Una integración energética posible
Hay que remontarse hasta 1960 para encontrar un escenario tan favorable para la región sudamericana. La irrupción de China, India y otros países emergentes han modificado favorablemente los precios de los recursos naturales de nuestras naciones y los términos de intercambio.
Por otra parte, la experiencia acumulada, a fuerza de duros reveses y severas crisis, ha llevado a las administraciones de casi todos los países a privilegiar el sostenimiento de superávit fiscales, la acumulación de reservas y la obtención de saldos positivos del balance de pagos. La región se encuentra en una coyuntura favorable al poseer grandes reservas energéticas, abundantes minerales y una producción agropecuaria competitiva internacionalmente; incluso Brasil y Chile cuentan con importantes fuentes de financiamiento a mediano y largo plazo.
Sin embargo, a pesar de ello, el proceso de integración regional encuentra tantos o mayores obstáculos que en las épocas de crisis. Existe en especial un caso que resalta por lo paradójico y se refiere a las posibilidades de integración energética entre la Bolivia, la Argentina y Chile (BAC).
Bolivia tiene elevadas reservas comprobadas de gas, Argentina necesita cubrir sus faltantes y Chile reemplazar a nuestro país como proveedor confiable.
Chile y Bolivia están negociando una posible salida al mar del país del Altiplano; mientras, nuestro país intenta aumentar la provisión boliviana de gas, debiendo previamente asegurarse la explotación, la planta de tratamiento y la construcción del gasoducto del Nordeste, obras de por sí costosas y que -dadas las limitaciones de financiamiento argentino por un lado y las expropiaciones bolivianas por el otro- no poseen otras fuentes que los recursos fiscales y el eventual apoyo venezolano.
Acuerdo tripartito
En este escenario, nuestra nación debería jugar un rol activo, impulsando un acuerdo tripartito, que por una parte obtuviera para Bolivia su más cara reivindicación histórica, para Chile el acceso al gas boliviano y para nuestro país contar con otra alternativa de financiamiento -la chilena- que asegure nuestro propio abastecimiento.
La Argentina tiene como mejor carta los activos intangibles que ningún otro país de la región posee: ser receptor de prácticamente la totalidad de la emigración boliviana, brindándole oportunidades laborales, salud y educación para sus hijos y asimilando sin conflictos su cultura y costumbres.
De esta forma ayudaríamos a cubrir nuestro incumplimiento de abastecimiento a Chile, encontraríamos recursos financieros genuinos para evitar la Venezuela-dependencia y facilitaríamos la consolidación política y económica boliviana. El BAC energético es posible, depende de nuestra visión y audacia a sabiendas de que, en el status quo actual, los problemas de nuestro vecino norteño -su posible fragmentación- repercutirían gravemente y sólo sobre nuestras espaldas.
raulochoa@fibertel.com.ar
Esta columna se realiza con el apoyo de la Fundación Standard Bank.