Patricio Carmody: “La Argentina debe expandir sus redes comerciales a nivel global”
El experto en relaciones internacionales aclara que, a nivel político, el país debe seguir anclado en Occidente y no negociar con gobiernos autoritarios
“Hay que evitar el relacionamiento con países no democráticos, con invasores o con quienes realicen atentados contra otros. Comerciar se puede comerciar con todos”. La definición es de Patricio Carmody. El experto sostiene que se requiere, en la política exterior argentina, un acuerdo que en lo esencial debería contemplar que el país “debe seguir anclado en Occidente –en cuanto a valores políticos y democráticos–”, pero que debe, a través de la diversificación geográfica, “ampliar y profundizar sus relaciones políticas y comerciales a nivel global”.
Ingeniero industrial de la Universidad de Buenos Aires y master en Administración de Empresas del Tuck School of Business (Dartmouth College, en Estados Unidos), realizó el programa doctoral en Relaciones Internacionales y Diplomacia en la Haute Ecole D’Etudes Internationales, en París, y luego complementó estos estudios participando en cuatro programas ejecutivos de la Kennedy School of Government (Universidad de Harvard); es miembro consultor del Consejo de Relaciones Internacionales (CARI) y del Centro para la Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). Es autor del libro Buscando consensos al fin del mundo.
A criterio de Carmody, se debe seguir una estrategia de “horizontes diversos” que trae aparejada “relacionamientos simultáneamente positivos con potencias establecidas, con potencias emergentes y con el exterior próximo”. Agrega que vincularse con un país de manera más intensa no significa dejar de hacerlo con otros.
“Sí hay que actuar con sumo cuidado con las naciones con gobiernos autoritarios. Hay que tener mucha cautela en ese plano y la tendencia debe reducirse a cero si ese país invade a otro o provoca un ataque terrorista. Las ventajas de este esquema es que permite integrar distintos enfoques de distintos partidos si son exitosos y no empezar de cero en cada gobierno”, enfatiza en diálogo con LA NACION.
Sobre la negativa de la Argentina a pertenecer a los Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), sostiene que “estrechar relaciones económicas con los nuevos centros de poder es importante, pero el grupo no es el único vehículo. El argumento de que con la incorporación a los Brics pueden aumentar las exportaciones industriales no es sólido”.
–En el plano internacional, ¿se ve a la Argentina con potencial?
–Sí. Tenemos un potencial muy importante en áreas como bioeconomía, minería, energía, turismo y hasta sectores industriales competitivos que, con un encuadre medianamente racional, tiene que explotar. Mientras sigue la guerra entre Rusia y Ucrania hay demanda en Europa de alimentos. En energía no solo hay interés en Vaca Muerta y en litio, sino que en hidrógeno verde hay interés de Francia y Alemania que están intentando invertir aquí.
–Cuando habla de un “encuadre medianamente racional”, ¿hace referencia a las regulaciones del comercio exterior o a ordenar la macro?
–La base es siempre ordenar la macro, pero también tener una política exterior consistente. Impulsar el desarrollo debe ser una parte importante de esa política internacional. En mi libro menciono que desde el regreso de la democracia en 1983, hemos tenido una política exterior zigzagueante. No hemos logrado los consensos mínimos y suficientes para construir una política exterior coherente y efectiva en el tiempo. Es clave poder acordar en lo básico para poder progresar y evitar el estancamiento. Este acuerdo en lo esencial debería contemplar una política exterior para un país que debe seguir anclado en Occidente –en cuanto a valores políticos y democráticos–, pero que debe, a través de la diversificación geográfica, ampliar y profundizar sus relaciones políticas y comerciales a nivel global. Es crucial un consenso operativo que no nos haga ir de un lado a otro.
–En su libro menciona la “estrategia de horizontes diversos”. ¿En qué consiste?
