Desde Misiones, el productor Eduardo Goldfart vende té a más de 30 países; la historia de una reconversión tras una crisis
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POSADAS-. El empresario productor y exportador de té, Eduardo Goldfart, parece haber encontrado la armonía. Algo denota su mirada y su hablar pausado, sin prisas, como si el tiempo no fuera importante para él.
Goldfart es un empresario de Misiones que vende su producto a más de 30 países. Con sus socios, también porteños, tiene una planta productora de té en la localidad de 2 de Mayo y desde hace más de dos décadas va y viene entre la Capital Federal y la tierra colorada.
Su empresa se llama Valmitran y es la quinta firma exportadora de té -por volumen-, del mercado argentino, ubicada detrás de las “Big Four” o las cuatro grandes que dominan el mercado tealero desde hace mucho tiempo. Estas son las firmas misioneras Don Basilio, El Vasco, Urrutia y Casa Fuentes, controlada por la multinacional inglesa Finlays. Todas ubicadas en la zona centro de esta provincia.
Solo los íntimos saben el significado de ese extraño nombre, que encierra una historia complicada pero con final feliz y, sobre todo, con una enseñanza de vida de esas que quedan grabadas a fuego. Valmitran es el acrónimo de “Vale mi tranquilidad”.
El nombre surgió luego de que Goldfart se fundiera con sus anteriores socios en el 2008 y atravesara una etapa difícil hasta encontrar a dos laderos adecuados para resurgir: profesionales, amantes del arte, con buen poder adquisitivo como para invertir y confiar en el “know-how” de Goldfart.
Uno de ellos, el abogado Hugo Romero, tiene un cuadro en su despacho de Milo Lockett que se llama “Cuánto Vale Mi Tranquilidad”. Apenas lo vio, Goldfart supo que ese tenía que ser no solo el nombre de su nueva empresa, sino también su nueva filosofía en los negocios y la vida.
“A mi me gusta mucho hablar con la gente, tenemos 40 empleados, saber lo que les pasa, no todo tiene que ver con el dinero”, explica.
Se fundió y resurgió
“Yo antes tenía una empresa tealera mucho más grande, pero un socio infiel nos dejó en la ruina. Saldé todas las deudas, pero todavía tengo mi departamento de Buenos Aires embargado”, cuenta Goldfart en el Centro del Conocimiento de Posadas.
El empresario participó de una jornada de reflexión sobre la cadena agroindustrial de esta provincia que adoptó hace ya muchos años y a la que llegó casi por casualidad. “En las familias judías es muy importante el estudio universitario, están los comerciantes, pero también los profesionales. Tras un inicio fallido en abogacía en la UBA, estudié comercio internacional en la UADE”, rememora este hombre, que tiene un hijo y una hija economistas recibidos en la Universidad Torcuato Di Tella.
Corría 1974 cuando Héctor Cámpora le había dejado el gobierno a Juan Domingo Perón y Goldfart empezó a buscar trabajo en bancos dedicados al comercio exterior. Le surgieron dos propuestas, una del Banco Nación y otra del también estatal Banco de Misiones y no dudó. “En un lugar chico se aprende más”, afirma.
Hasta él llegaban en los años 70, los empresarios y cooperativistas yerbateros, tealeros, tabacaleros que querían exportar. Era la época del télex y las comunicaciones telefónicas internacionales carísimas. “Todos necesitaban información sobre la operatoria para exportar”, recuerda. Goldfart terminó metiéndose en el mundo del té y dejó atrás su etapa de bancario.
Misiones es una potencia productora de té, explica el 95% de la producción argentina, el restante 5% es de la vecina Corrientes. Los Estados Unidos tienen al té como su bebida principal y a nadie le compran tanto como a la Argentina. Más de la mitad de las compras norteamericanas de la infusión son de la Argentina, que supera en ese mercado incluso a China.
Durante 2021 se han exportado 72.703 toneladas de té negro y 2415 toneladas de té verde -en crecimiento- por un valor de US$80,7 millones, según datos del Ministerio del Agro de Misiones.
En Misiones, hay unos 5000 pequeños productores de té, según datos oficiales, aunque muchos están inactivos por los bajos precios del cultivo. Hay seis cooperativas y 60 empresas, donde tallan fuerte las “Big Four”, seguidas de un segundo pelotón de media docena de pymes.
“Nosotros trabajamos con unos 100 productores de té”, señala Goldfart, que cuando viene a Misiones, con estadías más prolongadas en épocas de cosecha (octubre-mayo), vive en un departamento en la localidad de San Vicente. Junto a su mujer, bioquímica y escultora, también dedican parte de su tiempo al trabajo social en una zona rural con mucha pobreza.
Cigarrillos de lechuga
En los años 80, Goldfart empezó su periplo empresario asesorando a algunos emprendimientos de distintos rubros, pero siempre vinculados a Misiones. Se asoció con un empresario que hacía cigarros de lechuga. “Eran malos”, recuerda.
“Después vi la veta en las exportaciones del té, primero fui asesor, empecé a vender té al exterior, luego fui broker exportador y con un colega compramos una fábrica en el año 1996 que estaba en Campo Viera”, relata. Campo Viera es el epicentro tealero de la Argentina.
En el 2001 y 2002, compraron la firma Walter Hermanos que se había fundido con la crisis y asociaron al dueño. No pararon de crecer y exportar. Todo eso tuvo un final accidentado cuando un socio nuevo entró y empezó a manejar los números y terminó “haciendo un vaciamiento”.
Diversificados
Hoy con Valmitran, Goldfart y sus socios buscan ir de a poco, no precipitarse y dar pasos sobre seguro. “Estamos muy diversificados en mercados”, explica Goldfart y enumera a los principales destinos del té Valmitran: Estados Unidos, Holanda, Alemania, Inglaterra, Rusia, Ucrania, Bielorrusia, República Checa, Indonesia, India eventualmente, China, Polonia, que es un mercado importante, Bolivia y Uruguay.
“En algunos no tenemos una alta participación y regularidad pero estamos siempre agregando algún mercado, como ahora Perú”, señala.
El té de Goldfart y de casi todos los grandes exportadores se envía a granel. En el caso de Valmitran, lo despacha en bolsas de papel (40 a 65 kilos), con interior de aluminio que antes traían de Sri Lanka y ahora las compran en la localidad de Alem, a 40 kilómetros de donde está la planta.
“Nos salen un poco más caras comprarlas en Alem”, apunta Goldfart y en ese ejemplo sintetiza el drama argentino del retraso cambiario.
La localidad de Alem tiene empresas productoras de envase muy competitivas, que crecieron con la expansión de las marcas de yerba mate que despachan más de un millón de paquetes por día a los hogares argentinos.
Sin embargo, a Goldfart le sale más barato traer una bolsa para envasar su producto de un lugar a más de 15.000 kilómetros que debe llegar tras un largo viaje en barco y camión, que adquirirlo de la localidad vecina, altamente especializada en el rubro envases. Una metáfora de una Argentina donde, sin dudas, cada vez más lo que cotiza en oro es la tranquilidad.
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