La inflación de enero superaría el 3,5% y los economistas proyectan otro año con una fuerte alza en los precios
Las estimaciones de la primera quincena de 2022 marcan una continuidad de la tendencia alcista que se registró el año pasado
El 50,9% de inflación interanual de 2021 profundizó la preocupación por las variables económicas y las perspectivas para 2022 no parecen anticipar un alivio para el bolsillo. La corrección de las tarifas, que rondaría el 20% según determinó el Gobierno a finales de diciembre, y la aceleración del tipo de cambio oficial, que comenzó a escalar durante los primeros días del año, impulsarían el nivel general de precios al alza, al menos durante el primer trimestre.
En este contexto, las proyecciones de los economistas no son alentadoras. Los especialistas consultados por LA NACION sostienen que la inflación de enero superaría el 3,5%. En algunos casos, incluso, anticipan que llegaría a 3,8%, el número con el que cerró diciembre. Se trata de valores muy altos para cualquier economía que intente tener una convivencia saludable con la evolución de los precios.
Si se confirman las proyecciones, se consolidaría un nivel muy alto de inflación a lo largo de varios meses. De los últimos 12, el índice superó los 3 puntos en 10 ocasiones.
Para la consultora Ecolatina, la inflación de enero, en base a lo sucedido durante los primeros 15 días del mes, rondaría el 3,5%. “El año pasado fue de 50,9% con tarifas congeladas, programas de precios máximos y tipo de cambio muy retrasado. Para 2022 vemos que las trayectorias de los distintos grupos serían similares, incluido el salario que, en el promedio del año, podría ganarle a los precios, pero tendría una evolución similar”, explicó Federico Moll, economista y coordinador de proyecciones de la consultora.
Ricardo Delgado, de la consultora Analytica, sostuvo que la inflación de enero repetiría la cifra de diciembre: 3,8%. “Menores aumentos en los precios con estacionalidad, como frutas y verduras, se van a compensar con el salto de las tarifas de Internet, celulares y peajes, entre otros”, consideró el economista.
En la misma sintonía, Pablo Repetto, de la consultora GRA, también pronosticó una variación del orden de 3,8% para enero. “Considerando los aumentos anunciados y los movimientos de precios que ya hubo, sumados a la estacionalidad, el incremento de precios podría ser incluso peor”, advirtió.
Por otra parte, Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra, fue algo más pesimista: “Nuestra estimación de la variación del IPC nacional para enero 2022 es de alrededor del 4%”.
Lucio Garay Méndez, de la consultora EcoGo, también estimó una inflación mensual superior a 3,5%, más cercana al 4%. “En la segunda semana se aceleró fuertemente el componente de mayor peso, Alimentos y Bebidas. Se notaron remarcaciones importantes en panificados y productos frescos”, explicó el economista. Además, destacó subas importantes en rubros como la salud, donde los aumentos de las prepagas y los medicamentos tuvieron una fuerte incidencia.
“El contexto macroeconómico sigue acumulando inconsistencias, como la fuerte asistencia monetaria al Tesoro, la aceleración en el ritmo de devaluación diaria por un dólar atrasado en 2021, entre otras cuestiones, y eso se traduce en uno de los síntomas que tiene la economía: una inflación que gira en torno al 50% y de la que no hay ninguna perspectiva que indique una desaceleración”, agregó Garay Méndez.
Según el informe de avance de la consultora LCG, la segunda semana de enero cerró con una inflación de 0,9% en alimentos y bebidas, impulsada por las frutas y verduras. Comparado con la segunda semana de diciembre, la inflación se mantiene en torno del 3% y, si se acelera en las próximas semanas, volvería a los niveles del mes anterior.
Sin embargo, para el sector privado la expectativa es aun peor. A finales de diciembre, los analistas proyectaron que la inflación minorista para 2022 se ubicará en 54,8% interanual, 2,7 puntos porcentuales por encima de lo que proyectaban el mes previo, según surge del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que lleva adelante el Banco Central (BCRA). De la misma manera, elevaron el pronóstico de inflación para 2023 a 43,4%, lo que representa 2,6 puntos más que en el relevamiento de noviembre, e indicaron una previsión de inflación de 35% para 2024.
Lo que más enciende las alarmas de las cifras de inflación esperada para el año es el contexto general. Esta semana, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dará a conocer la valorización mensual de la canasta básica total y de la canasta básica alimentaria de diciembre, datos que se utilizan para medir los niveles de pobreza y de indigencia en la Argentina. En noviembre pasado, una familia tipo necesitó $73.918 para no ser pobre. En tanto, el salario mínimo vital y móvil, que se ajustará en febrero, sigue siendo de $31.938. La inflación del último diciembre empujó hacia arriba el techo para no caer en esas categorías.
Si bien el Gobierno presentó la semana pasada el nuevo listado de 1.321 productos para el programa Precios Cuidados con el objetivo de poner un freno a la inflación mediante el control de precios de alimentos de consumo masivo, de acuerdo con Ecolatina estos productos solo explican el 15% del nivel general de precios.