–La estrategia debe ser de relacionamientos simultáneamente positivos con potencias establecidas, con potencias emergentes y con el exterior próximo. Hay que tener presente que los relacionamientos armónicos no implican que deban ser desarmónicos con otros países. Sí hay que actuar con sumo cuidado con las naciones con gobiernos autoritarios. Hay que ser muy cautelosos en ese plano y la tendencia debe reducirse a cero si ese país invade a otro o provoca un ataque terrorista. Las ventajas de este esquema es que permite integrar distintos enfoques de distintos partidos políticos si son exitosos y no empezar de cero en cada gobierno y no tirar todo por la borda. Hay que tener y sostener un marco estratégico para decidir y explicar la política exterior.
–Hace hincapié en no vincularse con países no democráticos, ¿qué alcance tiene esa precisión en el caso de los Brics, a los que la Argentina estuvo invitada a sumarse?
–Con los Brics tenemos relaciones muy positivas con todos, con India, con Sudáfrica, con Brasil. También con China es importante y creciente, pero con un desequilibrio muy importante para la Argentina mientras que los brasileros en ese intercambio son superavitarios. Algo estamos haciendo mal ahí. Los productores de Brasil reciben pagos completos y los argentinos perciben un cuarto de lo que reciben ellos; todo eso tiene que ser equilibrado. Los Brics eran, inicialmente, cinco países pertenecientes al G20. Después cambió el orden y se abrieron; se mezclan las cosas y el grupo toma un rol casi antioccidental. Rusia toma un poder importante y está invitado Irán que es el único enemigo que tiene la Argentina, el único país que atentó contra la Argentina.
–¿Se pueden seguir sosteniendo las potencialidades?
–Hay oportunidades. Pese a los problemas de la macro, en cuanto a las exportaciones hubo cambios estructurales. Hoy las operaciones van 41% a América; 36% a Asia, 15% a la Unión Europea. Estamos viendo que acompañan el traslado del poder de occidente a oriente que también hay en geopolítica. Las exportaciones al Asia aumentan fuertemente. Los empresarios aprovechan las oportunidades pese a las reglas que no les son favorables. Hay que prestar atención que a los países de la Aladi les vendemos más que a Estados Unidos e incluso hay superávit, a diferencia de lo que pasa con Estados Unidos o Brasil. El sistema productivo ya se está adaptando a las modificaciones que hubo en el mundo. Está claro que la diversificación no puede ser estática en un mundo cambiante y que debe maximizarse el interés nacional en cada etapa.
–Milei ha dicho que el comercio internacional es entre privados. ¿Qué rol tiene el Estado?
–El rol del Estado pasa por asegurar que las exportaciones lleguen a destino. Hay muchos países que tienen ciertas normas típicas de un mercado cerrado; cada uno juega su juego y el Estado debe estar alerta para asegurar que las empresas tengan oportunidades de llegar a esos mercados. Hay que apoyar la exportación de los sectores productivos con competitividad global y regional y la internacionalización de empresas argentinas.
–¿El país requiere de más acuerdos comerciales?
–Hay un gran potencial en el del Mercosur con la Unión Europea. Hoy en el intercambio los europeos tienen un leve superávit. Lula va a presionar para que la Argentina firme ese acuerdo que tiene importancia comercial, institucional y política; es una señal de que queremos estar junto a las democracias liberales. Diría que los acuerdos critícos serían: Mercosur-Union Europea; Mercosur-EFTA (Noruega, Suiza, Islandia y Lichtenstein); Mercosur con países del Asean (como Vietnam, Indonesia y Malasia) y profundizar el acuerdo Mercosur-India.
–¿Cómo ve parado al Mercosur en este cuadro?
–El Mercosur abre una posibilidad de desarrollo productivo en conjunto y es una plataforma muy significativa para avanzar en acuerdos comerciales. Brasil le sacó más provecho que nosotros y sino lo hicimos fue por culpa nuestra. Un acuerdo con la Unión Europea fuerza a homogeneizar nuestras reglas; el aparato productivo debe tener cierto tiempo para adaptarse y en esa transición hay que bajar impuestos, ordenar puertas adentro.