
Dal Poggetto y Kerner: en qué se parece el momento actual a los 90 y qué se puede aprender para evitar errores
Marina Dal Poggetto es economista (UBA) y magister en Políticas Públicas (UTDT); es directora ejecutiva de la consultora EcoGo; Daniel Kerner es politólogo (UBA) y tiene posgrados en Historia Latinoamericana y Economía por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign; es director ejecutivo para América Latina de Eurasia Group

De los 90 a 2025. De Menem a Milei. Esa es la premisa central de Back to the 90s (Planeta), el libro que escribieron la economista Marina Dal Poggetto y el politólogo Daniel Kerner, que busca analizar similitudes y diferencias entre ambos períodos para “entender qué pasó”. “Son preguntas que nos permitan entender qué está pasando hoy”, dicen los autores, en una entrevista con LA NACION, que recorre la política y la economía del pasado y el presente del país.
-¿Qué visión tienen hoy de los 90?
Dal Poggetto: -Los 90 fueron un período donde no solo tuviste estabilidad, sino un salto enorme en la productividad, una mejora significativa en la calidad de los bienes públicos, inserción de Argentina en el mundo, la baja en la inflación más rápida de la región. Y, paradójicamente, todo lo que de alguna forma funcionó, dejó de funcionar rotundamente cuando el ancla cambiaria, con la caja de conversión, no resistió a un mundo donde el dólar se fortalecía, los commodities caían y terminaste en la crisis del 2001.

-¿Y cuánto de eso es aplicable o similar a lo que se vive hoy? En el libro hablan de un ‘loop’ que condena al país.
Kerner: -Parte del loop es que las discusiones y las demandas que había en el 89 son parecidas a las que hay ahora. Es el fin de un ciclo de expansión económica populista que se vuelve insostenible, es la sociedad en medio de la hiperinflación reclamando estabilidad y es un nuevo presidente que hace un giro radical hacia el liberalismo, la apertura económica y demás en ese momento. Esas son similitudes sobre las decisiones que se toman y sobre la demanda. Argentina era un país muy diferente en muchas cosas en el año 88, 89; la política era muy diferente y el mundo especialmente era muy diferente. En ese momento todo el mundo estaba girando hacia eso: era el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos era el país que dominaba, impulsaba en todos los países apertura económica, privatizaciones, reformas. Lo que estaba haciendo Argentina, a lo mejor de manera un poco más extrema, era lo que todo el mundo creía que era bueno. Hoy el país es más pobre, tiene una estructura social cada vez más deteriorada y el mundo va en dirección completamente opuesta.
-¿Cuánto tiene Milei de Menem?
K: -Hay diferencias muy importantes. Menem fue un político de toda la vida, desde chiquito, había sido gobernador, era realmente un insider de la política. Milei no. Viene de manera muy diferente y tiene un estilo de hacer política muy diferente. Entrevistamos a muchos de los participantes de la época, y casi todo el mundo tiene un recuerdo de Menem como un buen líder político, como alguien que era inclusivo, que expandía sus bases de apoyo. Milei es todo lo contrario. Y finalmente, Menem cuando llega al gobierno no tiene una idea de qué hacer, va tomando las ideas que puede y se termina agarrando la Convertibilidad por un tema político. No era alguien de ideas. Milei es alguien con ideas muy fuertes, especialmente en lo económico. Menem en ese sentido era muy pragmático.

-¿Cómo es el punto de partida de ambos esquemas?
DP: -Menem llega en mitad de una hiperinflación, que se da por cuestiones objetivas, y que de alguna forma termina ocurriendo como contracara de una transición política entre Alfonsín y Menem caótica. Esa transición desordenada terminó generando en una toma de ganancias infernal que llevó a la inflación al 200% el mes de la elección. Menem gana la elección e hizo falta una negociación política para anticipar el cambio de gobierno. Y esa negociación, le permitió a Menem dos grandes leyes como la de Reforma del Estado y la de Emergencia Económica, que fueron las bases de muchas de las reformas que se pudieron hacer después en los 90. Hubo un acuerdo político de entrada. En términos de las distorsiones de partida, la situación del balance del BCRA era peor que la que tenías hoy por hoy, no porque la de hoy sea sencilla sino porque hoy tenías un cepo que de alguna forma funcionaba como amortiguador. En ese momento no estaba la tecnología del cepo actual. Y terminaste en una hiperinflación. Los primeros meses de gestión de Menem terminaron en una nueva crisis a finales del 89, que derivó en una decisión muy traumática, que fue la ruptura de contratos, con el plan Bonex, que le permitió resolver de una vez lo que Milei intentó un poco licuando y cambiando la deuda del BCRA al Tesoro, que eran los pasivos remunerados. Hay una gran diferencia: Menem rompe contratos y eso le permite resolver el problema del BCRA. Y el plan Brady termina dándole una solución política, y si querés económica, a la deuda contraída del gobierno militar, que había condicionado toda la gestión de Alfonsín. Hoy todavía estamos discutiendo cómo resolvemos el programa financiero.

