El Gran Premio Carlos Pellegrini se corrió en San Isidro y se gritó en Brasil: ganó el paulista Não Da Mais
La tarde en la que todos lloraban por la primera de las tres grandes despedidas programadas a Pablo Falero, el uruguayo no pudo dar pelea en el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1-2400m). Y para colmo, la prueba más importante de la Argentina quedó en manos brasileñas: Não Da Mais, el caballo que llegó desde San Pablo con las medallas de ser el mejor de esos pagos, fue adelante desde el comienzo y resultó inalcanzable, aunque varios locales fueron a presionarlo en la recta final. El jinete no es un improvisado: Carlos Lavor es el Falero paulista.
El tordillo Miriñaque, el potrillo que este año ganó la Polla y el Nacional en Palemo, quedó corto en su ataque final, pero le alcanzó para ser escolta, delante de Pure Nelson e Imperador.
Antes, se corrieron los dos grandes premios que acompañan a la cita cumbre sudamericana desde la reapertura del hipódromo, hace 40 años. En el Félix de Álzaga Unzué (G1-1000m), el clásico para velocistas, Springdom ganó por tres cuerpos en lo que fue su primera experiencia sobre césped, y dejó segundo nada menos que al último campeón de la categoría, Elogiado, con Falero.
De propietarios cordobeses y con entrenamiento en la localidad santafesina de Venado Tuerto, uno de los potrillos del lote no sintió el cambio de pista (sus cinco carreras habían sido en la arena de Palermo) y tuvo en las riendas a alguien que nunca lo había montado: William Pereyra. El muchacho formoseño, aquel que se animó a probarse en Buenos Aires cuando el futbolista José Sand, para el que trabajaba en Corrientes, le aconsejó anotarse en la escuela de San Isidro, lo corrió como si lo conociera de toda la vida, completó con éxito el trabajo que hizo el equipo que comanda el entrenador Ángel Bonetto, de 83 años.
Luego fue el turno del Gran Premio Joaquín S. de Anchorena (G1-1600m), ganado por Top One Scape por un cuerpo sobre la yegua Bamb Harlan, en el 1-2 del haras Firmamento como criador. Y con otro chico surgido de la escuela de aprendices festejando: esta vez, a Cristian Velázquez, de 19 años, la atropellada le salió redonda y le dio al caballo ese triunfo grande que buscó desde que era potrillo y una fisura le cortó la continuidad de su campaña.
Como en el caso de Pereyra, para Velázquez también significó el segundo triunfo de Grupo 1, ambos esta temporada en uno y otro caso.
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