¿Cuánto influye la relación personal entre los presidentes?
Javier Milei y Donald Trump tienen buena sintonía y es importante, pero no hay que exagerar; lo mejor: que ninguno de los dos necesite al otro
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Finalmente, Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, consiguió lo que quería: una foto con Javier Gerardo Milei, presidente en ejercicio de la Argentina. Bromas aparte, el evento invita a reflexionar sobre la importancia que, en la gestión presidencial de un país, o cargo equivalente, tiene la relación personal entre los protagonistas. Para algunos analistas es crucial, para otros es irrelevante. Ni una cosa ni la otra, según muestra la historia, tanto nacional como internacional. ¿Cómo será utilizada de aquí en adelante?
Al respecto conversé con el inglés Charles Davenant (1656– 1714), quien cursó estudios en el Balliol College de Oxford, abandonándolos antes de recibirse, para administrar el teatro de su padre. Según David Alan Gilmour Waddell, fue uno de los más destacados autores de panfletos económicos y políticos en la Inglaterra de Guillermo III y la reina Ana.
–Autor de panfletos, ¿no se siente ofendido?
–¿Por qué habría? Si entendemos por panfleto un documento donde las afirmaciones no se prueban, sino que se postulan, también deberían sentirse ofendidos Karl Heinrich Marx y Federico Engels, autores del Manifiesto comunista de 1848.
–Aclarado el punto, pero, ¿cómo llegó a la escritura de panfletos?
–Entre 1678 y 1689 fui Comisionado de impuestos al consumo, y entre 1685 y 1688 miembro del Parlamento. La Gloriosa Revolución de 1688 me arruinó seriamente, porque no solamente perdí mis ingresos, sino nunca pude cobrar un préstamo que le había otorgado a la Corona. Como bien dice Peter Diderik Groenewegen, mi fracaso como Comisionado, así como la imposibilidad de obtener otros puestos rentados, a partir de 1695 me convirtieron en un escritor de panfletos. Pero incapaz de administrarme a mí mismo, terminé siendo una carga para mis amigos.
–En sus escritos, Josep Alois Schumpeter rescata sus ideas referidas a la aritmética política. ¿Qué es eso?
–En mi época, eso se refería al arte de razonar el análisis de la actividad gubernamental a partir de números. Mi asociación con Gregory King generó el famoso “ejercicio” estadístico, la denominada curva de demanda King-Davenant, reconocida primero por William Thomas Thornton y el conde de Lauderdale, y luego por William Stanley Jevons. Mis puntos de vista fueron aplicados de manera sistemática durante por lo menos un siglo entero. Por lo demás, hay canales “definitivos” a través de los cuales, bajo el estímulo de la expectativa de ganancia, la actividad económica busca su rumbo, generando resultados que podrán gustarnos o no, pero que son determinados y no caóticos.
–Trump presidirá Estados Unidos desde el 20 de enero de 2025, y por cuatro años. ¿Qué importancia tendrá, para él, la Argentina?
–Perdone, pero su pregunta me hace sonreír y recordar (espero que ningún lector se ofenda) el chiste según el cual, el mejor negocio del mundo consiste en comprar argentinos por lo que valen, y venderlos por lo que creen que valen. Cabe esperar que el presidente Trump adopte sus decisiones pensando en los estadounidenses, y en este mundo tan vertiginoso, solo Dios sabe con qué agenda de trabajo se va a encontrar.
–¿Cuán importante es la vinculación personal entre presidentes de los países?
–Es importante, pero sin exagerar. Es importante, porque mucha inteligencia artificial, mucha investigación previa, pero la toma de decisiones la termina realizando algún ser humano. Los líderes, como los otros mortales, además de su entendimiento, tienen sus manías, sus fobias, sus emociones. Por lo cual, no es lo mismo iniciar una conversación diciendo “señor presidente”, que “Donald o Javier”.
–Existe correspondencia entre afinidad ideológica y acercamiento personal.
–No siempre. Durante la Segunda Guerra Mundial Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt eran aliados, pero no fueron amigos. Tampoco exageremos: no hay que pelearse por diferencias de opinión, aunque humanamente uno se termina sintiendo más cómodo con quienes no tiene que estar permanentemente cruzando espadas, o atajándose. Con frecuencia, el acercamiento entre protagonistas que no siempre están de acuerdo en el plano político o económico ocurre con afinidades referidas a otros planos, como el deportivo, el musical, el científico...
–Vamos al otro punto. La vinculación personal es importante, pero no hay que exagerar.
–En efecto. Lo mejor es que, más allá de la cordialidad espontánea, ninguno de los dos mandatarios lo necesite al otro. Déjemelo plantear de manera brutal: lo peor que les puede pasar a ustedes, argentinos, es pensar que la buena relación que hoy parece existir entre los presidentes de Argentina y Estados Unidos es un sustituto de las políticas económicas que están implementando. Y al respecto el equilibrio fiscal es un excelente ejemplo: el presidente Milei agradece la felicitación del presidente electo Trump, pero no necesita su apoyo.
–A diferencia de lo que ocurrió en 2018, con el ex presidente Mauricio Macri.
–Así es. En aquel momento la vinculación personal posibilitó que el FMI les prestara US$45.000 millones, sin ningún fundamento técnico, préstamo que buscó que Macri llegara al final de su presidencia sin declarar el default, fuera reelecto, se reabrieran los mercados y pudiera volver a colocar deuda en los mercados internacionales, saldando la deuda con el Fondo. La elección la ganó Alberto Fernández y la Argentina nunca devolvió el préstamo.
–De hecho le seguimos debiendo.
–El acuerdo de 2022 fue muy diferente del celebrado en 2018, porque estuvo basado en que Argentina ya había recibido el dinero y se sabía que, con esfuerzo local, nunca sería cancelado. Por lo cual, más allá de los viajes, las negociaciones, se trató de un acuerdo basado más en la contabilidad creativa que en economía propiamente dicha.
–El otro ejemplo digno de mención es el de la reunión que celebraron Arturo Frondizi y John Fitzgerald Kennedy.
–En Palm Beach, en la Navidad de 1961. Relatado en detalle por Carlos Ortiz de Rosas, quien ofició de traductor. El presidente norteamericano quería conversar con su par argentino, no precisamente por los tamaños de los PBI de ambos países, sino porque advirtió que Frondizi pensaba. Lamentablemente el único subproducto fue un memo que el presidente argentino le envió a Kennedy, porque tres meses después fue derrocado. Pertenece al plano contrafáctico saber qué hubiera ocurrido si Crisólogo Larralde no hubiera fallecido durante la campaña electoral de 1962, le hubiera ganado a Andrés Framini la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y Frondizi hubiera continuado siendo presidente hasta 1964, conversando con Kennedy hasta que éste fuera asesinado en noviembre de 1963.
–Don Charles, muchas gracias.
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