Brote de nervios en los mercados
Un previsible brote de desconfianza eclosionó ayer en el mercado financiero local e hizo que la jornada de cierre del primer tramo del canje de la deuda se transformara luego del mediodía en un verdadero mar de incertidumbre. Las imágenes que aparecieron en las más características calles de la City porteña hicieron que muchos recordaran los más calientes días de la crisis del tequila en 1995 y de su antecesora de comienzos de la década, que desembocó luego en el recordado plan Bónex.
Las postales de la gente agolpada frente a las pantallas que daban cuenta de la cotización del dólar y las largas colas para retirar dinero de las cajas o cajeros automáticos testimoniaron que el grado de nerviosismo se había generalizado.
La magnitud que adquirió la ola de desconfianza hacia el sector financiero se reflejó en un aumento exponencial de las tasas a las que se negocian los préstamos entre bancos, y en una marcada ola de retiros de fondos que habría superado los 500 millones, en la mayoría de los casos, dejó a las entidades sin efectivo y las obligó a dosificar la devolución de los depósitos, especialmente los nominados en dólares.
El temor se generalizó en medio de una catarata de versiones sobre presuntas medidas para restringir el movimiento de fondos en cuentas bancarias y dolarizar la economía. En este clima, cientos de ahorristas corrieron a los bancos para retirar sus depósitos, lo que provocó a su vez que las entidades se embarcaran en una desesperada pelea por garantizar su acceso a los fondos que disparó las tasas en ese segmento hasta el 900% anual por operaciones en pesos a tres días. Los dólares se transaron entre 150 y 180 por ciento, para igual lapso.
Y el crédito, que ya era muy escaso, desapareció por completo, al tiempo que algunas empresas observaron cómo se les cerraba cualquier posibilidad de financiación bancaria.
La corrida potenció a su vez un nuevo derrumbe en la cotización de los bonos y las acciones locales que se detuvo hacia el tramo final de las operaciones, cuando quedó claro que el canje de deuda en marcha cosecharía más presentaciones que las esperadas en un principio.
De allí que no sorprendió que la tasa de riesgo país, que había llegado a superar los 3570 puntos por el desplome de los bonos, cerrara finalmente el día en 3340 puntos. Ese nivel, si bien es superior en 98 unidades al previo, se ubica 230 puntos por debajo del pico máximo que el indicador tocó en el día, lo que muestra el grado de reversión que tuvieron las expectativas a media tarde.
En sintonía con este movimiento, la caída del 3,5% que llegó a acumular la Bolsa porteña hacia el mediodía comenzó remontarse levemente desde entonces, y con mucha más fuerza desde las 16. Con ese impulso el índice Merval pudo finalizar el día en positivo: subió 0,79 por ciento, apuntalado por la fuerte mejora que mostraron los papeles de las compañías exportadoras.
Pero en el recinto se notó que hubo operadores que apostaron a diferentes escenarios, según la evolución de los acontecimientos. "Aquellos que creen que durante el fin de semana se encontrará una solución compraron papeles de empresas cíclicas y bancos. Pero los que apostaron a una devaluación y profundización de la crisis se volcaron por papeles como Siderca, que es una empresa que trabaja en el mercado externo: su acción subió más del 10 por ciento", explicó Néstor de Césare, de Allaria Ledesma.
Lo cierto fue que al cabo de una sesión no apta para cardíacos los indicadores del mercado traspasaron nuevos récords negativos para recuperarse sólo hacia el final.
En tanto, los bonos cerraron con resultados mixtos. Mientras que el FRB cayó a US$ 43,75 (-3%), el Global 2008 subió 1,09% y cotizó a US$ 32,60 luego de mantenerse con una pérdida de más del 8 por ciento en la media rueda.