La producción de esta fina fibra mediante la cría de gusanos Bombyx moriya sentó sus bases en el norte pampeano y se perfila como una buena opción para solucionar la falta de trabajo que aqueja a la zona
REALICO.- Susana Villegas toma un puñado de capullos blancos, los sumerge en agua caliente y desprende el suave filamento de cada uno de ellos para luego formar una sola hebra con la que podrá armar una madeja de hilo sedoso. Así, en su propia casa, repite parte de un ritual productivo originado en la antigua China hace más de 5000 años y que hoy se presenta como un auspicioso emprendimiento alternativo para esta ciudad del norte pampeano de poco más de 8000 habitantes: la sericicultura o producción de seda cruda mediante la cría de gusanos.
Esta asombrosa actividad se nutre de la combinación de los cuidados del hombre y el trabajo del gusano Bombyx mori , único ser sobre la tierra con la invaluable capacidad de producir miles de metros de fino hilo, con el que forma un capullo en el que se guarece durante la etapa de metamorfosis.
"Aspiro a que Realicó se convierta en uno de los mayores centros productores de seda del país y que esta alternativa sirva para solucionar en parte la gran falta de trabajo que hay en la localidad. Creo que esta es una salida ideal, porque se trata de una tarea en la que puede participar toda la familia", comentó Villegas, la mayor impulsora de este proyecto.
El gobierno provincial, por medio del Ministerio de la Producción ha brindado su apoyo a esta incipiente actividad. "Creemos que la sericicultura puede ser importante para el desarrollo de las economías familiares en ciertas regiones como la del norte de La Pampa, en la que las condiciones agroecológicas son óptimas para llevar adelante este tipo de actividad", expresó el ministro de la Producción de La Pampa, Ricardo Moralejo.
Según el funcionario, desde el Gobierno se va a dar un marco organizacional para la producción de capullos y la elaboración de un producto con valor agregado sobre la base de la fibra obtenida. "Por último, ayudaríamos a optimizar la comercialización, tanto en el país como en el exterior", indicó Moralejo, que consideró que el proyecto merece apoyo por la gran persistencia que han mostrado sus impulsores.
Por su parte, la directora de Producciones Alternativas de La Pampa, Andrea Bombar, puntualizó: "Ya se han entregado fondos para su financiamiento y se continuarán brindando todas las herramientas que sean necesarias para su desarrollo".
La idea germinó en 2000 en el seno del grupo Amas de Casa Regional Realicó, que estaba en busca de una alternativa productiva que fuera viable en la zona y que no tuviera un alto costo. "Luego de descartar varias opciones, nos decidimos por ésta, porque nos parecía novedosa y atractiva", acotó Villegas.
Contaban con un punto a su favor: en el norte pampeano, en el límite con la provincia de Córdoba, el suelo de aceptable fertilidad y el clima con características subtropicales presentan las condiciones óptimas para el crecimiento de las plantas de morera, el principal alimento del gusano de seda.
Empezaron con 1000 huevos, después consiguieron dos telainos (unidad que se utiliza en sericicultura y que equivale a 20.000 huevos, capullos o gusanos), y en la actualidad trabajan con diez telainos de huevos anuales y 280 plantas de morera. "A la vez, como yo tengo productores en otras ciudades, les compro a ellos parte de los capullos. Así llegamos a contar con 20 telainos de capullos por año, con los que aspiramos a producir unos 70 kilos de seda por temporada", estimó la emprendedora.
En busca de información
Ahora, esta mujer de 49 años, casada y con un hijo, habla sobre el tema con la locuacidad y la soltura de una experta, pero hace seis años, cuando comenzó, necesitaba que alguien le explicara de primera mano de qué se trataba esta actividad, tan cautivante como enigmática. Así fue como apareció en escena Adriana Casadío, bióloga y doctora en biología. "Leí un artículo de ella sobre este tema y decidí consultarla", dijo Villegas.
Se encontraron en 2002 y organizaron una jornada sobre sericicultura, en Realicó. "A partir de aquella primera reunión surgieron intereses de la industria y de las facultades de Agronomía e Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires", comentó Casadío, que transmitió las nociones básicas y hoy actúa como nexo entre los productores y la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa.
Luego de ese encuentro, esta mujer de 42 años que es, además, presidenta de la Red Argentina de la Seda, viajó a Italia para obtener mayor información, ya que ese país (junto con Francia), fue el centro de referencia en el nivel mundial de la seda europea. Aunque aún quedan vestigios de lo que fue la "edad de oro" de esta fibra, la producción de seda en el Viejo Continente ya no es lo que era hace un siglo.
"Los países industrializados no producen seda, porque se requiere mucha mano de obra y dedicación, ya que el gusano no se cría sobre la morera, sino que hay que recortar las hojas del campo, traerlas al lugar de cría y conservarlas. Hay demanda mundial para aprovechar, ya sea en capullo, en hilo o en prendas terminadas", señaló la bióloga, que prefiere esta última opción para favorecer el armado de una gran red de productores y artesanos.