-Mencionó algunos éxitos del esquema de los 90. ¿Qué destaca?
DP: -Los primeros años fueron muy virtuosos, pero te dejaron una rigidez muy grande. Antes de la Convertibilidad, con Menem tenías una economía que crecía poco, con una inflación que todavía estaba en el 5% o 6, más baja que el 200% de cuando gana la presidencial, pero muy alta. En ese contexto, la imagen de Menem estaba muy mal, la elección en el 91 probablemente la hubiera perdido. La Convertibilidad le permitió es acelerar todo: llega con la economía creciendo, con la inflación bajando, y de golpe se abre para la Argentina un período donde la combinación de reformas estructurales, privatizaciones y estabilidad le permitió a una parte enorme de la sociedad una visualización de algo que nunca había visto. La contracara de eso fue el salto en la productividad que tuvo la economía y la contracara fue el salto del desempleo, que no se notó inmediatamente, sino para el 95, 96. Entonces, ¿funcionó? Funcionó como mecanismo de estabilización. Al mismo tiempo, tuvo costos muy altos, pero sobre todo el principal costo es que no terminó de funcionar y terminaste en una crisis terminal.
-¿Cómo es diferente ese mundo de los 90 a hoy?
DK: -La más importante es que lo que estaba haciendo Menem en ese momento era el consenso generalizado, y eso lo ayuda en varias cuestiones. Menem era el líder del peronismo, el partido con el cual había llegado la inflación a Argentina en los 70, hace un programa completamente opuesto y logra encolumnar al principal partido político detrás de él. En parte es por el éxito y su liderazgo, pero en gran medida es porque en ese momento en el mundo la izquierda no tenía opciones, el populismo no tenía opciones. Y eso le da a Menem cobertura durante bastante tiempo. Y además, tanto en términos financieros como geopolíticos, todo el mundo iba hacia ahí. Si uno ve hoy dónde está el mundo, la discusión en Estados Unidos es más bien proteccionista, de crear una pared arancelaria, de política industrial y de sustitución de importaciones, lo contrario a lo que hizo Menem y a lo que está haciendo Milei. Es un mundo más fragmentado, y lo de Argentina realmente queda como una excepción. Y si bien hoy tiene el apoyo de Estados Unidos, y lo puede seguir teniendo, tiene más que ver con una alianza política, con cuestiones transaccionales, y no tanto con un apoyo mucho más generalizado.
-¿Y qué diferencias hay en las características de la economía local?
DP: -La primera gran diferencia son las tecnologías. Hay un cambio tecnológico abismal que convive con la apertura de la economía, que es necesaria ahora y era necesaria en los 90. En los 90, toda América Latina era muy cerrada y se estaba abriendo, hoy Argentina es la que se está abriendo en un mundo que no es tan cerrado como pero que se está cerrando. Y lo segundo es el régimen laboral. Menem hizo todas las reformas, salvo la laboral, que nunca la hizo. Hubo algunas bajas de aportes patronales, algunos cambios en la legislación, pero no cambió el proceso. Sí hizo la previsional. Hoy estás al revés. el consenso es otro, y hoy la reforma laboral en se hizo de facto. Si tenés 22 millones de personas en la población económica activa y solamente seis trabajando en el sector formal y tres en el sector público, son nueve de 22. Hay una enorme cantidad de gente que está fuera del sistema. Y el consenso para la reforma laboral arranca mucho antes que la previsional. Ahora, el aumento en la productividad, o sea, el abrir la economía en el mundo en el cual estás, donde los saldos exportables chinos son enormes, después de que Estados Unidos suba aranceles, está generando la visualización de que el esquema sigue de largo y afectando a empresas que venían de alguna forma de cazar en el zoológico en el modelo anterior. Lo único que tenían que hacer era tomar pesos baratos, a tasa de interés negativa, comprar dólares baratos, con brecha cambiaria del 200% y vender en el mercado de precios descuidados. Nadie estaba preocupado ni por la productividad ni por la demanda o el costo. Hoy te estás abriendo en un mundo de grandes saldos exportables chinas y con un tipo de cambio donde el Gobierno prioriza la desinflación por sobre tratar de sostener niveles o evitar más daño del que la apertura per se va a provocar.
