ACDE llamó a fortalecer el diálogo entre empresarios y trabajadores en un encuentro en la planta de Rigolleau
La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa realizó el primer encuentro de su comunidad Zona Sur
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La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) pidió durante su primera reunión de la comunidad de la Zona Sur, realizada en el lugar de trabajo de la fábrica de vidrio Rigolleau en Berazategui, que se promueva el desarrollo de un diálogo abierto y transparente entre los líderes empresariales y los trabajadores.
Como señaló Silvia Bulla, presidenta de ACDE: “Necesitamos tener un diálogo fluido y transparente con los trabajadores porque la empresa es una comunidad de personas y consigue resultados a partir del esfuerzo de todos”.
Bulla también agregó que “hay dilemas profundos en el mundo del trabajo y tenemos que aprender a debatirlos en el marco de la comunidad”, ante un centenar de líderes empresariales y comunitarios de la Zona Sur, familiares de Enrique Shaw y representantes de la Iglesia. Además, Ana Pico, directora ejecutiva de la asociación, declaró: “Sabemos que es un año complicado para el sector industrial y, desde ACDE, queremos acompañarlos”.

El evento tuvo lugar en Cristalerías Rigolleau, la fábrica que dirigió Enrique Shaw, un empresario argentino descrito por la asociación como el “fundador de ACDE y Venerable Siervo de Dios”. Según la ACDE, su memoria “fue especialmente homenajeada y recordada durante la jornada”.
En la misma línea, Sergio Cattorini, director de Rigolleau, expresó que “Enrique Shaw nos enseñó que la empresa es una comunidad de personas y que la productividad surge cuando las personas que la integran tienen un propósito y pueden ser agentes de transformación social”.
Asimismo, Carlos Custer, exdelegado gremial de la empresa, subrayó que “Enrique Shaw tenía un carácter afable y humilde y siempre quería conocer cuáles eran los problemas de los trabajadores, al punto de que fue uno de los impulsores de la primera ley de Asignaciones Familiares”.
La nieta de Shaw, María Elena Critto, también afirmó que “Enrique tenía una fe muy luminosa y el objetivo claro de humanizar la fábrica”.






