Soy gerenta de la Red de Manejo Integrado de Plagas (Red MIP) de la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (Aappce). Hacemos un trabajo de monitoreo y seguimiento y tenemos un sistema de alertas con información acerca del avance de adversidades para los cultivos, como las enfermedades.
En la campaña de trigo y cebada, la presencia de enfermedades fue una las preocupaciones centrales tanto de productores como de asesores. Pero las condiciones climáticas del ciclo 2018 han sido diferentes a 2017. Esto ha provocado que las enfermedades surjan en momentos distintos y con diferente intensidad. Esta situación se expresa en que hubo una menor área tratada en comparación con la campaña pasada
En 2017, los controles se requirieron de forma temprana, mientras que en 2018 los primeros controles se realizaron en promedio 15 a 20 días más tarde que el año anterior.
En cuanto al tipo de enfermedades foliares que han prevalecido, en trigo se destacó, en primer lugar, la roya estriada, con un 83% de la superficie aplicada por enfermedad. Después siguió mancha amarilla con un 10% y roya de la hoja con un 7 por ciento.
En los monitoreos de todas las Regionales de Aappce se observó la presencia de manchas en trigo que generaron dudas iniciales en su identificación. El envío a tiempo de las muestras al laboratorio, en particular por parte de Analía Curti (miembro de la Regional Centro Norte de Aappce), fue clave para el reconocimiento de las mismas.
Se trabajó de manera interinstitucional con el área de fitopatología de INTA Pergamino y con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Las referentes de esas instituciones, Lucrecia Couretot y Anabella Samoiloff, de INTA, junto con Analía Perelló y Cristina Cordó, de UNLP, lograron la detección de especies de Dreschlera spp. y Septoria spp.
Estas primeras identificaciones se dieron específicamente en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y en Entre Ríos, y fueron claves para el seguimiento y su manejo, por dos razones concretas. Por una parte, porque su avance fue considerable. Por otra, porque las eficacias de control de los distintos fungicidas fueron diversas.
En tanto, una de las adversidades que se confirmó en estas instancias de laboratorio fue S. Nodorum, una enfermedad de carácter emergente en trigo que se observó en el conjunto de nuestras regionales. Resultó de difícil reconocimiento a campo dada su similitud con otras manchas de origen fúngico y bacteriano.
Por su parte, en el caso de la cebada las enfermedades más importantes fueron mancha en red, con un 91% de la superficie aplicada por enfermedad, escaldadura, con un 9%, y ramularia, con un 0,6 por ciento.
Con respecto a ramularia, aunque no fue determinante para la toma de decisión de aplicación, su presencia fue importante para decidir la elección del fungicida a utilizar.
Rita Robledo