Aumenta la demanda de cajas fuertes
Además, se reactivó la apertura de cajas de seguridad en los bancos; algunas, hechas por beneficiarios de amparos judiciales
"Buenas. Quisiera comprar una caja fuerte", dijo el hombre.
-Bien. Dígame, ¿pensó en algún tamaño o formato en particular?
-Sí.
Y apoyó sobre el mostrador una maceta, mediana, de barro cocido, típica de cualquier departamento.
Casi cohibido por la mirada atónita de la empleada, explicó: "Mi idea es poner la caja adentro, taparla con tierra y poner arriba una planta. Andá que los chorros la encuentren".
Aunque para destinos algo más tradicionales, los ahorristas con dinero fuera del sistema bancario comenzaron a buscar refugios alternativos a las cuentas bancarias.
Sea en las cajas fuertes o, aunque suene paradójico a primera vista, en las cajas de seguridad de los propios bancos.
"Antes nos dedicábamos a vender cajas a bancos y empresas. Ahora nos dedicamos a las financieras y particulares, que aumentaron su demanda en un 30 a 35 por ciento. Lamentablemente", dice Cecilia, de la tradicional Casa Borges.
"Lamentablemente porque, aunque tenemos entre 15 y 20 consultas particulares diarias, convenía más operar con bancos porque se ganaba más plata -explica-. El trabajo era más concentrado, mientras que ahora puede ocurrir cualquier cosa." "Cualquier cosa" significa "el hombre de la maceta" que le tocó vivir a Cecilia, y otros tantos ejemplos impensados. "Ya nada nos suena raro", afirma.
Los precios de las cajas fuertes y tesoros en la "línea residencial" dependen del tamaño y el tipo de cierre de la caja fuerte, y si es para empotrar o abulonar a la pared.
Una caja fuerte un poco más grande que un televisor de 14 pulgadas, por ejemplo, con llave, puede costar $ 500 más IVA. Si tiene llave y combinación manual, $ 650 más IVA. Y si tiene combinación digital, que es importada, el precio normal con IVA, más 136 dólares.
"Algo más grande y seguro puede salir mucho más caro", afirma Francisco Martínez, de Seguridad Bulldog, una firma que fabrica cofres, tesoros y cajas fuertes a pedido.
"Hay cofrecitos para guardar hasta $ 10.000 que valen entre 20 y 30 pesos. Pero también hay cajas que pesan 1000 kilos, de 1,60 metro de altura, que cuestan $ 12.000 porque son antirrobo, antisoplete y antiperforante."
Martínez sostiene que "es lógico que un poquito más se venda por la situación actual". Lo poco lógico es que Seguridad Bulldog ha tenido que introducir cajas fuertes, que siempre deberían ir de la mano de la privacidad, por ventanas exteriores y ascensores especiales.
Mientras que las firmas privadas estiman una incremento en las consultas y ventas de hasta el 35%, en los bancos el fenómeno tiende a estabilizarse, tras un fin de 2001 y comienzo de 2002 muy agitados.
Temores duplicados
"En diciembre se formaban colas para acceder a las cajas de seguridad, y desde entonces cambió muchísimo la frecuencia de visitas", sostiene una fuente del HSBC.
En la entidad afirman que no bajó el uso de cajas. Todo lo contrario. Comparado con noviembre del año pasado, cuando el corralito, la devaluación y la pesificación no estaban ni en los peores sueños de los argentinos, el uso de cajas creció un 15 por ciento. "Aunque ahora tendió a estabilizarse", completa la fuente.
Las estadísticas del Banco Ciudad también muestran un aumento del 10% en la cantidad de cajas de seguridad ocupadas, comparado con el nivel previo al corralito. "Nosotros mantuvimos nuestras tarifas, otros bancos no", advierten. En el Banco Nación, en tanto, aseguran que crecieron un 20 por ciento. "Llegan de otros bancos por los rumores que escuchan, o son los beneficiarios de amparos que lo sacan de una cuenta corriente y ponen los dólares en una caja", dice una fuente de la entidad.
En todos los bancos consultados por LA NACION, dos de los que ofrecieron datos bajo reserva de sus nombres admiten, empero, que el incremento es en relación con noviembre del año pasado. Pero que desde la aplicación del corralito los números se mantienen estables.
No aumentaron por los rumores que circularon sobre una posible confiscación de todas las cajas dispuesta por el Gobierno. También por el temor a que la caída del banco en cuestión complique o impida el acceso a lo allí guardado.
El temor, sin embargo, también hace lo suyo entre quienes deciden dejar el dinero en sus casas.
"La gente anda con mucho miedo. Muchos nos piden por adelantado el nombre y apellido de los empleados que instalarán la caja fuerte", dice Cecilia.
Si la empresa vendedora no hace la instalación entonces la posible compra puede frustrarse porque el interesado debe buscar algún albañil de confianza.
"Viene gente que nunca antes tuvo una caja fuerte. Sobre todo, jubilados. Nos damos cuenta por cómo y qué preguntan", dice Gabriela Pinedo, de la firma Vetere. "Gente que quiere colocar una en un placard, detrás de un cuadro o de una tapita de luz, en el jardín o hasta en el baño", agrega.
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