-¿Y qué puede pasar?
DP: -En la convertibilidad el desempleo tardó en subir: era 6% y terminó en 17%. Cuando llegó este Gobierno, el desempleo era 5,7%, el último dato publicado es 6,6%, lo más probable es que vaya para arriba. La pregunta es hasta dónde.
-¿Cómo incide el esquema cambiario y la rigidez de la Convertibilidad?
MDP: -En los 90, las reformas que hubiera requerido para semejante rigidez eran mucho mayores que las que tuvimos. Hoy no es rígido. Tenés un esquema de bandas, que eventualmente se pueden modificar. De hecho, esta semana hubo un anuncio. Esto es distinto, pero no tenés resuelto el resto de problemas. Milei gana con un discurso de dolarización.
-¿Y por qué no fue hacia ahí?
DP: -Creo que no avanzó hacia eso porque no podías hacerlo sin romper contratos. La dolarización implicaba que alguien te ponía los dólares para canjear los pesos y la deuda en pesos o, si no, tenías una ruptura de contratos en puerta. Milei fue mucho más pragmático que su discurso de campaña. Hoy tenés muchos más grados de libertad, lo que no significa que no tengas costos detrás de los grados de libertad. La Convertibilidad se ató de pies y manos de entrada. No había ningún margen para emitir pesos. Hoy el margen está. El programa económico fue pragmático. Hubo un montón de idas y vueltas y giros durante el programa. El balance del BCRA, tu problema de origen, no lo terminaste de resolver.
-¿Por qué?
DP: -Porque tenés reservas que siguen siendo negativas. De hecho, son más negativas que las que tenías inicialmente, aunque conseguiste liquidez gracias al desembolso del FMI. Las líquidas son mejores, pero las propias son más negativas. Y desde el punto de vista del excedente de pesos que tenía la economía argentina, que no eran pesos sino deuda del BCRA, la empaquetaste y es deuda del Tesoro con una con una contracción de vencimientos de muy corto plazo. De nuevo, el mercado lo que le está pidiendo es mejorar el balance del BCRA, comprar dólares.
-¿Cómo incide la política?
DK: -Menem no va directo a la Convertibilidad. Tiene dos años antes donde va probando distintas cosas. La decisión tiene que ver con su temor de perder las elecciones en el 91. La primera cuestión es que el riesgo de que, ante una incertidumbre política, el gobierno decida ir por un esquema rígido sigue estando. Una de las cosas que sí logró la Convertibilidad es que se terminó en gran medida la discusión sobre la política económica en Argentina, porque nadie podía salir de ahí. Pero algo que vimos en los ’90 que es muy relevante para ahora es que la sociedad exigía estabilidad y, una vez ganada, mantener la estabilidad, pero con el paso del tiempo fue pidiendo crecimiento, empleo, justicia social y falta de corrupción. Y es muy difícil para los gobiernos satisfacer todas esas cuestiones. Entonces, hacia adelante, pensando cuál es el desafío del Gobierno, primero, no meterse en algo rígido porque la tentación sigue estando y, si bien eso soluciona los problemas de transición, eventualmente generan un problema. Pero creo que también, pensando en lo que vimos en esos años, que la flexibilidad y el pragmatismo tienen que mantenerse para poder ir satisfaciendo las distintas cuestiones que van a ir surgiendo en el electorado, porque lo que exigió en esta elección va a ser muy diferente a lo que exige en la próxima elección.
-Ambos gobiernos buscaron un alineamiento con Estados Unidos. ¿Qué semejanzas y diferencias hay?
