
Siembras Asociadas nació con 5000 hectáreas y apunta a las 30.000 en 2004/5
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De un lado, una empresa proveedora de insumos y servicios. Del otro, 35 productores. Entre ambos, un objetivo en común: ser socios en el negocio de la siembra de campos en el sudeste bonaerense.
Desde hace más de una década, la firma Ceres Tolvas y empresarios de esta zona se lanzaron a la producción agrícola con una iniciativa donde todo se hace en sociedad.
No se trata de un pool de siembra. Por el contrario, en este emprendimiento hasta los contratistas pasan a ser socios y se involucran en los proyectos de cada campaña.
En Siembras Asociadas, tal como se denomina esta experiencia, confluyen los intereses de productores, de contratistas y de inversionistas privados que se proponen hacer agricultura.
La manera de trabajar es sencilla. Es más, quizá bastaría con mencionar que la empresa pone una parte de su negocio y que los productores hacen lo mismo con lo que les corresponde.
El abanico de empresarios que participan de esta experiencia es amplio. Por ejemplo, algunos tienen los campos, pero no los insumos, otros poseen las herramientas y no la tierra, y también están los que simplemente quieren encarar la producción en sociedad.
Socios para sembrar
La idea es que la empresa busque un campo para sembrar, que el productor lo ofrezca o que ambos afronten la tarea de encontrar una explotación que se perfile como interesante.
Una vez definida la relación entre los dos, o tal vez con el contratista o el inversor que se sumó como socio, comienza a delinearse el plan para desarrollar un proyecto.
Los campos son incorporados según un determinado rinde y se los analiza de acuerdo con el posible precio futuro y si son capaces de dejar una rentabilidad de entre el 18 y el 20 por ciento en dólares.
Un dato: en la última campaña, la rentabilidad alcanzó el 24 por ciento. Para el próximo ciclo se proyecta entre el 20 y el 21, pero puede ser mayor cuando se conozca el número final.
Ahora bien, el 70 por ciento de la inversión en el negocio queda en manos de los productores, contratistas e inversores y el 30 restante es manejado por la firma, que también lo comparte con otros empresarios del agro y con quienes no tienen nada que ver con el sector.
La empresa y los productores lograron un fuerte crecimiento en los últimos años. De unas 5000 hectáreas durante 1995-1999 pasaron a 12.500 en la última campaña y tendrán casi 20.000 hectáreas en el ciclo 2003/2004. La proyección para 2004/2005 es llegar a las 30.000 hectáreas.
El 32 por ciento del área de siembra se concentra en Tandil, y luego hay un 13% en Lobería, un 11% en General Pueyrredón, otro 11% en General Alvarado y un 6% en Necochea, entre otras zonas. Más allá del sudeste bonaerense, Siembras Asociadas también está en Pergamino con los productores para hacer soja y maíz. Este partido ya representa el 13% de la superficie cultivada.
El trigo ocupa el 48% de la superficie que la empresa y los productores siembran juntos. Luego le siguen la soja, con un 31%, el girasol, con un 12%, y el maíz, con un 9 por ciento.
La estructura de Siembras Asociadas está compuesta por un comité que define un presupuesto, una estrategia general y los pasos por seguir. Después hay un coordinador que baja los lineamientos a las distintas unidades de negocio dispersas en el Sudeste y a los técnicos operadores de lote.
"En cada lugar hay un técnico que se encarga de realizar un seguimiento. No viajan 300 kilómetros para ver a los campos", comentó el ingeniero Julio Pagola, de Ceres Tolvas.
El objetivo es ganar
"Nosotros y los productores queremos ganar. Por eso, es muy importante que el proyecto en común sea interesante y deje beneficios para ambos", manifestó el directivo de la empresa.
A la hora de sumar voluntades, la empresa no tiene una predilección por un determinado tipo de empresario. Le resultan atractivos tanto los grandes como los medianos y pequeños productores. Una prueba de lo que se hace en conjunto es lo que ocurre con un campo de 2500 hectáreas de Tandil. Allí hay cuatro socios distintos involucrados en el proyecto de siembra.
Pero, además, la empresa tiene productores que trabajan con ella desde hace seis, siete, ocho y hasta diez años. En este sentido, con Leoncio Gonzalo lleva una relación de más de una década.
"El es dueño de su campo y posee las herramientas, pero le interesa estar con nosotros. Cuando llega la cosecha, cada uno tiene su porcentaje determinado", explicó Pagola.
Además de tener productores socios en el Sudeste, la empresa también siembra en Pergamino (Buenos Aires), donde desarrolla un esquema similar con varios empresarios para hacer maíz y soja.
"Mientras nosotros vamos a esa zona para sembrar esos cultivos, ellos vienen para apostar al trigo. La idea es estar asociados en esto", puntualizó el empresario.
Esta experiencia es una señal de que los productores y las empresas vinculadas con el sector pueden trabajar de una manera muy estrecha. Es más, se trata de un caso donde claramente hay una vocación de estar juntos.
Y esto parece ser así tanto frente a los momentos donde hay que ganar o perder. De todos modos, como el negocio está compartido y se integran los esfuerzos, es más fácil que se repitan los primeros.




