Comercio interior más comercio exterior, peligros y desafíos del dos por uno

La reorganización de algunos de los principales cargos de la política por parte de Sergio Massa deja al frente de la Secretaría de Comercio a Matías Tombolini, que va a liderar el seguimiento de los precios internos (entre otras funciones) y también los temas del comercio exterior.

La unión de ambos sectores bajo el paraguas de una misma problemática es una de las batallas más fuertes libradas por el Frente de Todos, con dichos como: “La Argentina tiene la maldición de exportar alimentos, de modo que los precios internos son tensionados por la dinámica internacional”, de la exdiputada nacional Fernanda Vallejos. En este sentido, sugirió que “es imperioso desacoplar precios internacionales y domésticos, ya que los domésticos deben regirse por la capacidad de compra (en pesos) de los argentinos”.

Así se gestaron medidas contraproducentes, como prohibir la exportación de determinados cortes de carne, aquellos más consumidos en el país, una antisolución que no impidió que aumente el precio de la carne un 68% interanual según el último informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina. Hubo otros cepos también, como el del maíz.

Quienes trabajan en comercio exterior saben que un país no puede abrir y después cerrar el grifo de sus productos a piacere. El comprador extranjero se queda sin la mercadería que necesita, y pasa con prisa y sin pausa a reemplazarla en otros destinos para ya no volver. Gol en contra para la Argentina. Y si vuelve, por una cuestión de stock, por ejemplo, será siempre con una mirada de desconfianza.

Habrá que ver entonces qué herramientas usará Tombolini para controlar, al menos un poco mejor, la inflación: si cerrar exportaciones o, por el contrario, aprovechar para vender al mercado internacional lo que demanda y exigir puertas adentro que se bajen los impuestos y se controle el gasto público.

El tema de las importaciones también será un enorme desafío para el nuevo secretario de Comercio, que sabe perfectamente que las trabas y barreras son insoportables para los importadores, que no hay financiación externa con semejante riesgo país y que no se puede parar la rueda de la producción.