Jorge Vasconcelos: “China rompió el statu quo del Mercosur por cuestiones geopolíticas”
El economista analiza cómo la potencia modifica aspectos claves del bloque comercial y abre desafíos para sectores importantes de la economía argentina
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CÓRDOBA.- “China rompió el status quo del Mercosur ingresando a Brasil por cuestiones geopolíticas y de innovación y eso obliga a la Argentina a romper su propio status quo”, plantea el economista Jorge Vasconcelos. Esa “ruptura” se da por el aumento en el market share de los productos provenientes de China en el total de importaciones brasileñas (en siete años aumentó 6,9 puntos porcentuales) y una serie de inversiones efectuadas por empresas de ese origen que podrían modificar el comercio de Brasil con cada uno de los socios de la región.
Vasconcelos es vicepresidente e investigador jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea. Licenciado en Economía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) realizó diversos perfeccionamientos en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Publicó numerosos trabajos sobre temas macroeconómicos focalizados en los casos de Brasil y de la Argentina. Fue asesor del Ministerio de Economía de la Nación entre 1991 y 1996; fue consultor también del gobierno de Ecuador en la crisis de 2000, cuando se puso en marcha la reforma monetaria y la reestructuración de la deuda pública.
En diálogo con LA NACION señala qué podría pasar cuando se debe liberalizar el comercio automotriz en el bloque: “En la medida que las terminales chinas radicadas en Brasil cumplan con las denominadas reglas de origen, la ganancia de market share que vienen logrado en ese país podría replicarse en la Argentina y en el resto de los socios del Mercosur. Obviamente, con consecuencia en la cadena de valor”.
El economista repasa que desde hace tiempo se cuestiona la arquitectura del Mercosur por la “falta de incentivos para mejoras sostenidas de competitividad al interior de la región, que permitan a su vez ampliar la inserción de los países miembros en la economía mundial”. Pero, pese a estas falencias, siempre se mantuvo el status quo.
“Un estado de situación que, de todos modos, no es inmune a los cambios que ocurren a escala global, sea por innovaciones tecnológicas o por factores geopolíticos -advierte-. Pese al elevado arancel externo común fijado por el Mercosur para protegerse de la competencia externa, los datos de comercio exterior de Brasil de este año están reflejando un fenómeno disruptivo no contemplado en los lentos trámites de la burocracia estatal”.
A su criterio, la respuesta de política de la Argentina “no debería ir por el lado de más proteccionismo, porque esa receta está contraindicada para avanzar en productividad y competitividad. Sí conviene desarrollar incentivos para que las actividades productivas puedan lograr ganancias de escala y de especialización”.
Analiza que en la economía argentina se está “desarmando” el empleo ligado al viejo modelo y “se arma, por el momento, el ligado al litio, a Vaca Muerta” pero ese núcleo duro deja afuera a una región clave como es la del centro, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Aporta que, desde setiembre, la industria cayó 10 puntos porcentuales más que el PBI y eso forma parte del cambio modelo de crecimiento que “todavía no alcanza para generar empleo en la magnitud que hace falta”.
-¿El Mercosur podría ayudar a generar ese empleo?
-Como está hoy, no. Es clave la situación la ventaja que le está sacando Brasil a la Argentina y que no es fácil de descontar. Se basa en la reforma laboral de 2017, la ratificación del esquema de metas de inflación que si bien le implica tasas de interés altas no es de transición y en que está terminándose la reforma impositiva y los estudios que hay sobre su impacto sobre la productividad marcan que serán muy fuerte. A todo eso se suma que, por razones geopolíticas, Lula le abre la puerta a China y eso tendrá mucha repercusión a nivel de inversiones industriales. En esa dinámica, las industrias instaladas en la Argentina están arrancando con muchísima demora. Cuando se diseñó el Rigi se tuvo en cuenta fundamentalmente a los hidrocarburos y a la minería, quedó muy al costado todo lo industrial y lo agropecuario. Esas son las viudas del Rigi. La industria automotriz logró que se la incluya por el lado tecnológico, una corriente que también se da en Brasil. Se tiene que romper la inercia en el agro y en la industria argentina para acompañar la dinámica, pero hacerlo en el seno del Mercosur es complejo porque los plazos son muy cortos por lo que se viene dando en Brasil.
