pueden firmar la planilla y entrar en el club, no se los puede prohibir. Pero este jugador de Belarús estuvo viniendo toda la semana y no tuvo la actitud de un jugador de tenis: no pedía cancha de entrenamiento, pelotas ni buscaba gente para jugar dobles... Nada. Circulaba por el club todo el día en forma muy sospechosa", le describe Alejo Russell (h.), supervisor del torneo, a LA NACION.
Antes de viajar a la Argentina, Dabryian estuvo en Colombia, en el ITF M15 que se jugó en el Club Campestre de Bucaramanga, del 22 al 28 de abril. Casi de milagro, entró en la clasificación, pero perdió en la primera rueda por 6-0 y 6-0 frente al bogotano Rodrigo Echavarría, 1207º del ranking ITF. "Fue un partido rápido, ni lo sentí. Para mí también fue muy raro ver a alguien que ni sufriera por no meter la pelota dentro de la cancha. No digo que haya que azotar la raqueta, no, pero en la situación en la que él estaba cualquier jugador se frustra un poco. Fue la única vez que lo vi. Me llamó la atención que antes del partido le dijo al juez que si reventaba el encordado le podía conseguir una raqueta", le cuenta Echavarría a LA NACION. Pese a ese –supuesto– mazazo en el resultado, Dabryian siguió yendo varios días al club colombiano…
¿Cómo tiene acceso a un torneo del ITF World Tennis Tour un jugador que carece de ranking y de nivel para competir allí? Ocurre que la Federación Internacional, el organismo regulador del tenis, entrega un Número Internacional de Identificación de Jugadores (IPIN, por sus siglas en inglés), con un costo de 65 dólares al año, que vale de documento y habilita para jugar en el circuito junior, profesional, seniors o de silla de ruedas. Cualquiera puede adquirir el IPIN; luego, dependiendo del nivel de cada uno, lo aprovecha o no.
Dabryian iba a El Abierto con un bolsito y apenas una raqueta. Russell lo explicó así: "Estaba con las manos en los bolsillos, dando vuelta por las canchas". Las autoridades del club, sabiendo que no estaba compitiendo y que podía ser un foco de infección, tomaron la decisión de aplicarle derecho de admisión. El supervisor del torneo le envió un e-mail a la ITF reportando la situación, la Federación confirmó que si se trataba de un jugador que se movía en forma sospechosa y que no estaba haciendo nada, más que dar vueltas, fisgonear y manipular su teléfono celular mientras miraba los partidos, podía expulsarlo. Y así ocurrió, aunque la reacción del bielorruso no fue sumisa.
Todos los movimientos quedaron registrados. Según las imágenes de la cámara de seguridad del salón de ingreso y bar del club, facilitadas por El Abierto a LA NACION, el martes pasado, 7 de mayo, a las 10.53, Dabryian y Russell (ubicado en su escritorio de supervisor), empezaron a intercambiar palabras. A medida que avanzó el video, claramente se observó cómo el jugador se manifestó disconforme por lo que escuchaba: que debía retirarse del club. A partir de allí y por los próximos 18 minutos, se generó un ida y vuelta incómodo, con estados alterados, que provocó la atención de todos los que estaban allí, incluidos Hernán Gumy y Alejandro Lombardo, responsables de tenis de club.
A las 11.05, Russell le entregó a Dabryian la notificación de la ITF por escrito. El jugador, ya con la capucha de su buzo colocada en la cabeza y a la defensiva total, se acercó al escritorio, tomó el papel, lo leyó, se dio media vuelta y se dirigió a la salida, aunque desde afuera también hay un sector del que se pueden seguir visualmente, a través de un alambrado, los partidos.
A las 11.08, Dabryian regresó y protestó. Le dijo a Russell que ese papel no era suficiente para expulsarlo. "Me decía: ‘Bueno, pero acá no dice nada, ¿cómo sé yo que este papel viene de ITF?’", aporta el supervisor. La discusión empezó a tomar calor, el tono de voz aumentó. A las 11.09, Viviana Gentile, integrante del Departamento de Profesionales de la AAT, sentada al lado de Russell, se puso de pie y fue en busca de un guardia de seguridad privada. También se sumó Leo Cabo, coordinador general de El Abierto. A las 11.10, ya con el efectivo de seguridad sumado a la discusión, Dabryian rompió el papel y, tras dedicarle algunas palabras más al supervisor, se retiró caminando por el estacionamiento.
"Este jugador firmó la planilla la segunda semana de torneo, estaba más de 30 lugares afuera y la gente del club, como no estaba haciendo nada ni jugaba, decidió no dejarlo entrar más. Tenía actitudes muy extrañas", apunta Russell, que al otro día (miércoles 8), como si el caso del belaruso no hubiera sido suficiente, debió reportar a la Unidad de Integridad del Tenis (TIU; el organismo que lucha contra la corrupción en el tenis) que el jugador argentino Octavio Volpi había recibido un mensaje en su cuenta de Facebook de alguien con nombre italiano que le proponía: "¿Querés ganar buen dinero? ¿Jugás mañana dobles, ¿no?". El chico no respondió y el caso se reportó. Ese mismo miércoles, Dabryian (un verdadero "fantasma" en la web, ya que no hay fotos suyas jugando al tenis; solo un puñado de civil, en su Facebook) volvió a aparecer en Saavedra, aunque esta vez lo vieron afuera, colgado de un alambrado, tratando de ver partidos…
"Buscan cualquier excusa para no irse –narra Russell–. Hasta que no le dijimos que llamaríamos a la policía, no reculó. Ahí se fue solo. No hablaba español, solo inglés y ruso. Iba de cancha en cancha, se paraba 20 minutos en una, sacaba el celular y lo tocaba, cuando nos veía a algunos de nosotros lo guardaba, seguía caminando, venía a la terraza, pero nunca le dijo a un jugador de pelotear. En tantos días nadie lo vio pegándole a una pelotita". Y acentúa: "El sistema tiene mil variantes, no solo está el apostador convencional que aprovecha el delay de 10 segundos entre lo que ve en vivo y lo que se emite por Internet. El problema, en este caso, es que se trató de alguien que estaba adentro. Teniendo acceso hablan con jugadores, tratan de arreglar con otros, escuchan si alguno está lesionado, si necesitan plata. Que el jugador sea el que está apostando y arreglando es más grave porque el tipo está haciendo uso de un derecho como deportista que realmente no le corresponde. Viene a hacer otra cosa".
El 10 de febrero pasado, Marco Trungelliti, el tenista que se animó a contar cómo rechazó un intento de soborno y todo lo que eso derivó, aseveró que en los Futures los "arreglos y las apuestas son como barra libre". En Pinamar, este año, en una de las tres etapas de los M15 que se hicieron, la organización debió lidiar con apostadores extranjeros y los denunció en la policía local. Pocas semanas después, en Saavedra, el peligro volvió a escena. "Los oficiales no sabemos con qué loco te vas a encontrar. Hay algunos a los que les decís que se tienen que ir del club y lo aceptan, pero otros se enojan y no sabés si te va a sacar un revolver o un cuchillo. Por ahora no se han registrado casos de violencia extrema, pero hubo tipos que se resistieron y que los echaron entre tres o cuatro policías. El tema está complicado, muy complicado", concluye Russell.
Y la dificultad es todavía más severa cuando el infectado está dentro del vestuario. Cuando la manzana ya tiene un gusano pudriéndola.