Febrero y el dólar a 20 pesos
En vísperas de la contienda electoral la frase más repetida es "el ajuste". Si gana Macri dicen, tendríamos un ajuste que traería todos los males imaginables especialmente para los votantes de menores ingresos. Pero si gana Scioli no tendremos ajuste porque hasta enero el dólar se mantendrá a no más de 10 pesos.
El problema es que algunos votantes no llegan a comprender acabadamente qué significa ajuste. Y nadie se ha tomado el trabajo de explicar esta expresión periodística cuya conceptualización en teoría económica es sumamente compleja. Pareciera que le llaman ajuste al fenómeno provocado por un aumento brusco del tipo de cambio nominal que a continuación genera un enorme incremento de la inflación y que para contenerla es necesaria una fuerte contracción monetaria causante de recesión y desempleo. Obviamente el inicio de esta tragedia es el ostensible atraso cambiario actual que exigiría una fuerte devaluación.
El tema que debería preocupar hoy frente al reconocido atraso cambiario, no es la palabra ajuste sino la palabra credibilidad
El candidato Scioli ha dicho que si gana la presidencia el dólar estará a 10 pesos en enero. Lo cual no puede dejar de ser interpretado como que la gran devaluación la tendremos el 1 de febrero. Cualquier análisis serio de disponibilidades de reservas en el Banco Central y dólares adeudados y necesarios para continuar importando y no detener la producción nacional indica que para febrero la política actual de control de cambios no cierra. Ni China ni Brasil pueden ayudarnos. Esto es una fantasía que solo gente muy poco informada puede creer.
Pero lo más grave es que esta situación tomará una dimensión desmesurada porque faltará credibilidad en cuanto a cómo continúa la política macroeconómica. Si no hay credibilidad se generará una huida de capitales que seguramente llevará el dólar a más de 20 pesos o a algún número mayor, destructivo, como ha ocurrido en Venezuela. Credibilidad es la palabra clave.
Le atribuyen a Mauricio Macri una propuesta diferente, la cual no ha sido confirmada, por la cual se liberaría el mercado de cambios . Lo cual podría significar que el Banco Central no intervendría, dejaría de vender reservas y el precio del dólar sería el resultado de la oferta y demanda de los operadores privados. Cualquiera podría comprar y vender dólares. ¿Y qué ocurriría con el precio del dólar?. Volvemos a la afirmación anterior: la palabra clave es credibilidad. Si los operadores creen que hacia el futuro el Banco Central no manipulará el precio del dólar podríamos encontrarnos con una feliz sorpresa. Hoy todos huyen hacia el dólar creyendo que cada día habrán más restricciones para su compra, pero si pronostican que desaparecerán los controles como ocurrió durante la presidencia de Néstor Kirchner seguramente lloverán los dólares y podríamos encontrarnos con el fenómeno de un precio del dólar que sube por unos días y luego desciende bruscamente porque todos los que han retenido exportaciones o cobranzas de exportaciones se apuran a vender. Para Mauricio Macri y su supuesta política cambiaria, el problema pasaría a ser un precio demasiado bajo del dólar. Es lo que le ocurrió a Néstor Kirchner cuando el dólar superó los 4 pesos y luego súbitamente comenzó a descender y por eso el Banco Central necesito salir a comprar dólares para sostenerlo alrededor de los 2,80; y así fue cómo se logró la mayor acumulación de reservas en la historia económica argentina.
Conclusión: el tema que debería preocupar hoy frente al reconocido atraso cambiario, no es la palabra "ajuste" sino la palabra "credibilidad". En el mundo de la especulación cambiaria, hasta los más principiantes saben bien que si no le creen al conductor de la economía, si los engaña con promesas gradualistas o mentiras parecidas, el final de la historia es decididamente peor.
Jorge Pérez Alati
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