La banca británica ante una real transformación
PARIS.- Conocida por su ingenio y propensión empresarial, el gusto por el riesgo calculado y la capacidad para aprovechar las oportunidades de la historia, Londres atrajo a los espíritus brillantes que contribuyeron a su eclosión como centro del mercado de divisas internacional en el que se intercambian diariamente US$ 4000 millones. Hace 37% de las transacciones; Estados Unidos, 18%; Japón, 6 %; Singapur y Suiza, 5 por ciento. En el mercado de cambios, su moneda se posiciona en el cuarto lugar con 6,5%, detrás del dólar (42,5), el euro (19,6) y el yen (9,5). Como plaza financiera es líder a escala europea, pero con menor rango que Wall Street y Tokio, ocupando la London Stock Exchange el tercer lugar en el mundo.
De 1790 a 1810, la capital del Reino Unido toma el poder en el mundo y administra lo esencial de los capitales europeos: la libra reemplaza al florín holandés, convirtiéndose en la primera moneda del comercio internacional. En 1880, Londres sufre una especulación bursátil que provoca quiebras bancarias. Luego de dominar un siglo, cede su liderazgo en 1890 a Boston, que lo tiene hasta 1929. El sucesor es Nueva York, hasta 1980. Luego, el orden mercantil que permitió a una clase creadora transformar una revolución técnica en un mercado comercial de masa se instaló en Los Angeles, hasta hoy.
Los bancos británicos efectuaron una profunda reestructuración de sus balances que favorecerá a término la transición hacia un nuevo modelo. El Royal Bank of Scotland (RBS) -82 % en manos del Estado- consiguió con esfuerzo reducir su balance en 2001 a US$ 70.000 millones, mientras que el Lloyds Bank Group (LBG) suprimió US$ 84.000 millones de activos, es decir el equivalente al 10% del producto interior bruto británico para los dos establecimientos crediticios.
También el HSBC siguió disminuyendo su volumen, lo que lo condujo a ceder más de veinte sectores. La tarea de reestructuración de los bancos se concentró en la banca comercial y de inversión. En los años venideros, la banca minorista desempeñará un rol más importante en los beneficios de los grupos.
La banca minorista del Barclays registró en el Reino Unido beneficios en alza de 60%, por US$ 2212 millones, pese a que las operaciones en España ocasionaban pérdidas. Análogamente, el retroceso de 23% de las ganancias de la división inversiones permitió reequilibrar su balance: Barclays Capital Inc. generó en 2011 utilidades por US$ 4756 millones, mientras que los de la banca minorista, 5214 millones.
La distribución en los diferentes sectores del RBS también impactó. Mientras que en 2007 la banca comercial aportaba 66% de los ingresos contra 34% por operaciones de banca de financiamiento e inversión, hoy representa 80 por ciento. La actividad es también preponderante en el Lloyds Bank Group, que obtuvo el último año 42% de sus ingresos, contra 8% de la banca comercial, 19% en la mayorista y 9,5% por la gestión de fortunas e internacional.
La carrera hacia los depósitos se dificultó porque en el Reino Unido es anémico el crecimiento de ese sector (2% anual). Finalmente, el aumento de salarios, que está correlacionado con la formación del depósito, es débil. En consecuencia, los márgenes netos de interés no deberían progresar mientras el crecimiento económico se mantenga bajo.
El incremento de la desocupación podría también pesar sobre las acreencias dudosas: los bancos acordaron a los deudores diferimientos de reembolso. El sector de cuentas corrientes debería soportar profundos cambios en los próximos años. Idéntica comprobación se espera en julio venidero para los préstamos inmobiliarios.
Barclays piensa que los inversores no pueden estimar el impacto del costo sobre el financiamiento y los beneficios resultantes de la sucursalización de las actividades minoristas y de inversión, hasta que las obligaciones sean emitidas bajo la nueva estructura del grupo alrededor de 2015-2016. Hasta esa fecha conciben que los bancos de inversión se dirigirán hacia un modelo de explotación más atenuado.