A cinco años de “los cuadernos”: la demora de la Justicia y una deuda enorme con la sociedad
El periodista Diego Cabot habló sobre cómo impactó la investigación en el país y qué se puede esperar de ahora en más de esta causa
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A días de las elecciones presidenciales y a dos meses y medio del final de 2023, el país entra en una doble cuenta regresiva colmada de especulaciones, miedos, preguntas y conjeturas. Lo que se pone en juego el domingo es algo parecido al destino de los argentinos. En este sentido, y en el marco del quinto capítulo de La Nueva Argentina, summit organizado por LA NACION en el que participaron los principales analistas de la economía y de la política argentina, Diego Cabot, periodista que investigó la causa de los cuadernos, reflexionó sobre el impacto y peso real que la investigación tuvo y los motivos detrás.
“Si buscamos las consecuencias que tuvo el caso de los cuadernos podemos encontrar algunas, pero son menos que las expectativas que nos hicimos en su momento”, dijo Cabot en diálogo con Hernán Cappiello, periodista de LA NACION. Para el entrevistado, la repercusión estancada del caso se debe a varias cuestiones y es necesario remontarse a 2018 para una profunda comprensión. “El 2018 fue uno de los pocos momentos de la historia argentina en la que una parte pequeña del empresariado cerca del Estado le tuvo miedo a la Justicia”, disparó
Cabot señaló que esta anomalía en relación al monopolio del poder fue la principal causa del boom del caso de los cuadernos en su momento, y su fugacidad el motivo por el cual el revuelo que parecía prometedor terminó por aplacarse.
“El monopolio del miedo siempre lo tuvo la política, porque el empresario le entrega la posibilidad de usar instituciones como la AFIP y la oficina anticorrupción, entre otras, contra sus intereses particulares”, dilucidó. Para él, en 2017 Cristina Kirchner, “la titular por excelencia de este monopolio”, estaba en caída tras una derrota que no esperaba en las elecciones y, en consecuencia, el miedo se trasladó brevemente a la Justicia. “Fue una ventana muy corta hasta que en 2019 ella vuelve a la escena política con fuerza y ese empresariado, que se había abierto a una pseudosinceridad, se volvió a cerrar”, contó Cabot.
El “desarrepentimiento” de los arrepentidos
Puntualmente en el caso de los cuadernos -y como ocurrió tantas otras veces en el país- la Justicia no retrocedió, sino que se quedó quieta, analizó Cabot, quien aseguró que “esto es todo lo que necesitan los políticos corruptos para quedar parcial o totalmente exentos de sus pecados”.
“Si nos acusaran de algo que no hicimos entonces querríamos que el juicio empiece ya. Con los políticos sucede lo contrario y los hechos se pierden en una nebulosa de chicanas en donde la dilación es la gran defensa de los imputados”, reflexionó el periodista. “Entre esta dilación y la ventana del miedo a la justicia que se abrió y cerró rápidamente, la cuestión quedó anulada para volver a la línea recta del silencio. La Justicia perdió efectividad porque fue lenta y no avanzó como debería avanzar”.
Cappiello, que cubre de cerca al Poder Judicial, agregó que, en ese espacio temporal “no solo se difuminan los acontecimientos, sino que también entran en juego otros actores y variables que contribuyen a la impunidad”. Ejemplos de esto son la presión sobre los funcionarios judiciales, los cambios políticos y las modificaciones institucionales que alteran las reglas del juego.
Cinco años de una causa elevada a un juicio sin horizonte cercano
A cinco años del caso, a través del cual se probó la existencia de una red de recaudación de sobornos donde empresarios pagaban coimas para mantener sus contratos y el dinero era recibido por funcionarios para terminar en los bolsillos de funcionarios del más alto nivel, la causa elevada a juicio, sigue sin tener un horizonte de resolución cercano.
Frente a la pregunta de cuál es la deuda de la Justicia, Cabot respondió que no solo “debe culpables”, sino también inocentes. “Una parte fundamental de la Justicia es declarar inocentes a quienes realmente lo sean, porque si no todo es un eterno estado de sospecha bajo el cual todos somos sospechosos: empresarios, periodistas, funcionarios, jueces, políticos y candidatos. Y en parte por esto no importa demasiado si somos culpables. La Justicia le debe a la sociedad respuestas rápidas, declaraciones de inocencia y condenas efectivas”, cerró.
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