
Exportación de servicios: ventajas y desventajas del sector invisible de la economía
Para un país alejado de los grandes mercados, la desaparición de las distancias es una gran chance para incursionar en un industria intensiva en mano de obra calificada; por desconocimiento casi no hay incentivos fiscales
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Una computadora, una conexión a internet y el nexo con un colega expatriado fue todo lo que necesitaron los arquitectos Sabrina Tamashiro y Pablo Lionti para transformarse en exportadores de servicios y empezar a vender a Rusia. A su vez, las instituciones educativas que reciben alumnos extranjeros y los centros médicos con pacientes del exterior también exportan servicios, a veces sin ser conscientes de ello.
La exportación de servicios era considerada una contradicción en sí misma hasta hace poco tiempo. Todavía hay profesores de Economía y manuales que se refieren a los servicios como el sector "no transable" de la economía es decir, que no se puede llevar de un país al otro y por ende, sus precios son independientes del mercado mundial.
La realidad desafía esa concepción académica.
Algunos servicios han sido comercializados a través de las fronteras desde el principio de la historia. Ya cuando los habitantes de la Sumeria empezaron a intercambiar mercancías entre sus ciudades, necesitaron servicios de flete para posibilitar sus operaciones. El transporte de personas y cosas, el turismo internacional, los servicios financieros y las telecomunicaciones forman parte de los servicios tradicionalmente exportados, pero se consideraban una excepción a la norma.

En las últimas décadas del siglo XX, sin embargo, comenzó a hacerse cada vez más común la prestación de otros servicios a través de las fronteras, primero mediante desplazamientos temporarios de personal, impulsada en gran medida por la transnacionalización empresarial, que facilita la difusión de lenguajes, estándares y prácticas de gestión comunes.
El surgimiento de internet finalmente hizo que pudiéramos hacer llegar datos, imágenes y voces en forma inmediata y masiva sin importar la distancia, con lo cual el comercio internacional de servicios ya no fue un fenómeno empresarial o gubernamental exclusivamente, permitiendo a los consumidores de todo el mundo contratar cursos a distancia, ver películas, escuchar música, o psicoanalizarse por videoconferencia con el prestador de su elección, sin que interese de qué país proviene el servicio.
Para nuestro país, tan alejado físicamente de los grandes mercados, la virtual desaparición de las distancias es una oportunidad dorada para la exportación de servicios, una "industria limpia" (no contaminante) que es intensiva en empleo calificado y requiere relativamente poca inversión de capital.
De esta manera, los mercados mundiales se ponen al alcance de profesionales independientes como los arquitectos Lionti y Tamashiro, fundadores del estudio Aporía.
Empujón decisivo
La gran devaluación de 2002 fue el empujón final que la Argentina necesitaba para asentarse en los mercados internacionales de servicios.
Entre 2000 y 2009, es decir en un período de 10 años, la exportación de servicios empresariales, profesionales y técnicos creció 1124%, de 324 a 3400 millones de dólares.
Con el tiempo, la inflación hizo desaparecer la ventaja cambiaria pero el país aún mantiene posiciones fuertes en muchos mercados.
"La Argentina exporta más software que carne" decía el año pasado el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao.
El país también lidera rankings por la cantidad de contenidos audiovisuales en español y formatos televisivos vendidos al mundo.
El carácter intangible hace que la venta pueda ser difícil, ya que no pueden enviarse muestras o exhibirse productos físicos, así lo que el negocio se basa es en transmitir confianza sobre la capacidad de cumplir con el trabajo.
A muchas empresas les cuesta animarse a confiar en un prestador ubicado en otro país, por más que estén acostumbradas a contratar servicios como diseño, traducciones o asesoría con prestadores locales sin conocer su oficina, o incluso sin haberse reunido nunca personalmente.
Redes de contactos
Como en el caso del estudio Aporía, las redes de contactos personales, en especial las profesionales, hacen muchas veces de puerta de entrada.
Pero por otro lado, la gran ventaja es que una vez que se cierra la venta, la operación se da con toda naturalidad al no tener que involucrarse en trámites aduaneros y fletes internacionales. De hecho las autoridades apenas advierten estas operaciones mediante el movimiento de divisas, que es regulado y fiscalizado por el Banco Central.
En la Argentina está la obligación de ingresar las divisas de todo trabajo que se ejecute y/o se facture desde el país. Si el cliente paga mediante transferencia enviada por el cliente, el requisito se cumple automáticamente; si el exportador cobra en una cuenta propia en el exterior, el plazo para ingresar las divisas al país es de 365 días corridos a partir de la fecha de cobro.
Existe un obstáculo, sin embargo, que puede volver inviable el negocio. Se trata de las retenciones impositivas que aplican muchos Estados, y que se efectivizan cuando se paga un servicio al exterior. Muchas veces las partes sólo toman conocimiento de su existencia cuando ordenan al banco la transferencia, lo cual significa que el prestador/exportador cobra menos de lo esperado, quizás incluso haya trabajado a pérdida. Esas retenciones pueden descontarse para cancelar el impuesto a las Ganancias en la Argentina, pero en forma muy limitada. Por ello es importante que quien piense en exportar servicios sea asesorado, antes de cotizar a un cliente del exterior, por un contador o abogado con conocimiento del tema.
El problema de las retenciones puede resolverse mediante convenios multisectoriales para evitar la doble imposición que son negociados en forma bilateral, pero la Argentina tiene acuerdos de este tipo con apenas 19 países, y en los últimos 10 años sólo Suiza se sumó a la lista.
El carácter invisible de los servicios los mantuvo a salvo de la imposición de derechos de exportación, pero en contrapartida, también está casi totalmente exenta de incentivos fiscales. Los únicos estímulos vigentes son el reintegro de 10% sobre lo que se cobra por exportación de plantas "llave en mano", y en el caso de las empresas de software, la posibilidad de descontar del impuesto a las Ganancias el 70% de las contribuciones patronales.
Algunas cifras
1129%.
Fue lo que creció la exportación de servicios entre 2000 y 2009 en el país.
US$ 6500 millones. Es la cifra total de exportaciones de servicios argentinas concretadas en 2015.
19. Son los países con los que la Argentina tiene convenios impositivos que ayudan a exportar servicios. La lista puede consultarse en http://www.afip.gov.ar/institucional/acuerdos.asp





