
El desafío de una nueva cumbre global
A pesar del alerta que dictan los antecedentes, se prepara una reunión para noviembre
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GENOVA Y WASHINGTON.- Para los manifestantes de la semana última en Génova durante la cumbre del G8, la Organización Mundial del Comercio (OMC) es un centro de poder de una conspiración capitalista global. ¡Qué poder! ¡Qué conspiración! La sede de la OMC en Ginebra es un edificio de cemento sin nada que se destaque, con grandes rollos de alfombra naranja de mal gusto apilados al costado de la entrada de las visitas y un patio lleno de yuyos.
Con sus 530 empleados y un presupuesto de US$ 78 millones, alrededor de la mitad de lo que el Banco Mundial gasta en viajes, la OMC es el pariente pobre de las organizaciones internacionales. Pero es el centro de negociaciones que podrían tener mucho más impacto sobre la prosperidad global que cualquier decisión que se tome en edificios más imponentes. Porque es mediante las negociaciones en Ginebra que los 142 países miembros de la OMC están definiendo los términos de una nueva ronda global de comercio que, con suerte, se lanzará en Doha, la capital de Qatar, en noviembre. China, probablemente, también participe de la fiesta.
Para el recuerdo
En1994 se creó la OMC como foro permanente para negociaciones comerciales y que puede actuar como corte para las disputas comerciales. Pero el último intento de lanzar una nueva ronda, en Seattle en diciembre de 1999, terminó en un desastre. La trabazón entre los países ricos y pobres por la discusión del temario tuvo como telón de fondo protestas callejeras masivas y, en algunos momentos, violentas. Para los manifestantes opuestos a la globalización, Seattle marcó el camino de una cruzada que ahora llegó a las calles de Génova.
Son pocos los que creen que la organización pueda sobrevivir a otro fracaso en Doha. Sin duda, se seguirían haciendo acuerdos comerciales, pero serían de alcance bilateral y regional.
Cualquiera que sea el mérito del regionalismo, no puede sustituir las negociaciones globales. Un mundo crecientemente interconectado necesita normas de comercio globales; hay muchas áreas con barreras proteccionistas, en particular de la agricultura, que sólo pueden abordarse sobre una base global.
Si bien las grandes economías del mundo quizá pudieran vivir con el regionalismo, hay numerosos países, especialmente en el mundo en desarrollo, que quedarían afuera. Y sin el paraguas de una nueva ronda comercial, una sucesión de disputas comerciales bilaterales podrían degenerar rápidamente en una guerra comercial declarada (ahora frenada porque no quieren que eche sombras sobre Doha).
Temario
Faltando menos de cuatro meses, los miembros de la OMC están lejos de acordar en qué debería centrarse la ronda.
En anteriores ocasiones, el temario para las conversaciones globales fue acordado por Estados Unidos y Europa y se les presentó a los demás países como un hecho consumado. Esta vez, Estados Unidos y Europa aún no pueden acordar. Además, tras ver pocos cambios luego de la ronda de Uruguay, muchos países pobres no están seguros de que el comercio más libre les hará bien.
Al final de la Ronda Uruguay se prometió incluir en el temario de la siguiente ronda algunos ítem que no se concluyeron. Entre ellos se cuenta la liberalización del comercio de productos agropecuarios y servicios. La visión más estrecha de una nueva ronda tal como la proponen los americanos incluiría estas dos cosas, más algunos compromisos de reducir las tarifas aduaneras sobre bienes industriales y unas cuantas cosas relativamente fáciles, tales como la agilización de los trámites aduaneros.
La mayoría de los servicios (telecomunicaciones, servicios financieros, servicios legales y demás) son relativamente poco controvertidos, pero la producción agropecuaria es un tema extremadamente sensible. Si bien los aranceles aduaneros en promedio sobre productos manufacturados cayeron de un 40% a un 4% en los últimos cincuenta años, los aranceles agropecuarios se han mantenido en alrededor del 40%. La producción agropecuaria sigue terriblemente distorsionada por el proteccionismo y los subsidios internos.
El grupo Cairns de países exportadores de productos agropecuarios, que incluye a Australia y la Argentina, quiere compromisos ambiciosos en Doha respecto de la demolición de las barreras comerciales, así como un cronograma delimitado para cerrar las negociaciones.
Posiciones
Los americanos proponen públicamente el libre comercio para el rubro aunque, en realidad, dado que subsidian y protegen a lo grande a los productores del sector, les resultaría muy difícil implementar una verdadera reforma. Pero a la UE y a Japón, con su multitud de productores pequeños, altamente subsidiados y masivamente ineficientes, les resulta muy doloroso cualquier avance hacia la liberación del comercio agropecuario. Europa y Estados Unidos se están esforzando por llegar a un acuerdo. Lo lógico es apostar a que lo habrá. Pero hay mucho más por hacer en Doha; en particular, acercar a los países pobres a la mesa de negociación.





