Procuran reinstalar un mecanismo para pagar importaciones financiadas
El BCRA, que volvió a comprar dólares, pero no logra sumar reservas, busca volver a la carta de crédito
Con nuevos artilugios, el Gobierno logró en los últimas semanas recortar aún más la demanda de dólares vinculada con el pago de importaciones, mientras procura que empresas y bancos vuelvan a adoptar mecanismos de financiación para este tipo de operaciones que, tras la imposición del cepo, se pactan mayoritariamente al contado o incluso se pagan con anticipación.
El acceso al mercado cambiario por parte de los importadores se complicó más de lo usual porque la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) modificó sin aviso previo, hace dos semanas, su sistema de control de operaciones en aparente falta de coordinación con el Banco Central (BCRA). Esto hizo que el volumen operado con estos fines cayera 50% esa semana.
La virtual inactividad por este canal, sumada a la que impusieron los feriados de carnaval, le permitió al Gobierno solidificar la imagen de paz cambiaria, aunque ésta se haya cimentado en dejar en espera muchos pagos al exterior. "Antes, la validación final de la operación se hacía con la presentación de la declaración jurada anticipada de importación [DJAI] y ahora pasaron a reclamar los permisos de embarque", confiaron a LA NACION en distintos bancos .
"Los pagos por estos días no pueden superar los 300.000 dólares por operación y deben calzarse con ingresos que hagan exportadores a los efectos de que el mercado mayorista se equilibre y deje de presionar sobre las reservas", explicó José Nogueira, de la corredora ABC.
Así, los hechos muestran que el levantamiento parcial del cepo a compras para atesoramiento se financió con divisas negadas a los importadores luego de que el Gobierno comprobara que la fuerte devaluación del 22 y 23 de enero no había hecho más que potenciar la corrida contra el peso. Pero este bloqueo agrega presión al ajuste en la actividad económica.
El BCRA, en tanto, se atrincheró para defender el actual nivel de reservas (tras perder US$ 15.540 millones en los últimos 13 meses) a sabiendas de que las erogaciones de divisas vinculadas con el déficit energético más los pagos ya pautados de la deuda le dejan escaso margen de maniobra. Se entiende: según el presupuesto 2014 -convertido en pieza de museo porque prevé un dólar promedio de $ 6,33 que ni siquiera estuvo vigente un mes-, se destinarán al denominado Fondo de Desendeudamiento US$ 9855 millones, es decir, el 35% del stock actual de reservas.
Ante semejante desfiladero, la apuesta oficial es ganar tiempo hasta que lleguen los dólares de la nueva campaña sojera, una expectativa que se vio fortalecida en las últimas semanas porque a la ganancia transferida al sector por la devaluación de enero se agregó la mejora del 11% que mostró el precio internacional de la oleaginosa (salto de US$ 469 a 521 por tonelada). Y tratar de capitalizar los pasos dados hacia una normalización en las relaciones financieras con el resto del mundo (a partir del arreglo de cuentas pendientes por juicios perdidos en el Ciadi o el acuerdo con Repsol y las gestiones para saldar la deuda con el Club de París) para que el pago de las importaciones, hoy mayoritariamente hecho a contado rabioso, vuelva a hacerse a plazo.
Compra, pero no suma reservas
La estrategia para oxigenar las acosadas reservas es atrapar cada dólar que aparezca mientras se demoran algunos pagos. Pero las cuentas por saldar son muchas: en las últimas 48 horas, el BCRA pudo comprar US$ 150 millones a exportadores, pero las reservas sólo acusaron una suba de US$ 6 millones (de US$ 27.668 a 27.674 millones).
Por eso, la lupa oficial está puesta en combatir sobrefacturación de importaciones, "esto es, la adulteración de los precios de compra de productos importados con el propósito de hacerse de más dólares", explicó el consultor Federico Muñoz.
Fue después de haber notado que en la última parte de 2013 "las importaciones reportadas por el BCRA fueron superiores en unos US$ 2600 millones a las informadas por el Indec, cuando históricamente era al revés", advirtió en un informe.
La Secretaría de Comercio recientemente notificó a los importadores que observará que las compras al exterior de cada firma se encuentren dentro del rango en el cual trabajó los últimos cinco años, a menos que estén justificadas por inversiones posteriores o en curso. Si se muestran desfasadas y sin justificación, no se aprueban.
Desde el BCRA también comprobaron en los últimos meses que la tendencia a acelerar pagos al exterior se agudizó en ese lapso. El balance cambiario del último trimestre de 2013 reveló que un cuarto (25%) de las importaciones se pactaron con pagos anticipados o al contado, cuando esa proporción llegaba apenas a 6% en 2012. "Es demasiado. Por eso vamos a impulsar el uso de la carta de crédito para volver a hacerlos a plazo", adelantan.
Pero el tránsito hacia la reinstalación de la carta de crédito luce complicado. Ese instrumento es de uso común en el mundo porque libra a los importadores del riesgo comercial de una importación, ya que el control del envío y de que su pago se haga de acuerdo con las condiciones pactadas lo asume un banco. Y permite pagos a plazo, lo que más les interesa a las autoridades puestas a administrar la escasez de divisas.
Sin embargo, aquí la mayoría de los importadores rehúye de ella por incentivos de mercado. "Una transferencia para pagar una importación común de 50.000 a 200.000 dólares ronda hoy los 70 dólares. Si esa misma operación la quisieras hacer con una carta de crédito, ese costo te sube a entre 700 y 800 dólares", explicaron en un banco líder en operaciones de comercio exterior.
Además, no hay que perder de vista que el importador es uno de los pocos (casi el único) que acceden al dólar al tipo de cambio oficial, dado que quienes lo compran para atesoramiento pagan 20% más; los que lo usan para pagos en el exterior, 35% más, y la mayoría de los exportadores al precio pleno que reciben deben descontarle las retenciones. "El importador que emite el pago hoy lo hace a un dólar de 7,83 pesos. Con una carta de crédito ganaría en seguridad comercial, pero debe asumir el riesgo de algún otro salto en el tipo de cambio, ya que compra hoy, pero paga a plazo. Y casi nadie quiere tomarlo, aunque hoy las cosas parezcan más calmas", explicaron en una consultora ligada a esta actividad.
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