Cosquín Rock, la producción que la Argentina le vende al mundo
El festival que nació en Córdoba en 2001 se hace en diez países; es el mismo “modelo” con socios locales.
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CORDOBA.- El Cosquín Rock ya es una marca reconocida en la Argentina pero, además, logró trascender las fronteras. Su padre, José Palazzo, está orgulloso de haber exportado la “experiencia” a diez países; ya tiene una grilla para el 2022 -cuando apuesta a consolidar los mercados existentes- y, para el 2023, espera expandirse a nuevos destinos.
“El modelo Cosquín Rock es un festival que, por sus características, es un modelo exportable. El rock en el mundo es una música de nicho, no es la música popular de los ‘90 en la Argentina; pero la combinación de distintos estilos musicales funciona muy bien, es una experiencia que convoca gente”, cuenta Palazzo a LA NACION.
El primer Cosquín Rock se realizó en 2001 en el aeródromo de Santa María de Punilla, pequeña localidad a 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba y muy cerca de la ciudad que le da el nombre. Con una duración de entre dos y tres días, suma músicos argentinos y de otros países de habla hispana. Cada edición reúne entre 120.000 y 130.000 espectadores.
La “exportación” del festival comenzó a insinuarse una década después de su inicio. Palazzo recuerda que “amigos chilenos” que traían a Córdoba unos “500 fans” cada año los invitaron a cruzar la cordillera. “Así hicimos en pre Cosquín en Chile, Paraguay y Bolivia y en 2017 llegamos a México, a Guadalajara”, repasa.
La experiencia mexicana -que lleva tres años con presencia multitudinaria- incluye a Alejandro Tabares, quien organiza “Rock por la Vida” y que le ofreció a Palazzo hacer su festival en Guadalajara. “Empezamos con una Semana de la Argentina, con parrillas, iluminación con los colores argentinos de los monumentos de la ciudad, una exposición de fotos, la participación de un club de tango. Fue el enólogo Marcelo Peleretti y Víctor Pinto con su historia del rock. Agotamos entradas”, señala el empresario.
A México se sumaron Colombia, Paraguay, Uruguay, Perú, Chile, Bolivia, Estados Unidos y España: “Siempre la mitad de la programación es argentina, combinamos con artistas locales y de otros países. Hay una ventaja que es que el rock argentino goza de muy buena reputación, muchos músicos hicieron y hacen que seamos muy bien vistos, a nivel musical, en el continente”.
Para el año que viene, además de la edición argentina, están programadas las de Nueva York (hace pocas semanas hicieron Miami), España. Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia y México. “Queremos consolidar los mercados que ya tenemos para, en 2023, agregar otros. Por ejemplo, ya nos invitaron desde Ecuador”, apunta Palazzo.
Agrega que siempre tienen un socio local y que en los festivales “más pequeños” la inversión arranca en los US$450.000 o US$5000.000, mientras que en los más grandes -como México, Chile o Colombia- el monto escala al millón de dólares. “Siempre tenemos el expertise de un local, eso es clave”.
Aunque parezca una paradoja el Cosquín Rock nació impulsado por el histórico conductor del festival folklórico de Cosquín, Julio Marbiz. “Cuando me lo dijo pensé que había tomado un vino de más -dice Palazzo-. Después me enteré de que era abstemio. A la segunda edición no queríamos seguir por el estrés que genera”. Sin embargo, nunca pararon.
Producir festivales de este tipo, insiste, es “difícil” por los artistas a convocar y por el público, al que define como “exigente y problemático, siempre disconforme”. “No es un teatro con un acomodador; nuestra responsabilidad se extiende a la calle e incluye la limpieza, los baños químicos y los extras por seguridad”.
El empresario asegura que es “muy complejo” adaptar el festival a otros mercados. “Como tal es ‘instraladable’. Es imposible pensar en vivir una experiencia como la de Punilla; pero en cada lugar buscamos una experiencia con fanáticos de rock latinoamericano; seguimos la huella del rock argentino de los ‘90 y le sumamos la de la gastronomía. Hay cierto sentido de pertenencia”.
Para los amantes del rock argentino en el mundo de habla hispana el Cosquín Rock es una suerte de “biblia”: allí se juntaron los Serú Girán de nuevo; Charly y Pappo se hablaron después de 10 años de estar peleados; los Molotov tocaron con los Illya Kuryaki y después terminaron haciendo un video; Spinetta estuvo en tres ediciones.
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