Jersey, con más grasa y proteína, y Montbeliarde, con rusticidad y adaptación a campos difíciles, abren oportunidades para los tambos
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Cada tambo tiene distintas alternativas para producir leche, de acuerdo a sus condiciones ecológicas, a su sistema productivo y a los gustos personales del titular, entre otras variables. En esa “paleta” de situaciones, caben distintas opciones genéticas que cada empresario puede evaluar. El concepto básico es que no hay una raza mejor que otra para todas las situaciones, sino distintas herramientas que pueden resultar más apropiadas para cada empresa particular.
En nuestro país, la mayoría de los tambos utilizan la raza Holando Argentino, una excelente genética, con muchos años de selección y datos. Sin embargo, en los últimos años, el mercado ofrece otras posibilidades con prestaciones distintas, que están siendo usadas con éxito por productores de distintas regiones.
Montbeliarde: una raza rústica y productiva
“Arranqué con la raza Montbeliarde en 2006, cuando ingresaron los primeros ejemplares al país. Esa genética me venía bien para mi campo en Marull, a 120 kilómetros de San Francisco, Córdoba, una zona con condiciones difíciles para la producción”, rememora Adrián Martín, un empresario que combina el tambo comercial con la venta de reproductores.
“La calidad del suelo en Marull no es la mejor, los veranos son agobiantes y las lluvias son relativamente escasas: 600-700mm anuales. En esas condiciones, elegí Montbeliarde, una raza rústica que se adapta a esa situación y además me daba la posibilidad de agregar facturación al campo mediante la creación de una cabaña”, añade.
“La raza Montbeliarde se comporta muy bien ante el estrés calórico y no reduce la producción por altas temperaturas. Otro atributo positivo es la fortaleza de las patas y la resistencia a las enfermedades podales y a la mastitis”, destaca.
“Cuando viajé a Francia y a Chile para ver tambos con vacas Montbeliarde me decían que esta genética resignaba algo de producción respecto de la raza Holando. Sin embargo, luego de 17 años de trabajo y con vientres de quinta generación, he logrado una producción estabilizada de 32-38 litros por vaca y por día. Recientemente, presentamos vacas de la cabaña en el Concurso Lechero de la Sociedad Rural de Rafaela y llegaron a 52 litros por día, con alto contenido de grasa y de proteína”, destaca Martín.
Las vientres de esta raza son de tamaño moderado, con una conformación con atributos carniceros, lo que permite cargar al mercado una muy buena vaca de descarte. Ambos rasgos se pueden observar desde el primer servicio con Montbeliarde cuando se hace cruza por absorción sobre Holando.
El pelaje de Montbeliarde mezcla el blanco con tonos rojizos. Es una raza que se adapta a tambos pastoriles y estabulados, en latitudes frías y calurosas, con muy buena fertilidad y producción. Los machos muestran muy buen ritmo de crecimiento y facilidad de engorde hasta el peso de faena.
“Actualmente en el campo tenemos la cabaña Montbeliarde y el tambo La Clide. Con animales de la cabaña vamos a exposiciones de la región con muy buenos resultados, porque es una genética seleccionada a través de varias generaciones. Desde el inicio fueron producidos con semen provisto por el equipo de Select-Debernardi, quienes me abrieron las puertas a la raza y con quienes hicimos varios viajes de estudio y desarrollamos una relación muy positiva”, señala.
Jersey: más sólidos en la leche
“La industria paga la leche por los sólidos que contiene: grasa y proteína. La leche de vacas Jersey tiene mayor porcentaje de ambos compuestos y permite obtener un precio 20-25% superior respecto de los tambos tradicionales. De esta forma, los 55$/l que se pagan actualmente pasan a 69″, diferencia Agustín Robredo, presidente de la Asociación de Criadores de esta raza.
“El pago por calidad llevó un proceso largo de negociación con la industria, pero finalmente se consiguió porque a las usinas les conviene procesar una leche que puede producir 35% más de manteca o 30% más de queso, por ejemplo”, argumenta Robredo.
Al explicar en detalle la composición de la leche de las razas Jersey, el directivo indica que “contiene alrededor de 5% de grasa versus 3,8% de la leche de Holando. En contenido de proteína, los porcentajes correspondientes son 4 y 3,3%.
Las vacas de la raza Jersey son de menor tamaño, lo cual supone menos requerimientos de mantenimiento y menor consumo de alimento a lo largo de su vida. El consumo promedio diario es de 20 kilos de materia seca, que se pueden aportar con pastoreo, silaje, heno o alimento balanceado.
Esta raza “produce menos litros de leche por vaca y por día que la Holando, pero la ecuación se da vuelta cuando se consideran la cantidad de sólidos de la leche de Jersey y la mayor carga animal por hectárea (tres vacas Jersey donde pastorean dos Holando). La suma de ambos factores eleva la facturación del tambo”, apunta Agustín.
Otros atributos positivos de las vacas Jersey son su fertilidad y precocidad: “a los 15 meses, con 270 kilos, se pueden inseminar las vaquillonas, para parir a los dos años”, destaca Robredo, quien también resalta que “habitualmente no ocurren problemas durante el parto porque el ternero es de bajo peso al nacer: las vacas paren solas en el lote, sin necesidad de ayuda de el hombre”. Tampoco se observan problemas de vaca caída, fiebre de leche o pietín, gracias al casco negro y al bajo peso corporal de las Jersey.
