Una campaña con limitaciones

Más allá de los episodios de lluvias que se vienen registrando en el Medio Oeste estadounidense, los fundamentos del mercado granario siguen siendo claramente alcistas. Sin duda que el principal factor continúa siendo la sequía en los EE.UU., la cual ya se esboza como una de las peores de las que se tenga memoria. Estas lluvias que van viniendo llegan tarde y son limitadas. Al maíz ya no lo pueden ayudar. Y en la soja el efecto es parcial. Si se quiere, en este último caso sólo ayudan a frenar el deterioro.

Pero la escasez de humedad también alcanza a otras importantes cuencas agrícolas del mundo (la ex Unión Soviética y Europa del Este, por ejemplo). Este problema afecta severamente el abastecimiento de los principales cereales, razón por la cual la campaña 2012/2013 ya se configura como un ciclo de limitaciones extraordinarias en materia de oferta global. La cuestión central es el dramático ajuste que enfrentan las disponibilidades de granos forrajeros (en especial el maíz), lo cual obliga a que los precios se ubiquen en niveles récord que alienten el racionamiento de la demanda y constituyan un fuerte estimulo a la futura producción.

El deterioro de la cosecha de maíz en los Estados Unidos es de una proporción extraordinaria. Para los observadores más avezados, la producción esperable este año podría ubicarse entre 250 y 270 millones de toneladas. En EE.UU. ya se tenían muy pocas reservas de maíz.

En el nivel mundial pasaba lo mismo. Este nuevo recorte impresionante de la producción condena a la humanidad a la escasez probablemente por dos períodos comerciales consecutivos. La oferta de maíz ya era poca, por lo que este nuevo escenario de escasez extrema derivará en una merma históricamente importante para los principales consumos del forrajero.

En cuanto a la soja, debido a su implantación temprana, los cultivos en EE.UU. también han atravesado gran parte de su período crítico bajo condiciones muy adversas. Ello ha deteriorado significativamente el potencial de rendimiento de los mismos y hoy las estimaciones privadas no descartan la posibilidad de que la producción se ubique en el rango de 72 a 74 millones de toneladas (versus los 87,2 proyectados inicialmente por el USDA).

De materializarse las mencionadas previsiones, y teniendo en cuenta las pérdidas extraordinarias de la producción sojera en el hemisferio sur a principios del presente año, el mundo afrontaría una muy grave situación de escasez de poroto hasta la entrada de la nueva cosecha sudamericana, a partir de febrero del próximo año. En este contexto, y como en el caso del maíz, no cabe duda que la demanda deberá racionarse fuertemente.

Más allá de las oscilaciones que marcan los precios en Chicago, debe quedar claro que tanto la situación de abastecimiento de maíz como de soja es de una histórica gravedad, circunstancia que el USDA seguramente revelará en los tiempos y en las formas que considere más oportuno. También es probable que los desusados aumentos de precios ya no sean la única solución a este problema. Diversos programas relativos al uso de granos en el mundo deberán ser seriamente reconsiderados.

En el nivel local, los trascendidos acerca de una probable pesificación de los mercados a término y la posibilidad de modificaciones en los porcentajes abonados por derechos de exportación, no hacen más que agregar incertidumbre a un mercado ya colmado de restricciones.