-¿A costa de quién aumentó China su participación en las importaciones de Brasil?
-Pasó de 16,8% a 23,7% entre 2017 y este año. En ese mismo período el market share de Estados Unidos se contrajo 2,8 puntos porcentuales, de 18,2% a 15,4% y el de Argentina 1,2 puntos, de 6% a 4,8%. Se ve clarísimo a costa de quién aumentó la participación. De la mano de la geopolítica y de la innovación, China perforó el proteccionismo pagando el 35% del arancel, pero una vez que se instala, los insumos chinos entran a un arancel más bajo, además de otros recursos que China tiene. Siempre aparecen las cuestiones del dumping, que es más fácil de detectar en productos tradicionales en los que los costos se conocen al dedillo. Pasa, por ejemplo, con los paneles solares. Lo vemos en la discusión que se da en la Unión Europea.
-¿Cómo logró China atravesar las barreras proteccionistas que caracterizan a Brasil?
-Tiene sobreproducción vinculada a nuevas industrias, las fábricas necesitan más volúmenes y usan la oportunidad que se les presentó. El Gobierno de Brasil tiene una actitud distinta a la que mantuvo históricamente. La conexión Brasil-China en materia agropecuaria es más fuerte que la de la Argentina-China. Nosotros desarrollamos muy fuerte la industria aceitera, que China tiene por lo que prefiere importar granos. Brasil exporta más granos y eso le da una capacidad de negociación diferente. Hasta 2023 todo esto estaba latente y ahora explotó.
-¿Cómo juega el acuerdo automotriz del Mercosur en esta dinámica?
-En el 2023 China le vendió a Brasil US$1,2 billones en la industria automotriz, mientras la Argentina sumó US$2,4 billones. Este año, los datos se dan vueltas, US$6,1 billones y US$2 billones, respectivamente. Las cifras empeorarán cuando las fábricas de origen chino comiencen a producir autos en Brasil lo que se espera para comienzos del 2025. El acuerdo automotriz de “comercio administrado” da un estatus especial al sector. En el caso argentino por cada US$100 que exporta el sector a Brasil puede importar US$190; ese ratio se amplía a 3 a 1 en el 2029, para después liberalizar. Ahí, en la medida que las terminales chinas radicadas en Brasil cumplan con las denominadas reglas de origen, la ganancia de market share que vienen logrado en ese país podría replicarse en la Argentina y en el resto de los socios del Mercosur. Obviamente, con consecuencia en la cadena de valor. De todas maneras, la liberalización puede ser frenada, pero ese espíritu proteccionista va perdiendo sentido por las reformas de Brasil que mencioné. El status quo se rompe pero para un escenario mucho más desafiante.
-¿Cómo podría o debería reaccionar la Argentina frente a esta situación?
-Está el tema impositivo. La Argentina debería hacer la reforma tributaria que Brasil está empezando a instrumentar, unificar Ingresos Brutos e IVA en un IVA nacional sin perjudicar los recursos de las provincias, bajar retenciones. Hay mucho impositivo para hacer para que la fusión agro industria sea más potente. El Rigi es un régimen mucho más positivo que los de San Luis o Tierra del Fuego porque está más enfocado en producción exportable, pero hoy presenta un escenario de dualidad de instrumentos para la economía argentina. Una inversión por fuera del régimen mantiene la alta presión impositiva, tiene menos beneficios por el lado de Ganancias, sobre cómo disponer de los dólares que se generan, y la discrecionalidad de las provincias. No es que el Rigi ofrezca sobreganancias, es una suerte de compensación a los costos laborales, al riesgo cepo, al riesgo provincias que enfrentan el resto de las inversiones. Mientras no se generalice el régimen está el riesgo de una economía dual. Y fuera quedan las provincias que son el núcleo duro del empleo masivo. Para el campo, por ejemplo, debería haber una escala de reducción de retenciones. Claro que son medidas que tienen alto costo impositivo. Si se rompe el statu quo en el seno del Mercosur y Brasil aprovecha esas ventajas, en la Argentina también se deben romper los statu quo que existen.
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