Tras lidiar con la falta de humedad en las siembras, ahora varias regiones agrícolas padecen por la aparición del nabo, para cuyo combate aún no hay un tratamiento efectivo
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Después de una implantación problemática, los trigos están macollando en diferentes condiciones de acuerdo con las lluvias recibidas. En términos generales, las últimas precipitaciones fueron más generosas en el sur y en el noreste bonaerense y en el sur de Santa Fe, pero más escasas en Córdoba, oeste de Buenos Aires y en La Pampa. En tanto, los requerimientos hídricos durante el macollaje son acotados y la carrera del trigo 2022/2023 se define a partir de principios de septiembre, momento en que los motores deben desarrollar plena potencia porque comienzan las etapas de definición del rinde.
Mientras tanto, los productores enfrentan el desafío de controlar las adversidades del cultivo, a las que se sumó en 2021 y 2022 el nabo resistente a herbicidas. Tiene gran difusión en la zona sur de cultivo –Balcarce y Ayacucho– donde puede reducir el rendimiento del trigo hasta en un 80%, según el técnico Ramón Gigon. Resiste no solo el glifosato, sino también el 2,4D, dicamba y el metsulfuron. Controlar el nabo es más complicado que combatir el raigrás o el yuyo colorado, para los cuales ya hay varias recetas que funcionan; para el nabo se están ensayando estrategias.
Hongos al acecho
Se están probando la flurocoridona, el MCPA, el paraquat y otros herbicidas en aplicaciones con plantas chicas. Para lotes con mayor desarrollo de la maleza se puede recurrir a la técnica del “doble golpe”. Por ahora, el nabo es un problema serio para los productores del sur, pero es cuestión de tiempo para que se difunda a otras zonas, como ocurrió con el raigrás, que apareció en esa zona y hoy se ve en General Villegas y en el sur de Córdoba, como consecuencia de la maquinaria en tránsito.
El tiempo húmedo también provocó la aparición de mancha amarilla, que debió controlarse con tratamientos. En estos días se está monitoreando la aparición de roya. Las aplicaciones se deben planificar con tiempo y hay que disponer de stock de productos, porque se enfrentan problemas logísticos para su adquisición: no se consiguen todos los fungicidas en todos los puntos de venta y los precios son dispares. Una historia que se repite con otros fitosanitarios.
También hay que tener en cuenta el delay en el efecto de muchos fungicidas: entre la aplicación y la observación del impacto puede transcurrir una semana, razón por la cual no hay que demorar el inicio.
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