La disminución del área y la producción por la sequía tuvieron consecuencias negativas a lo largo de toda la cadena de soja.
La molienda de la oleaginosa, tan importante para la generación neta de divisas del país, dado que la harina, el aceite y el biodiésel de soja explican en conjunto el 25% de las exportaciones nacionales, caería a los menores niveles en la última década.
No obstante, el ajuste será menor a la caída en la producción del grano, dado que aumentarán, durante esta campaña 2017/18, las importaciones de poroto de soja, proveniente especialmente de Paraguay y otros vecinos, pero también de Estados Unidos, con el fin de aumentar la oferta y sostener el crushing. También se estima que ingresará al circuito comercial parte de los stocks acumulados en campañas anteriores y disminuirán fuertemente las exportaciones del grano.
Como consecuencia, a partir de las estimaciones del Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales, el producto bruto de la cadena de la soja será un 26% menor en 2018 respecto del nivel que hubiese alcanzado si se cumplían las expectativas vigentes al inicio del ciclo agrícola, pasando de 16.213 millones de dólares en el escenario inicial a 12.010 millones de dólares en el escenario sequía. En términos de la economía en su conjunto, la disminución de 4200 millones de dólares en el valor agregado de la cadena de la soja representa una caída del 0,6% en el PBI argentino.
La mayor parte de estas pérdidas se concentran en los productores, que resignarán US$2600 millones de valor agregado. Desde el plano fiscal, ingresarían cerca de US$1400 millones menos al Estado en concepto de retenciones y demás impuestos que gravan a todos los eslabones de la cadena. Si se evalúa en términos de exportaciones netas, el impacto se estima en US$4842 millones.
La autora es economista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires
Virginia Ceccarelli