En tanto, ciertos contratiempos empujaron a Villegas a hacer algunas modificaciones en su plan inicial. La idea original había surgido en forma grupal, pero como luego no se contó con el apoyo esperado de la anterior administración municipal, hubo que replantear el funcionamiento del emprendimiento. "Decidí armar una empresa privada en la que podría desarrollar desde la producción hasta la prenda terminada", explicó.
De este modo, la iniciativa tomó dos cauces: la liga de amas de casa, que se encarga de la capacitación de los futuros productores, y la empresa Sedas Pampeanas, fundada por Villegas, que será una especie de acopiadora de capullos, en la que luego se devanará e hilará la materia prima. Por su parte, los productores, a los que Villegas entrega larvas para garantizarse una buena genética y una calidad uniforme, se convertirán en proveedores y tendrán su ganancia.
Aunque buena parte de esta rueda ya empezó a funcionar, todos los involucrados en el plan saben que todavía quedan piezas por ajustar. "Falta gente con los conocimientos necesarios para empezar a producir y financiación para instalar un local apropiado y plantar las moreras. Se trabaja en esos aspectos mediante la capacitación y la solicitud de créditos provinciales y nacionales", puntualizó Casadío.
La idea de máxima es crear un gran grupo de productores, obtener mayor cantidad de materia prima e ingresar en el mercado internacional con las prendas ya terminadas. Para esta última etapa se requiere contar con un diseño propio que sirva como marca distintiva de la región. Es en este punto cuando comienzan a tallar Verónica Macri y Betina Jordana, las diseñadoras encargadas de imponer su sello distintivo a los tejidos que se confeccionen con la seda pampeana.
"Hace dos años comencé a investigar sobre el hilado de seda y a buscar productores en el país, así fue como me encontré con Susana. Le conté que estaba interesada en trabajar esta fibra y que creía que podía lograr el protagonismo de las lanas de llamas y de ovejas merino, las dos más fuertes en el país", recordó Macri, que reside en la Capital Federal.
Una tenía la producción y la otra el conocimiento sobre el diseño y la comercialización, así que no tardaron mucho en asociarse. "Hay un gran mercado y podemos llegar a exportar un diseño de vanguardia", se entusiasmó Macri. Según esta gran conocedora de las fibras naturales, la empresa no trabajará en serie, sino que competirá mediante la variedad de modelos.
Diseños y tejidos
En cuanto a la metodología de trabajo, Macri aclaró: "Nosotras sólo vamos a diagramar los diseños y una vez que estén armados con medidas, peso y todas las demás características técnicas, se los enviaremos a Susana para que los teja en su taller". Allí, Susana no estará sola con el telar y las agujas, sino que la acompañarán otras tres tejedoras: Viviana Gazi, Ester Ferreira y Dora Bustamante.
¿Cómo será la comercialización? En el país se venderá por medio de consignación en distintos locales, mientras que en el caso de la exportación se contará con la colaboración del Departamento de Comercio Exterior de La Pampa, que realizará las gestiones de difusión correspondientes.
Por ahora, ninguno de los involucrados se anima a adelantar el valor de estas prendas, que tendrán su bautismo de fuego en la exposición y venta que se llevara a cabo en octubre en la Sociedad Rural de Palermo. De todos modos, se pueden tomar como referencia estas cifras: un kilo de capullos de primera calidad cuesta tres dólares; un kilo de seda cruda, 50 dólares, y un chal de esa fibra, 200 dólares.
¿Caro? No tanto, si se lo compara con el precio en oro y plata que pagaban los romanos en el siglo I, época en que la seda era tan difícil de encontrar en Roma que incluso los más ricos sólo podían adquirir pequeñas tiras que se cosían en sus túnicas de algodón, lino o lana.
En tanto, mientras concluye una madeja con los suaves filamentos de un puñado de capullos en la rústica máquina devanadora que le construyó su hijo, Susana Villegas sueña con que los ocasionales interesados en el fruto de tanto sacrificio decidan finalmente comprar algo más que simples tiras de seda.
Un secreto guardado con celo por China
Fue uno de los secretos mejor guardados de la legendaria China. Durante siglos, la técnica de cría de los prodigiosos gusanillos y el método para la fabricación de la seda que de ellos se extraía se mantuvieron en el más férreo hermetismo, y se llegó incluso a aplicar la pena de muerte a todo aquel que se atreviera a sacar del país huevecillos, gusanos o mariposas de la especie.
El hallazgo de restos de esta fibra en tumbas antiguas y el descubrimiento de grabados alusivos a los términos "gusano", "seda" y "morera" hacen suponer a los historiadores que la sericicultura tuvo su origen hace más de 5000 años.
"Aunque hay infinidad de leyendas sobre cómo se descubrió esta técnica, la versión más aceptada es la que alude a que un gusano cayó accidentalmente en una gran vasija de metal con agua hirviendo y comenzó a exudar una sustancia que formó una fina capa en la superficie. Al ver que el material resultante era suave y llamativo, los chinos pensaron que podrían darle una utilidad textil", explicó el sinólogo Jorge Malena, coordinador de la carrera Estudios sobre China Contemporánea, de la Universidad del Salvador.
