Talabartería: productos del campo que fascinan a la ciudad
Arandú, una empresa familiar, rescata elementos de la tradición argentina en todo el país y los ofrece al mundo
Isabel de Ocampo y Mario Rosini inauguraron el primer local de Arandú en 1987. Habían empezado a vender artículos de cuero y artesanías “muy chicos, era una manera de pagarnos los estudios”, relata la empresaria. “Nos casamos en 1986 y al año siguiente nació esta empresa, que hoy cuenta con 2 negocios y 4 franquicias dos en Córdoba, una en San Antonio de Areco y una en Río Gallegos”, enumera. Además tienen representantes de la marca en distintas ciudades del país.
Una de las mayores satisfacciones de la pareja fue viajar por toda la Argentina, entrar en los pequeños pueblos, preguntar si había artesanos, conocerlos, charlar, ver sus cosas y establecer el contacto para que ese producto llegue al local y de allí al mundo como recuerdo de los saberes, algunos ancestrales, de lo más profundo del interior argentino.
Arandú justamente, quiere decir sabiduría en guaraní, “pero la que se obtiene de la tierra, de la vida transcurrida, de la experiencia”, dice de Ocampo desde el cuarto piso del local en la calle Ayacucho. Antes de la pandemia ese último piso era un lugar de encuentro, de exposiciones de artistas y artesanos, y esperan volver a estas actividades una vez normalizada la vida cotidiana.
“Ser artesano es un estilo de vida, que hoy también eligen quienes deciden irse a vivir al interior, buscando tranquilidad”, asegura de Ocampo. “Hay mucha gente que sigue trabajando en artesanías y familias enteras que se dedican al telar, por ejemplo, y les van enseñando a sus hijos a hacer ponchos o fajas o matras. Otros decidieron aprender y tienen esa vocación. Hoy las cosas han cambiado mucho. Antes tenían que hacer el esfuerzo de ir a una ciudad, o directamente a la Capital, para mostrar sus cosas. Hoy no necesitan moverse, usan WhatsApp para mandar fotos, se paga por transferencia, la factura es electrónica y tienen la ventaja de trabajar desde su casa, con materiales cercanos a su lugar de origen”, cuenta de Ocampo.
Nuestra premisa siempre fue vender productos argentinos. Son artículos reales que usa la gente en el país. Nos preocupamos por vender cosas auténticas y eso es lo que nos da la identidad
Los ponchos son uno de los ítems estrella de la firma, y vienen de Corrientes, Salta, Córdoba y Catamarca, entre otras provincias. Hay exhibido un poncho jesuítico, una bella reliquia, de esas que compra Arandú, con ojo para las antiguedades también.
Como talabartería, ofrecen todo lo que tiene que ver con el trabajo a caballo, como monturas, pero más allá, se pueden ver también las rastras “de verdad”, con las monedas de plata que visten los gauchos en fiestas como la de la tradición, en San Antonio de Areco, con su desfile impactante y reconocido a nivel internacional.
“Nuestra premisa siempre fue vender productos argentinos. Son artículos reales que usa la gente en el país. Nos preocupamos por vender cosas auténticas y eso es lo que nos da la identidad”.
La primera exportación
Fue después del 2001, cuando “los precios eran más competitivos. Para poder exportar necesitás no solo calidad, sino un producto competitivo porque hay muchos países que quieren vender sus artículos. Hasta el 2007 exportamos mucho, sobre todo a Europa, donde mandábamos cinturones, alpargatas, zapatos y sombreros de cuero. Ahora se exportan solo las cosas que no se hacen el exterior, como los cinturones bordados a mano, mates y bombillas, pero no está fácil”, asegura la fundadora de Arandú.
Al igual que muchas pymes exportadoras, “cuesta que el europeo o el americano entiendan las diferencias de precio. En enero, un cinturón que le cotizaste a un cliente a 10 dólares, por ejemplo, en abril vale 15 dólares y eso no es “normal” en el mercado externo. Por eso se trata de respetar el precio pactado, pero llega un momento en que no conviene trabajar porque no hay ninguna ganancia. De hecho, los márgenes son apenas un 12% y si eso sucede se va a pérdida”, asegura la empresaria.
Más de 200 talleres de artesanos en todo el país dependen de las ventas. “Para ellos estos cierres son tremendos porque viven al día. Por eso tratamos de mantener las compras.” En este sentido, considera importante exportar y hoy tienen pedidos para Polonia, Alemania y Estados Unidos. “El Exporta Fácil realmente es una solución para nosotros, una herramienta muy buena para agilizar los envíos”, dice.
Con un nuevo proyecto en vista, después de comprar una casa de valor patrimonial en San Telmo, esperan “que todo mejore para comenzar a restaurarla”. Será una nueva sede, para cuando lleguen buenos y nuevos vientos.
Más leídas de Economía
¿Cuánto ganan los estatales? Privilegios para los recaudadores de impuestos y padecimientos para los empleados de la salud
Minuto a minuto. ¿A cuánto cotizaron el dólar oficial y el blue este miércoles 24 de abril?
Hito. Una empresa de Chaco realizó la primera exportación a Estados Unidos de un pescado muy valorado