
El verdadero poder de compra argentino
Años atrás existía una tendencia a la baja de los precios agrícolas que deterioraba los términos de intercambio de los países productores que veían cómo el poder de compra de sus principales renglones de exportación perdían gradualmente poder de compra de bienes industriales y servicios.
Esta situación cambió decisivamente a partir de la irrupción de China y otros países emergentes como demandantes de productos agrícolas, gracias al mejoramiento del ingreso de amplias capas de su población. Por caso, el consumo chino per cápita de carne pasó de 20 kilos en 1985 a 50 este año; esto explica la importancia que tomó ese país como importador de soja y la drástica disminución de sus exportaciones de maíz. En otros destinos se observa el crecimiento del comercio de lácteos, pollo, porcino y bovino que refleja el mayor consumo de proteínas de países árabes, Rusia, India e inclusive países africanos.
Si a esto se le agrega las ambiciosas metas norteamericanas para el reemplazo gradual de su enorme dependencia del petróleo, -a través de un intenso programa de desarrollo del etanol basado en el maíz- se comprenderá mejor el título del artículo de The Economist del 6 de este mes que dice Cheap no more y se refiere específicamente al cambio de tendencia en los precios de base agrícola. Podría argumentarse que dicha política de Estados Unidos está basada en un gravoso programa de subsidios más protección arancelaria y, por lo tanto, podría caer en cualquier momento; pero vista la actuación del Congreso norteamericano con actual mayoría demócrata y las posturas manifestadas por los principales candidatos de ambos partidos, la tendencia indicaría el mantenimiento con mayor fondeo de los actuales programas de apoyo a los biocombustibles.
Poder de compra
En el caso argentino, el cambio de paradigma puede observarse en la evolución de nuestros precios de exportación: en 2003 eran 99,7 (base 1993=100) y en el tercer trimestre de este año alcanzaban ya a 133; los términos de intercambio (cociente entre precios de exportación/importación) pasaron de 89 en 2003 a 120 hoy, mejorando nuestro poder de compra externo un 35% en 5 años.
Nuestro país se encuentra en una situación excepcional para aprovechar estas circunstancias y se requieren políticas adecuadas que potencien y no dificulten el entorno de negocios. Ello implica abrir mercados desmantelando barreras que faciliten el comercio agrícola y agroindustrial; en lo interno, repensar toda la política de subsidios que no pueden ser generalizados sino específicos para sectores sociales vulnerables por nivel de ingresos y reemplazar paulatinamente el esquema de retenciones a las exportaciones por gravámenes a la tierra y a las ganancias de manera tal de beneficiar la explotación más intensiva en valor agregado (granos transformados en carnes y lácteos). En otras palabras privilegiar las cadenas de valor de producciones/exportaciones de ciclo más prolongado, para penetrar con participación creciente, en los nuevos mercados emergentes que se están incorporando en esta fase de la globalización.
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