Empeñar las joyas, ese viejo recurso para conseguir dinero

Ropa, herramientas de trabajo, algunas joyas, máquinas de escribir. El siglo XIX estaba próximo a despedirse y en una esquina de lo que es hoy el barrio porteño de Monserrat, una entidad llamada Monte de Piedad recibía esos y otros objetos de manos de vecinos, para resguardarlos y a modo de garantía del pago de los créditos que otorgaba. La postal ilustra el inicio en el país del sistema de préstamos pignoraticios, más conocidos, como empeños. Cuenta la historia que ese origen tuvo que ver con el objetivo de combatir la usura a la que eran sometidos los inmigrantes, necesitados de algunos billetes urgentes durante sus primeros tiempos en la tierra elegida.

El Monte de Piedad fue el primer nombre que recibió el Banco Ciudad, hoy por hoy la única entidad bancaria que en la ciudad de Buenos Aires realiza este tipo de operaciones. En otros puntos del país, el Banco Municipal de Rosario y el Bancor, en Córdoba, también ofrecen estos créditos, en estos casos a un plazo que por lo general es de 90 días y por montos que dependen de la cotización del oro .

Por la mayor facilidad para establecer un precio, hoy sólo se reciben alhajas, salvo algunos casos puntuales que pueden llegar a contemplarse en el Ciudad. "Se tasa el bien y se otorga un préstamo del 60% del valor establecido", relata Carlos Leiza, gerente de Crédito Pignoraticio y Ventas. El préstamo, que puede ser a 150 días con pago total al finalizar ese plazo, o bien a 48 meses con cuotas, ronda en promedio los $ 3000.

En las entidades afirman que es muy bajo el índice de quienes no cancelan la obligación. Si se da esta situación, el bien sobre el que se había hecho la prenda va a remate. De lo producido con la venta, el banco se queda con el dinero correspondiente al capital e intereses del crédito –en el Ciudad son de 21 o de 22,5% anual– y el excedente va para el malogrado prestatario. Según Leiza, el 97% de quienes empeñan cumplen con el pago y vuelven a su hogar con la joya o la moneda de valor que les abrió la puerta al crédito.

En la ciudad de Buenos Aires hay actualmente 45.000 operaciones en stock y se hacen unas 1500 por mes, una cifra que va en caída. Lógicamente, en tiempos de crisis, como la que se vivió apenas comenzado este milenio, crece la concurrencia de quienes buscan alguna alternativa para obtener unos pesos. En estos créditos, el requisito es llevar DNI y alguna constancia de domicilio.

"A veces viene alguien a vender alhajas y tratamos de convencerlo de que las empeñe, así obtiene dinero pero no pierde algo que muchas veces guarda un valor emotivo", afirma Leiza. La entidad compra bienes para vender que luego ofrece en las clásicas subastas. En el área trabajan diez tasadores de alhajas, seis de obras de arte y cuatro de objetos varios. Los valores de compra en esos remates suelen duplicar o triplicar el valor base; por eso, en el banco recuerdan el caso, en 2010, de un Rolex que se ofreció inicialmente a $ 5000: quien se lo llevó desembolsó nada menos que $ 25.000.

Con un plazo de 90 días, en el Banco Municipal de Rosario el crédito promedio por empeños ronda los 1000 o 2000 pesos. El monto otorgado va en relación directa con el valor del gramo del oro y en el costo financiero se suma un interés mensual de 1,87%, los gastos operativos y el IVA. "Hay quienes se van de viaje y dejan algo de oro en el banco por seguridad", cuenta Gerardo González, que trabaja en el área. No se refiere a una caja fuerte, sino a un empeño.

Sin la diversidad de bienes que se aceptaban en otros tiempos, o que muestra la pantalla de TV en el local de Las Vegas de la familia Harrison, protagonista del reality El precio de la historia, el sistema oficial de empeños permite el acceso a dinero a quienes tienen en un cajón, alhajero o caja fuerte, la joya de algún antepasado, a la que es difícil decirle adiós.

Por Silvia Stang

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