En EE.UU. creen que el acuerdo con el FMI volverá a postergarse
WASHINGTON.- En Estados Unidos creen que el gobierno de Alberto Fernández postergará el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), incluso hasta después de las elecciones de octubre para evitar el costo político de un ajuste que ponga en riesgo el control del Frente de Todos del Congreso.
Ese nuevo escenario, que estiraría la negociación con el Fondo, aparece anclado en el contexto global de la pandemia del coronavirus, el margen que le dio al Gobierno el nuevo "viento de cola" por la trepada del precio de la soja, y las señales que, para muchos, apuntan a un avance del kirchnerismo en la gestión.
"Hubo un cambio de retórica en las últimas dos semanas en Wall Street. Pasaron de hablar de un done deal con el Fondo, algo inevitable, a un escenario más de zafar, de patear la pelota y de llegar a octubre sin ajuste", resumieron en un banco de inversión. "El riesgo de que pospongan el programa subió. Lo más obvio es pagar, y posponer hasta noviembre. Van a tener un programa lavado, pero un programa al fin", coincidió otra fuente.
El Gobierno quiere cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo para estirar la devolución de los 44.000 millones de dólares que tomó la administración de Mauricio Macri del acuerdo stand-by firmado a mediados de 2018, tras la corrida cambiaria que desató la recesión actual. El equipo que lidera el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantiene un diálogo fluido con el staff del FMI. La fecha tentativa para un acuerdo ya pasó de diciembre último a marzo o abril. Ahora fuentes oficiales reconocen la posibilidad de otra postergación, aunque sugieren que el nuevo programa podría estar listo antes de las elecciones, entre julio y septiembre.
"El partido va a ser largo", indicó una fuente. "Es probable que se estiren los tiempos", agregó.
La Argentina tiene dos vencimientos con el Fondo este año, uno en septiembre, y otro en diciembre, por alrededor de US$ 1900 millones cada uno. Además, el Gobierno tiene que afrontar un pago al Club de París a más tardar en mayo por US$ 2400 millones, que ya se postergó el año anterior.
En el Fondo ven que la prioridad del Gobierno es asegurar un buen resultado electoral en las elecciones legislativas de octubre antes que estabilizar la economía, una decisión política con la cual deberán trabajar el staff y a la directora Gerente, Kristalina Georgieva. La última charla de Georgieva con Fernández, la semana anterior, se estiró por más de una hora. Fue una conversación política. Georgieva dijo después en Twitter que había sido una llamada "muy buena", y destacó la "gran colaboración" que el staff ha tenido con Guzmán "para mejorar la estabilidad y apoyar un crecimiento fuerte e inclusivo".
La Casa Rosada pareció marcar una línea al indicar que la reactivación de la economía era "una condición necesaria para la estabilización", y que el nuevo programa debía estar basado en "supuestos realistas". El Fondo recortó la previsión de crecimiento para la Argentina al 4,5 % para este año.
En el Gobierno confían en lo que ven como un compromiso de Georgieva con la Argentina, y creen que la pandemia del coronavirus, que provocó la peor recesión en tiempos de paz desde la Gran Depresión, juega a su favor en un mundo plagado de problemas, y en el que los países ricos han logrado capear la crisis mejor que las economías emergentes y los países pobres porque pudieron inyectar dinero y acceder más rápido a la vacuna.
En Wall Street coinciden con esa mirada –"Siempre pueden culpar a la pandemia", señaló una de las fuentes; "el FMI va a ser mucho más flexible de lo que la gente espera", dijo un ejecutivo de un fondo–, pero además calculan que la trepada del precio de la soja, que llegó a superar los US$ 500, amplió el margen de maniobra del oficialismo porque le quitó presión al dólar y a la brecha cambiaria. Es una paradoja: algunos ven a ese nuevo "viento de cola" como un factor desestabilizante porque le quita incentivos al Gobierno para arreglar con el Fondo. El pico de la liquidación de la cosecha será en los próximos meses, antes del arranque de la campaña.
"¿El alivio de liquidez pospone las conversaciones con el FMI?", fue el título, días atrás, del último informe de Siobhan Morden, directora de Amherst Pierpoint. Morden cree que la "estabilidad intermitente" de la Argentina alimenta la complacencia del Gobierno y le da espacio al kirchnerismo, y mencionó los últimos cambios en YPF –la salida de Guillermo Nielsen y la reestructuración de la deuda– como una muestra de un "renovado antagonismo" hacia los inversores.
"No hay otra alternativa que no sea llegar a un acuerdo con el FMI como un punto de inflexión positivo para un escenario de salir del paso; sin embargo, los tiempos dependen de la gestión de la liquidez, y de si los funcionarios pueden posponerlo hasta después de las elecciones legislativas", escribió.
Una eventual postergación del acuerdo con el Fondo plantea otro interrogante: si es posible un default con el organismo, es decir, otro incumplimiento con los países del G-7, sus principales accionistas. Por ahora, nadie lo ve en el horizonte, pero la probabilidad de que ese escenario ocurra tampoco es cero.
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