Economistas, exfuncionarios opositores y dirigentes del sector empresarial cristiano dieron su visión sobre el futuro de la Argentina
La ACDE realizó un debate en el marco del aniversario del fallecimiento de Enrique Shaw con cuatro disertantes del ámbito público, religioso y académico
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La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) llevó a cabo un evento en conmemoración de Enrique Shaw conmemorando el 100º aniversario de su fallecimiento. Bajo la consigna de “Desarrollo Económico Inclusivo”, disertaron Emilio Basavilbaso, ex director de ANSES y del Instituto de la Vivienda de CABA; Gustavo Irrazábal, sacerdote y teólogo; Diana Mondino, profesora de la Universidad del CEMA y Alfonso Prat Gay, exministro de Hacienda y expresidente del Banco Central.
Juan Pablo Simón, socio de ACDE, enmarcó la conversación con dos preguntas: “¿Qué necesita la Argentina para recuperar un sendero de crecimiento sostenible? y ¿Cómo pasar de ser un país de potencialidades a realidades? Los disertantes elaboraron estas respuestas en tres ejes temáticos: la profundización de aspectos humanos en un modelo capitalista, la generación de un modelo de crecimiento inclusivo y el rol de la economía social en el desarrollo productivo. Se debatió sobre los efectos de la pandemia en la economía y en el tejido social, así como también cada disertante elaboró su visión sobre el camino hacia adelante.
“Los efectos de la pandemia van a marcar la cancha de las próximas décadas. No hay que subestimar la magnitud del cambio que genero este virus. Hay varias consecuencias a considerar, la más clara siendo que vamos a un mundo más incierto y para los agentes económicos implica comportamientos mas precautorios: para los ahorristas, empresarios, inversores y emprendedores. Tendremos menor crecimiento que hubiéramos tenido de otra manera. Es un desafío para países como el nuestro”, dijo Prat Gay.
Para el ex presidente del Banco Central, el mundo está virando hacia la desglobalización. En su visión, el entramado de relaciones entre los gobiernos, las cadenas de valor y los organismos internacionales está sufriendo cambios hacia una menor integración. Esta tendencia quedó en evidencia con el manejo de la pandemia en los primeros meses, cuando cada país tomó decisiones descoordinadas con el resto y las organizaciones multilaterales no pudieron generar consensos.
“Se destruyó capital y tejido social. Nos queda mucho por curar. Los estados están endeudados y hay mayores demandas sociales”, comentó.
“El crecimiento lleva a problemas en la balanza comercial. Según como estemos integrados en el mundo, generará una devaluación y después una crisis o una fuga de capitales y después una crisis cambiaria con impacto en todo el tejido social. Tenemos un problema externo, hay una fuente estructural de conflicto que es distributivo, aspiramos a mucho más de lo que somos capaces de producir. Por eso siempre hay un desequilibro cambiario”, agregó Prat Gay.
Sobre el camino por recorrer, Basavilbaso, el exdirector de la Anses durante la gestión de Mauricio Macri quien hoy se encuentra trabajando en el Banco Mundial, hizo mención a una cifra: Argentina tiene uno de los peores índices de densidad de PyMES cada 1000 habitantes. Son 14 cada 1000 mientras que países vecinos como Chile y Uruguay llegan a quintuplicar esa cifra (58 en el primer caso y 48 en el segundo).
“No se si tenemos que hacer aportes y contribuciones más altos o más bajos, pero tenemos que mantener las reglas en el tiempo para generar condiciones en las que la gente se anime a invertir garantizando un ambiente de negocios propicio”, explicó como propuesta para mejorar la creación de empresas.
Por su parte, Mondino se refirió a la pobreza y la definió de esta manera: “La gente es pobre porque no sabe, no puede o no quiere acceder al mercado. Además de estar vinculado a los ingresos, puede ocurrir porque lo que sabe hacer no es demandado, vive lejos, no tiene incentivos porque, por ejemplo, recibe planes”.
Irrazábal expresó su visión sobre el rol del empresario y dijo que no debe ser confundida una empresa con la caridad. “El empresario es visto como alguien que responde a un llamado. Esta oportunidad conlleva un peligro, de que se exija del él un heroísmo que lo confunda o superponga con la figura del filántropo. Que se le demanda pensar la empresa desde la beneficencia”, dijo.
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