Falleció Oscar Cetrángolo, referente de la “reforma social” sin atajos y enorme consejero
El economista e investigador, especialista en temas fiscales y previsionales, supo profundizar propuestas para transformar la realidad; tuvo una extensa trayectoria en la UBA, donde dirigió la Maestría en Economía y la carrera de grado
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Acaba de dejarnos Oscar Cetrángolo, economista e investigador referente en temas fiscales, ampliamente reconocido en la Argentina y en toda América Latina. Muchos fueron sus aportes a la economía del sector público y a los sectores de la salud, la previsión social, el federalismo fiscal y la tributación, entre otros. Pablo Gerchunoff lo definió como “el economista de la reforma social en la Argentina”, y la frase condensa muy bien un recorrido de más de cuatro décadas, al compás de la recuperación democrática.
Oscar fue un pensador singular: crítico, riguroso, incómodo frente a los atajos engañosos. Nunca creyó en recetas mágicas ni en simplificaciones voluntaristas. Su punto de partida era exigente en cuanto al desafío de entender la realidad en su complejidad e intentar transformarla. En un país que a veces confunde deseos con diagnósticos, propenso a la implementación de parches y espejismos, esa actitud es una rareza valiosa que él sostuvo con tozudez.
Su compromiso con la democracia se veía en la práctica. En su cátedra de Finanzas Públicas en la UBA defendió la pluralidad como pocos: convivieron profesores con miradas muy distintas, como Miguel Braun, Andrés Borenstein, Augusto Costa y Ricardo Rotsztein, entre otros, siempre en la búsqueda de discutir con evidencia, sin dogmas y con respeto y honestidad intelectual.
En los años 80 batalló por la estabilización en el contexto de crisis de la deuda e inflación alta en el país. En los 90 analizó las reformas estructurales y sus efectos sobre la coparticipación y la organización federal del Estado. Fue un crítico temprano de la capitalización en el sistema previsional y de los problemas de fragmentación que el esquema de salud fue consolidando con las sucesivas reformas. Más tarde cuestionó con dureza la contrarreforma kirchnerista, sin por ello abandonar su defensa de las políticas públicas y de la intervención estatal cuando esta es técnicamente sólida e institucionalmente viable.
Tras su profunda huella en la CEPAL, con amplio reconocimiento en toda América Latina, fue uno de los impulsores de la creación del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde fundó un área de estudios fiscales (Afispop) con un equipo de trabajo que buscará continuar su legado. Impulsó grandes cambios en esa casa de estudios, donde dirigió la Maestría en Economía y la carrera de grado durante varios períodos. Formó a cientos de estudiantes, becarios y pasantes en ese ámbito, con una rigurosidad y calidez pocas veces vista. Recientemente fue nombrado Profesor Titular Emérito en la institución, rango reservado a unos pocos en toda su historia.
También trabajó en la frontera en el ámbito institucional junto a la OIT, a UNICEF y al Banco Mundial, entre otros organismos. Su espíritu siempre fue el de cooperación colaborativa, en busca de aprendizajes útiles en las realidades que contribuyó a mejorar.
Su legado puede resumirse en el reconocimiento de estrechos márgenes para mejorar, con diálogo y acuerdos políticos, el fortalecimiento de capacidades estatales y, sobre todo, el tiempo y la disposición a corregir. No hay política económica seria sin instituciones que la sostengan, y no hay instituciones posibles sin conversación pública honesta, ni atajos que pretendan negociar la restricción presupuestaria como si se tratara de una cuestión de voluntad.
Oscar tenía un carácter difícil de clasificar: profundamente anticlerical y, a la vez, muy involucrado con la espiritualidad; antiperonista convencido, pero siempre dispuesto al diálogo; crítico severo, pero generoso y validante. Le tocó acompañar con extrema preocupación el deterioro del debate público y los ataques a la educación, a la ciencia y a la idea misma de comunidad y progreso. Gran melómano y fanático de Pappo, nos referenciaba reflexiones desde la música que se aplican a nuestra realidad actual: “¿Adónde está la libertad, no dejo nunca de pensar?”. Para Oscar la libertad no es una abstracción sino una construcción institucional, fiscal y social, tan necesaria como difícil.
En el plano personal fue un enorme consejero y anfitrión generoso, urbano hasta la médula y cultor del buen vivir. Enorme maestro, tutor, referente y amigo. Sus hijos, Federico y Matías, lo acompañaron hasta el final, junto a Liliana, su compañera de toda la vida y a su nieta Helena (la luz de sus ojos), en este último baile al que tuvo que enfrentarse. Tomo las palabras de uno de ellos para cerrar esta nota en su homenaje: te voy a extrañar siempre.
El autor es director del Departamento de Economía FCE/UBA; profesor e investigador IIEP-UBA Conicet
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