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El haras La Biznaga empieza a cerrar su historia, que será inolvidable
La historia de La Biznaga tiene 50 años, nada más. Un suspiro para un haras de sangre pura de carrera. Crear genética, hacer líneas maternas, lleva décadas. Consolidarlas con sucesivas generaciones y no ensuciarlas con padrillos regulares o malos, un proceso. Forjar las otras familias, las de los trabajadores, esos hombres y mujeres irremplazables por máquinas, que están siete días a la semana comprometidos con el producto, también.
En 1968, los hermanos Carlos Pedro y Pedro Blaquier deciden que aquel germen que nació con un tal Tamuré (Sideral) ganando un premio en la Rural, y 20 yeguas sin mayor patrón de selección compradas en el Tattersall de Palermo a un tope de 1000 dólares, debía convertirse en algo más. "Pedro, el padre de ambos, Carlos, y Rafael Oliveira Cezar, consiguieron un préstamo del Banco Provincia a cinco años y compraron un campo en Magdala, cerca de Pehuajó", cuenta el veterinario Hernán Durañona, el primer manager que tuvo La Biznaga.
Luego, en un campo junto a la estancia La Biznaga, San Ramón, en Islas, a pocos kilómetros de 25 de Mayo, nació la cabaña que se conoce hoy. Nacía la historia grande. Durañona es precursor allí de un sistema inédito: servir 100 yeguas por temporada con un semental. Pedro Blaquier es la cabeza de la nueva organización. El Gurí Ojeda, fue el primer entrenador de sus caballos. Poco pudo hacer con los hijos de Tamuré y aquellas yeguas de precios módicos, y Carlos Pedro exige "hacer las cosas en serio".
Entonces se suma Practicante. Un coloso, el padrillo para la historia. El que inundó los programas y los clásicos de los 70 con esos hijos inconfundibles, a partir del "ante" como sufijo. Un prodigio que hizo cierto, como tantos otros, aquello de que "lo esencial es invisibe a los ojos". En Practicante, la esencia era la capacidad para correr. "Al nacer –en el haras El Turf- lo iban a sacrificar por deforme", revela Durañona. "Era artrítico, no se paraba; feo, de manos imposibles, tosco… pero corría". Ganó el Jockey Club , el Nacional y el Carlos Pellegrini y en el haras imprimió todos aquellos defectos. "Pero no importaba, porque si transmitía una condición podía transmitir la otra", le dijo el veterinario a Blaquier. Practicante ganó seis estadísticas de reproductores.
Elevación, Vacación, Madrileña, las yeguas fundadoras, entre otras, acompañaron el éxito del padrillo. Todo argentino. Después llegó Frari, más tarde Egg Toss, Mountdrago, Mat Boy, Shy Tom, Batty, Roar, el formidable Bernstein (la gran apuesta, el primer hijo de Sorm Cat en nuestro país), Include, el último grande en La Biznaga. Pasando por algunas decepciones, como debe ser: Craelius, Light Cavalry, el sufrido Dalhart. Entrenadores como Julio Penna, Juan Esteban y Carlos Bianchi, Roberto Pellegatta, Roberto Bullrich y Carly Etchechoury. Y el mejor jockey argentino de todos los tiempos, Jorge Valdivieso .
La opinión unánime sobre Pedro Blaquier, un cardiólogo que murió por un ataque al corazón en Estados Unidos, habla de un hombre intachable, de imborrable sonrisa, al que sucedió Charlie Blaquier, hijo de Carlos Pedro, con el veterinario Juan Ithuralde como sabio manager. Y los éxitos no se interrumpieron, después de Pedro Blaquier.
Como les pasa a todos los haras con respaldo (los Blaquier son los dueños de Ledesma), no faltaba en los sucesivos directorios el accionista que preguntaba "¿por qué el haras..?" Porque el turf , la cría de calidad que hace a la Argentina uno de los cinco mejores países del mundo, no es una inversión. Tiene éxitos y fracasos pero también emociones, ilusiones que exceden las expectativas o se frustran con la misma magia que las rodea. Un sueño hecho realidad termina hoy.La Biznaga empieza a cerrar su historia, que será inolvidable.
Algunos nombres de una ilustre nómina
Frau Altiva, ganadora de la Polla de Potrancas y de clásicos en Estados Unidos; Indian Toss, Auxiliante, Clorhidratante, Savage Toss, el primer triunfador argentino en el Gran Premio Latinoamericano; Refinado Tom, el último héroe de la Triple Corona, Refinado Tom. La base del plantel de madres que siguió a las 20 del origen está en el catálogo de esta venta.
Un retiro inevitable y una reducción imposible
La jubilación de Juan Ithuralde y una reducción de La Biznaga que piden los tiempos pero que no estaba en la cabeza de Charlie Blaquier serían las razones de la liquidación. Hoy, desde las 13, con el martillo de ARG Sales, se venden todas las joyas: 137.
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