Una tecnología marítima de la década de 1920 está nuevamente de moda
Crece el interés por la propulsión eólica al buscar las firmas del sector maneras de reducir los costos del combustible y su impacto
Un buque tanque que transporta casi 110.000 toneladas de petróleo entre el Medio Oriente y Europa no suena como un navío ecológico. Pero el Maersk Pelican es único entre los mayores barcos de carga del mundo porque no utiliza sólo combustibles fósiles para su propulsión. El 29 de septiembre llegó a Arabia Saudita en su primer viaje desde la instalación de dos turbo velas de 30 metros.
Los barcos de carga a carbón y petróleo terminaron con la energía eólica en el siglo XIX. Pero crece el interés por la propulsión eólica y por las turbo velas en particular, al buscar las líneas marítimas maneras de reducir la cuenta del combustible.
Instalados en la cubierta del barco, estos cilindros gigantes rotativos lo impulsan usando el "efecto Magnus", la fuerza que hace que una pelota que gira recorra una curva en el aire.
El concepto fue demostrado por Anton Flettner, un ingeniero alemán, en la década de 1920, pero las turbo velas no se impusieron, en parte debido a que el carbón era una alternativa barata. Las primeras que fabricó eran de metal y tan pesadas que hacían más lentos a los buques.
Las turbo velas desarrolladas por Norsepower, una firma finlandesa, están hechas de fibra de carbono y son mucho más livianas, dice Tuomas Riski, su CEO.
Además son automatizadas, por lo que no se necesita de más marineros para operarlas, a diferencia de la versión de Flettner. A su vez, además del Maersk Pelican, Norsepower ya las ha instalado en varios otros barcos, incluyendo el Estraden, un ferry que opera entre Holanda y Gran Bretaña, y el Viking Grace, que navega entre Suecia y Finlandia.
El interés en las velas deriva de que pueden reducir la cuenta de combustible y las emisiones, dice Tommy Thomassen, jefe técnico de los buques tanque Maersk.
Las dos turbo velas del Maersk Pelican reducirán la cuenta de combustible 7-10%, pronostica; si se agregara dos más el ahorro podría aumentar al 15-20%. Esto ayuda con otra prioridad de la industria naviera, que es cumplir con las nuevas metas relativas al cambio climático.
En abril, la Organización Marítima Internacional (OMI), una agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU), acordó reducir a la mitad de su nivel de 2008 las emisiones de carbono del sector naviero global para 2050.
Las velas pueden hacer un aporte serio a esa meta. La mayoría de las demás tecnologías (tales como agregar popas con un diseño bulboso) reducen solo en unos pocos puntos porcentuales la cuenta de combustible.
En tanto, las baterías eléctricas no pueden almacenar suficiente energía para viajes de mar largos.
Sin embargo, los costos iniciales siguen siendo un problema. Cuesta entre US$1,15 y US$2,3 millones instalar las turbo velas de Norsepower; se tarda en promedio cinco años en recuperar eso por medio de la baja de la cuenta de combustibles.
Riski espera reducir el plazo a tres años produciendo las velas a un menor costo en China. Entonces tendría sentido instalarlas para quienes licitan barcos, ya que los alquileres suelen ser por plazos menores a tres años.
Las turbo velas no son las únicas alternativas disponibles. También se han propuesto versiones modernas del tipo de velas convencionales, así como barriletes fijados al frente de los buques, como soluciones para ahorrar energía. Pero estas alternativas representan un riesgo para la salud y la seguridad de los marineros.
La energía eólica estará nuevamente de moda, pero hay que aclarar que no se trata de montar el aparejo.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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