Estas vacas dan 6500-7000 litros por lactancia. “Al no producir tanta leche, no presentan habitualmente problemas de caída de ubre”, subraya. Además, pueden estar al sol todo el día y tienen mucha resistencia al estrés calórico por poseer muchas glándulas sudoríparas que les permiten mucha transpiración.
El pelaje es marrón con o sin aureolas. Los terneros no son muy demandados para el engorde, por lo cual muchos tambos utilizan semen sexado, lo que permite contar con más vaquillonas de reposición e incluso vender un producto que tiene demanda firme.
En algunos tambos se han cruzado vacas Holando con toros Jersey. “Si se parte de una buena vaca Holando y se cruza con un buen toro Jersey, se obtienen vientres con buena fortaleza de ubre y mayor cantidad de sólidos de la leche”, apunta Robredo.
En la actualidad hay muchos oferentes de genética Jersey importada y nacional. La raza es buscada por productores que priorizan contar con vacas de bajos requerimientos, con adaptación a condiciones complejas y que den un producto con un sobreprecio por mayor calidad.
Triple cruza
Pedro Enrique Brandi armó su primer tambo en Nogoyá, Entre Ríos, en 1981, con vacas Holando. Enseguida tuvo que enfrentar muchos problemas de barro y calor, con efectos negativos sobre su sistema pastoril.
“Las pariciones de otoño coincidían con una época de repetidas lluvias, por lo que las vacas sufrían mucho y perdían estado en esa etapa crítica, algo que luego resultaba difícil revertir”, plantea.
La respuesta a esa situación fue la construcción de galpones y la búsqueda de hacienda de mejor comportamiento en ese contexto. “Hicimos una prueba con vacas Jersey, de menor tamaño y mayor adaptación al calor. Luego fuimos a Mercoláctea y conocimos a un técnico norteamericano -Les Hansen, de la universidad de Minnesota- que sostenía que el cruzamiento de razas lecheras genera muchas ventajas. Justificaba esa recomendación en el hecho de que las razas Holando y Jersey puras, lecheras por excelencia, tienen alta consanguinidad, un factor claramente negativo”, recuerda.
Para enfrentar esa debilidad, Hansen impulsaba la cruza entre distintas razas aprovechando el vigor híbrido. Sostenía que cruzando dos razas se obtiene un 50% de heterosis, mientras que agregando una tercera se puede llegar al 85%. Entonces, cruzando Holando Argentino (aporta producción de leche) con Jersey (menores requerimientos de mantenimiento y mayor porcentaje de grasa y proteína en la leche) y Montbeliarde (aporta rusticidad, buena patas al ser una raza de montaña y capacidad para mantener el estado corporal luego del parto) se obtiene una combinación muy conveniente.
“Hansen decía que ´cada raza aporta algo´ y eso se cumplió en el campo. Todas las virtudes de los cruzamientos se manifestaron como ciertas”, enfatiza Brandi, “porque los productos de la triple cruza son vientres fértiles, con pocos partos distósicos y baja mortandad de terneros al nacer, que crecen más sanos ni rápido”. Además, la mezcla de razas reduce el peso corporal de los vientres, con su correlato de menores requerimientos de mantenimiento. Asimismo, las terneras cruzas se pueden entorar a los 14 meses.
“El costo más alto del tambo es la alimentación; el segundo, la reposición anual de las vacas que se mueren y las que se deben descartar. En Entre Ríos, con hacienda Holando, se requiere el 35% para este reemplazo, mientras que con la triple cruza la exigencia cae a menos del 25%. Entonces, los cruzamientos permiten bajar mucho los costos”, resume Brandi. “Aunque las cruzas produzcan un poco menos de leche por día, a lo largo de toda su vida productiva producen más que los Holando. Esta característica es particularmente importante en campos con limitaciones”, enfatiza.
En la práctica, la cruza triple no complica el manejo de la hacienda lechera al instrumentarse con inseminación artificial. Por ejemplo, “a las hembras con predominancia el biotipo Jersey se las fecunda con semen de Montbeliarde y a sus hijas, con Holando. Es decir, lo que determina la elección del semen del toro por usar es la raza del último padre”, explica Brandi.
Hoy el empresario tiene cinco tambos que combinan alimentación pastoril (50%), silaje (20%) y el resto con ración balanceada suministrada en la sala de ordeño. Articula el sistema pastoril con galpones que le permiten enfrentar los problemas derivados del barro y del estrés calórico. Produce leche A2A2, para personas que sufren disturbios digestivos por la ingesta del producto, en tres de los cinco tambos, con un convenio de largo plazo con Nestlé, que paga un plus del precio. Las vacas Jersey y Montbeliarde muestran ventajas para esa producción al tener alta proporción de genes con esas características.
En la Argentina, los cruzamientos en vacas lecheras están creciendo, de la misma forma que ocurre en Europa. Los primeros intentos se concretaron cruzando Holando con Jersey, lo que generaba una leche con mayor contenido de sólidos. La inclusión posterior de Montbeliarde añadió conformación carnicera, un factor que impacta cuando se venden descarte o terneros.
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