DK: -Hoy en Estados Unidos, más allá de los documentos que saque, al menos con Trump, la política exterior es puramente transaccional e instrumental: qué beneficios necesito ahora para el país, para mi economía o para la gente cercana al presidente de Estados Unidos. Eso es lo que guía sus acciones alrededor del mundo. Hay un interés en apoyar gobiernos afines, pero no es un interés de largo plazo, estratégico. En los 90, el interés en apoyar a Menem, en apoyar a Argentina, tenía que ver con que estaban apoyando un cambio a nivel global hacia el neoliberalismo, la apertura económica y demás. Y el apoyo se mantuvo al menos dos gobiernos, el de Bush y el de Clinton. Yo creo que hoy ese riesgo es mucho más alto porque está todo basado en el interés de Trump. Una vez que no esté Trump, en tres años, no está claro que ese apoyo vaya a estar. Creo que es mucho más contingente y mucho menos predecible de lo que fue en los noventas.
-La Convertibilidad terminó mal. ¿Qué riesgos hay hoy?
DP: -El periodo tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Una gran diferencia de la Convertibilidad, a partir de Cavallo, todo lo que fue la desregulación y la reforma del Estado. Él intenta armar una lógica de mejora en el funcionamiento del Estado, y hoy estás un poco al revés: buena parte del ajuste se hizo como contracara de la licuación de las jubilaciones, los salarios públicos. En la Convertibilidad, el aumento de la productividad fue significativo. Hoy es mucho menor
-El Gobierno puede decir: reformas estructurales, RIGI, minería, Vaca Muerta y el campo como camino al crecimiento.
DP: -Claro, pero lo que estás haciendo es un régimen preferencial a un sector con ventajas comparativas, que tiene capacidad de impulsar la inversión y sobre todo el crecimiento en las provincias del norte, pero estás poniendo en desventaja a todo el resto de los sectores que siguen jugando con las mismas reglas del juego, con una economía mucho más abierta, pero que tiene el mismo sistema tributario, que hasta ahora tenía el mismo régimen laboral, la misma infraestructura. Más allá de los parecidos y los discursos, ese salto en la productividad hoy no está.
DK: -Una de las tragedias más grandes es que se había armado este consenso, se hicieron muchas reformas, y por la rigidez y la falta de pragmatismo, terminó tan mal que lo que vino después fue un giro hacia lo opuesto. Y parte de ese consenso, que eran positivas, se rompieron en Argentina como no se rompieron en otros países de la región. Después, lo otro fue tanto que terminamos en este consenso otra vez, y ahí volvemos al loop. El desafío también es que,si esto no es sostenible políticamente, en algún momento el péndulo gira y en Argentina gira mucho más. Y entonces, si hoy hay un consenso positivo sobre las ventajas de la estabilidad fiscal, si no le da respuestas al electorado, en algún momento se pierde.
-¿Cuáles son esas próximas demandas?
DK: -En algún momento la gente va a querer tener empleo, tener servicios públicos apropiados y tranquilidad política. Y es muy difícil de lograr eso.
DP: -Y los ingresos.
-¿Y puede este esquema dar respuesta?
MDP: -El ajuste fiscal lo hiciste fundamentalmente pisando los ingresos de los asalariados públicos y los ingresos de los jubilados, que están indexados a la inflación, con lo cual no hay margen de recomposición dentro de lo legal establecido. Con los salarios públicos también. El empleado público se ganó, sí querés, el desprestigio asociado al concepto de ñoqui, pero dentro del empleo público hay un montón de funciones que se siguen cumpliendo. Siempre digo la frase de que en Argentina siempre estamos de acuerdo con qué el ajuste lo haga el otro. Milei puso sobre la mesa temas que en el país eran inviables de discutir. Y están sobre la mesa y se empiezan a avanzar en algunas reformas. Y son complejas. Necesitás las tres cosas al mismo tiempo: la macro, la micro y la gobernabilidad. Por ahora, el Gobierno trabajó en la macro, manejó la gobernabilidad y ahora tiene un envión adicional después del cambio de gobierno. De la micro dice: “Mucho no me importa”. Prioriza la desinflación, en gran medida para sostener la gobernabilidad, usando el tipo de cambio como semiancla, pero eso probablemente provoque más daño del necesario en términos de sectores que de golpe pasaron de Disneylandia a la jungla y ahora se ven afectados por la apertura de la economía. Ese es el principal desafío de la política.