Manos femeninas
Hasta el siglo pasado, la cultura china atribuía a las manos femeninas la responsabilidad de todo el proceso de fabricación de la seda, desde la alimentación del gusano hasta el tejido de las prendas. Toda mujer mayor de quince años recibía el mandato familiar de criar los laboriosos gusanillos.
En referencia al trato que se le ha dado tradicionalmente a este insecto, Malena hace una curiosa disquisición. "En mandarín, el término chong significa gusano de seda, pero también se emplea para hacer referencia a los hijos adoptados, lo que evidencia los cuidados que deben recibir también quienes no son de la misma sangre pero integran la familia", explicó este profesor del idioma chino.
El resultado de tanta dedicación no sólo fue empleado asiduamente en la China imperial, sino que mediante la mítica "ruta de la seda" llegó a hacerse conocido en Asia Central, India y Medio Oriente. Aunque los nobles la utilizaban desde principios de la era cristiana, su uso comenzó a popularizarse a partir de los siglos XII y XIII, cuando empezaron a aventurarse por la escabrosa ruta los europeos, más precisamente los mercaderes venecianos (entre los que se destacó el célebre Marco Polo).
Pero una cosa era el uso de la seda y otra muy distinta el conocimiento del proceso que permitía obtenerla. No fue sino hasta mediados del siglo VIII que los moros lo ingresaron en España por el norte de Africa. En Italia, por su parte, el método de producción se difundió en el siglo XIII, mientras que a Francia llegó dos siglos más tarde. En tanto que en la Argentina fue introducido por los jesuitas recién en el siglo XVII.
Claro que también existen diversas versiones y leyendas sobre su divulgación previa, pero lo cierto es que hasta el siglo VIII el "reino del medio", como también se conoce al gigante asiático, fue un inexpugnable capullo que guardó dentro de sí uno de sus mayores secretos.
El insecto que ya no puede volar
REALICO.- El Bombyx mori nunca volverá a volar. Desde que el hombre descubrió la capacidad única de este insecto de producir seda con sus glándulas salivales, su destino quedó marcado. Su virtud fue su condena, puesto que para lograr una fibra de primera calidad el productor debe conservar intacto el capullo; por eso, mata a la crisálida y le impide que llegue a convertirse en mariposa y que rompa su envoltorio.
Pero hay otra razón por la que este lepidóptero, el único insecto domesticado, nunca levantará vuelo. Y también se la "debe" a la producción de su precioso filamento. Los milenios de sometimiento bajo la mano del hombre le han hecho perder su capacidad de volar; por eso, aunque la mariposa llegue a desarrollarse, nunca se elevará del suelo ni podrá sobrevivir en estado silvestre.
Antes de todo esto, el gusano cumple con el proceso que lo ubica como el primer eslabón de la sericicultura. Su ciclo biológico completo dura unos 60 días y comprende nacimiento, desarrollo de la larva, capullaje (metamorfosis), salida del capullo (mariposa), puesta de huevos y muerte.
Etapa interesante
De todas estas etapas, la más interesante es la que comprende el armado del capullo. Adriana Casadío, bióloga y doctora en biología, lo describe así: "La larva cumple cinco estadios evolutivos. Cuando llega al último, deja de alimentarse, purga todo su intestino y comienza a producir los primeros filamentos de seda para anclarse y empezar a formar su particular envoltorio. Durante cuatro días teje una hebra única que finalmente alcanzará los 1500 metros".
Según explicó esta especialista, luego de construir su capullo el insecto hace su última muda larval para transformarse en crisálida, una especie de momia diminuta que no se parece en nada ni a un gusano ni a una mariposa, pero que es tan importante como ambos. Durante ese estadio se destruyen los tejidos de la larva y se forman nuevos, que serán los del adulto.
"Para que el capullo no pierda su valor comercial se interrumpe el ciclo en la mitad; es decir que lo que debería durar 15 días se corta a los ocho, y con esto se evita que se forme la mariposa que rompería el envoltorio. La muerte de la crisálida se provoca por sofocación con aire caliente, que, a la vez, quita la humedad existente", continuó Casadío.
Allí el Bombyx mori finaliza la parte que le corresponde dentro de la sericicultura. De aquí en más, todo el trabajo de elaboración de la seda quedará en manos del productor, que hasta ese momento lo que ha hecho es ocuparse de la alimentación y cría del gusano. Que no es poca cosa. "Desde que nacen, lo único que hacen es comer vorazmente hojas de morera, lo que les permite pasar de los tres milímetros que miden al nacer a los ocho centímetros que alcanzan al final de la etapa larval", destacó la bióloga.
En lo que respecta al capullo, una vez recolectado se lo almacena hasta el momento del devanado, cuando se lo macerará en agua caliente para ablandarlo y limpiar la gres que lo cubre. Con la hebra de varios capullos se elabora la seda o greña con la que luego se forma una madeja.
Después se cuecen los hilos con agua de jabón, para desechar totalmente la gres residual. Y luego de todo esto, al fin aparece la seda cocida, suave al tacto, flexible, blanca y brillante, el precioso y codiciado producto que selló para siempre el destino del Bombyx mori , el asombroso insecto que realizó su último vuelo hace unos 5000 años.