Destrucción de billetes de $200 y comisiones por depósitos de “baja denominación”, las estrategias del sistema financiero ante la falta de espacio de almacenamiento
Tras el lanzamiento del billete de $10.000, las entidades tienen problemas con el guardado de papeles de baja denominación y optan por diferentes estrategias; el Banco Central puso a disposición la recepción de billetes deteriorados de $200 para su destrucción
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“Tengo que cobrarte una comisión del 5% por traer billetes de baja denominación″, dice la cajera de un banco de la Argentina al recibir un depósito de $600.000, una montaña de billetes que está conformada por varios papeles de $500. Esta práctica, que empezó a generalizarse en los últimos dos años (aunque entonces con los billetes de $100 y $200), es una de las estrategias que encontraron dentro del sistema financiero para trasladarle parte de los costos de almacenamiento y transporte a las grandes compañías.
El problema de la falta de espacio en los bancos se agravó en los últimos meses, tras el lanzamiento del billete de $10.000. Aunque este hecho fue una buena noticia para el sector, en la práctica significó que los clientes buscaran quedarse con los papeles de mayor denominación y lleven al banco los de menor valor. Por esa razón cobran un recargo adicional a las empresas más grandes (no así a pymes ni individuos, por regulación del Banco Central) que depositan billetes de $100, $200 y, más recientemente, $500.
La primera entidad financiera que lo anunció públicamente fue Banco Galicia, en julio de 2022. En ese entonces, explicaron que los depósitos en efectivo que hagan las empresas tendrán una comisión adicional del 5% si el monto en baja denominación superaba el 15% del total depositado. En Banco Santander también es del 5%, aunque remarcaron que es solo para las compañías más grandes, que representan el 1% de sus clientes. En tanto, en Banco Macro actualmente cobran 3% por billetes de bajo denominación y Supervielle, el 2%, según figura en la tabla de comisiones de la cartera comercial.
“Cobramos un servicio de recaudación del efectivo por cualquier tipo de billete. Pero para aquellas compañías que traen grandes volúmenes de billetes de baja denominación (como una distribuidora de cigarrillos o golosinas), el esquema de precios es diferente, porque no podemos poner a recircular los billetes muy pequeños y en mal estado. Van a guardado y a destrucción”, explicaron desde otro banco.
Sin embargo, hoy el que mayor problema genera es el que tiene la figura del hornero, lanzado a finales de 2017 por Mauricio Macri. “El de $1000 nos trae el mismo problema que el de $100 hace un par de meses”, agregan desde el sector.
Actualmente, circulan por las calles argentinas un total de 11.692 millones de billetes, de los cuales el 52% corresponde a este ejemplar (hay 6090 millones de copias), de acuerdo con información del Banco Central (BCRA).
“Las empresas vienen y los depositan, pero nadie los demanda. Los cajeros se cargan con los de $10.000, porque si no habría una menor cantidad de personas que podrían retirar dinero. Entonces, los de $1000 se quedan acá para siempre. El tesoro del banco está lleno, no entran más, da claustrofobia. Quedás aplastado contra la pared”, graficó otra fuente del rubro.
Esto llevó a la construcción de “sarcófagos”, como se le dicen coloquialmente desde el sector a las bóvedas repletas de pesos olvidados por el paso de la inflación. Desde los bancos cuentan que están en conversaciones con el Banco Central para “aceitar los procesos” y poder destruir de manera más ágil aquellos papeles que tienen el símbolo de $100, $200 y $500. “Los de $1000 todavía no se destruyen, pero es nuestro mayor desafío por la cantidad que recibimos”, agregan.
Para intentar darles un guiño, el jueves de la semana pasada el BCRA puso a disposición a través de la Comunicación A 8095 la recepción de billetes deteriorados “sin perforar” hasta la denominación de $200, en el estado que fuera, retirados de la circulación. La perforación se trata del paso previo a la destrucción del billete, una tarea que recae en mano de los bancos.
No obstante, puertas adentro de las entidades financieras creen que la medida es más bien una “aspirina”. En parte, porque la normativa tiene ciertos requisitos para el manejo y acondicionamiento de los billetes que hace “engorrosa” la operatoria. “Piden acondicionarlos de determinada forma cuando ni siquiera hay máquinas disponibles para eso”, explican.
Otro tanto, porque los billetes con forma de la ballena franca austral son pocos. Lanzados en octubre de 2016, hoy existen 384 millones de ejemplares, apenas un 3,2% del total. Es el segundo papel con menos copias, solo por detrás del de $50 (2,09% millones), y seguido por el de $20 (3,4%), el de $10 (4%) y el nuevo de $10.000 (4,2%).
En cambio, con una cantidad de 1519,2 millones de papeles, el de $500 representa casi el 13% del total en circulación. El de $2000, lanzado por la administración de Alberto Fernández a mediados del año pasado, ya suma 1106,4 millones de copias y significa el 9,4% del total de los billetes que se intercambian en la Argentina. Para finales de este año, empezará a circular el de $20.000.
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