Prosoja es una asociación civil que reúne a científicos que trabajan por el mejoramiento genético de la soja y disciplinas confluentes. La entidad es miembro de ACSOJA (Asociación de la Cadena de la Soja Argentina) y está presidida por Julio Ferrarotti, Ingeniero Agrónomo, Magister Scienteae en Mejoramiento Genético graduado en la Universidad Nacional de Rosario y consultor independiente. La suya es la mirada de quienes desarrollan el verdadero ingrediente que se pone en discusión en el proyecto de Ley de Semillas.
"La plusvalía emergente del conocimiento aplicado, o regalía, es un valor importante para los profesionales. De ella depende su salario y los presupuestos para sus investigaciones. Existen empresas locales que han cruzado las fronteras a fin de edificar su negocio en mercados que permiten la ejecución de presupuestos más amplios y complejos. Junto a ellas emigran técnicos argentinos, muchos formados en la Universidad pública. Esto significa la exportación de un patrimonio intelectual que sería preferible que permaneciera en el país", asegura Ferrarotti.
La sanción de una nueva Ley de Semillas que reconozca la labor intelectual e incentive a realizar mayores inversiones en el país es uno de los desafíos que el agro tiene desde hace décadas. Tras muchas idas y vueltas, hoy los eslabones de la cadena coinciden en la necesidad de que toda regalía debe ser pagada en su conjunto, incluyendo el trabajo del fitomejorador y cualquier característica incorporada por la aplicación de técnicas biotecnológicas.
En la Cámara de Diputados hay en danza varios proyectos desarrollados por diferentes sectores, gremios, asociaciones o cámaras que proponen modificaciones a la actual Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas. Su tratamiento continúa demorado pese a que, según el titular de Prosoja, "si se sancionara una nueva Ley, que se coloque a la altura de la sustentabilidad ambiental, económica y social, podrían generarse mayores inversiones en el sistema técnico-científico, más y mejor trabajo para los profesionales, un aceleramiento en la ganancia genética para las nuevas variedades y un desarrollo de cultivares aptos para todos los agricultores, independientemente de su escala".
Ferrarotti señala que la ley vigente, sancionada en 1973, tiene aspectos positivos y en su momento fue señera para toda la región. Pero tiene ambigüedades, autopistas de escape al encuadre legal y obsolescencia en determinados temas. "Queremos que una nueva Ley promueva la generación y aplicación de conocimientos, incluyendo como beneficiarios a todos los agricultores, más allá de su dimensión y capacidad financiera", dice.
Argentina cuenta con un universo agrario donde aproximadamente un 20% de los agricultores concentra el 80% de la producción. Por eso, según el consultor, un consenso sólido se lograría con una Ley garante de la viabilidad y oportunidad de progreso para los pequeños y medianos productores, donde los de mayor escala sean quienes hagan los aportes más importantes al sostenimiento del sistema científico-tecnológico.
Consensos recientes, explica Ferrarotti, contemplan la voluntad de las empresas que protegen variedades mediante las normas UPOV de ceder algunas de ellas, ampliamente difundidas, para que sean utilizadas por el público sin exigencia del pago de regalías en el uso propio. A su vez, hay acuerdos en que se reglamente una segmentación de los agricultores para el cobro de regalías con la finalidad de que todos tengan acceso a las nuevas variedades en el marco de un sistema sustentable, no solo desde el punto de vista económico y ambiental, sino también desde la perspectiva social que caracteriza a un sector tan heterogéneo y diverso.
Otro aspecto consensuado es la necesidad de jerarquizar la utilización de semilla fiscalizada con control del Estado, que ayude a terminar negocios ilegales como la "bolsa blanca". "En los últimos años ACSOJA ha trabajado en canalizar fuerzas y voluntades hacia un articulado legal que abone a un sistema de ganar-ganar", destaca Ferrarotti.
Además opina que, siendo una ley sobre Fitogenética, el nuevo cuerpo legal debería prever recursos para construir y mantener un banco genético amplio y diverso como reserva estratégica para la Argentina. "La ausencia del mismo, siendo que en los demás países importantes en la producción y comercio internacional de soja lo poseen, pone en situación de riesgo a todo el sistema al no poder acceder rápida y fácilmente a genes de colección que podrían ser la salvaguarda ante futuras epifitias, adversidades meteorológicas emergentes del cambio climático o nuevas exigencias de los mercados compradores", explica el mejorador.
Para Ferrarotti, otro punto importante es la definitiva reglamentación del llamado uso propio, poniendo en blanco y negro ese concepto, indicando cuáles son las erogaciones que implica, quiénes deben pagarlo, cuándo debe ser considerado sin cargo y qué variedades se incorporarían al círculo oneroso y cuales al gratuito.
Para el presidente de Prosoja, los legisladores deberían considerar todos los proyectos de ley, llevar adelante un trabajo profundo en las comisiones, invitar a la mayor cantidad posible de sectores involucrados en la problemática con inclusión del Estado, y finalmente dar tratamiento en el recinto a una propuesta unificada que emerja de toda esa labor parlamentaria. "Dentro de un sistema representativo como el que consagra la Constitución Nacional, el resultado de ese trabajo sería una Ley surgida de un auténtico y genuino consenso basado en los intereses generales de la población y de las provincias. Todo eso no debería llevar más de un período parlamentario. A lo sumo, dos. Si ello no fuera posible, sería por la existencia de intereses que obstaculizan una salida racional al asunto", opina.