“Los múltiples factores que alimentan la inflación, especialmente en un contexto de precios relativos altamente distorsionados, hacen que este tipo de programas no sean suficiente para contener la elevada inercia: a pesar de los controles, el IPC núcleo (que no incluye a los productos y servicios estacionales) lleva 15 meses consecutivos ubicándose por encima del 3% mensual”, advirtió la consultora en un informe.
Los productos que más castigaron al bolsillo en 2021
De acuerdo con los datos del Indec, el producto dentro de la categoría de Alimentos y Bebidas que más subió de precio en 2021 fue el vino común, que registró un aumento del 117% desde diciembre de 2020. De costar $75,18 el litro a finales del año pasado, pasó a valer $163,25 en el último mes de 2021.
“Durante 2021, los vinos de exportación vieron crecer sus ventas, tanto en volumen como en precio. Es decir, se destinó una mayor producción al exterior y aumentó su precio internacional. Eso significa que el precio local del mismo producto deberá estar en sintonía para que haya incentivos a abastecer el mercado interno. Eso, a su vez, puede generar un arrastre para el resto de la gama de vinos que se venden en el país”, explicó Matias de Luca, economista de la consultora LCG.
En cambio, para Aldo Abram, economista de la Fundación Libertad y Progreso, el aumento de precio podría explicarse a partir de una recuperación en las ventas respecto de 2020. “Dentro de la categoría de los alimentos, los vinos no son imprescindibles, y cuando la gente se empobreció como lo hizo en 2020 por la cuarentena y la pandemia, puede haber bajado su demanda, y los precios no subieron lo que deberían haber subido en ese período”, opinó. “Este año, con la recuperación económica, la gente tuvo más ingresos y probablemente hayan tenido más capacidad de compra, lo que puede haber recuperado el valor de estos productos”, sostuvo Abram.
El segundo producto que más aumentó en 2021 fue el tomate redondo, que mostró una inflación interanual de 111%. Si bien los incrementos del precio en julio (51%) y octubre (21,7%) se explican por factores estacionales, la contracción del precio de noviembre y diciembre(-33% y -18% respectivamente), no alcanzó a compensar los aumentos y fue uno de los productos que más traccionó los precios al alza durante 2021.
Por otra parte, dentro de la categoría de los lácteos fue muy importante el aumento en los precios de los quesos, siendo el queso sardo el de mayores subas en 2021 con un 76%. También tuvieron aumentos por encima de la inflación general el queso pategrás, con un 69% de aumento, y el queso cremoso, con un 66%.
“En 2020, parte por el efecto pandemia, pero también por el congelamiento de precios de consumo masivo, los lácteos tuvieron un 23,8% de inflación, muy por debajo del nivel general, en gran medida por el programa Precios Máximos. A mediados de 2021, el programa se desarmó y los precios subieron, por lo que llegamos a un 56,3% de inflación interanual. En los últimos meses, el nuevo congelamiento implicó una pequeña desaceleración, pero no llegó a compensar lo que había pasado en los meses previos”, analizó Agostina Myronec, economista de Ecolatina.
El tercer lugar del podio lo ocupó el café molido, que a lo largo de 2021 aumentó un 72%. Lo siguen el filet de merluza fresco, con una suba del 71%, y la leche en polvo entera, que tuvo un incremento del 70% en su precio. Estos productos subieron 20% por encima del nivel general.
Cabe destacar que, si bien no entra en el “top 5″, el aumento de la carne fue uno de los grandes problemas durante 2021. A partir de mayo, el Gobierno comenzó a aplicar un cepo a las exportaciones de carne buscando frenar los aumentos de precios en el mercado interno. Primero fijó una prohibición total, con excepción de las cuotas asignadas al país en otros destinos, y luego estableció un cupo para exportar del 50% respecto de lo vendido al exterior en 2020. Más adelante, la Secretaría de Comercio, primero a cargo de Paula Español y luego encabezada por Roberto Feletti, fue flexibilizando las restricciones, especialmente de los cortes de las categorías de vacas D y E, que mayoritariamente tienen como destino China, el principal mercado de exportación de la Argentina.
El cepo no cumplió con su objetivo y el precio de la carne no solo no bajó, sino que, por el contrario, presentó subas significativas en 2021. La picada común aumentó un 69%, el cuadril y el asado un 67%, la nalga un 66% y la paleta, un 65%, todos resultados por encima de la inflación general. En el agregado, las carnes tuvieron un 61,6% de aumento, explicado por subas durante los primeros meses del año de alrededor del 5% y por una aceleración en noviembre y diciembre de 6,3% y 9,1% respectivamente.
“No se pueden controlar precios y cantidades en simultáneo. Poner un cepo a las exportaciones implica pérdida de cabezas de ganado, de producción y ventas, lo que se refleja en una menor cantidad vendida y en un mayor precio”, argumentó de Luca.
Para Myronec, el componente estacional de fin de año y la llegada de las fiestas impactó en la demanda y, por consiguiente, en el precio. “La carne es una de las categorías que más incidió dentro de Alimentos y Bebidas porque participa en casi un 9% en la canasta básica total”, indicó la economista.
“Hay que tener en cuenta que durante 2020 los precios relativos de los bienes y servicios se distorsionaron por la pandemia. Parte de lo que pasó en 2021 puede deberse a una corrección de los precios arrastrada del año anterior. Eso mismo se ve en los fuertes aumentos en la indumentaria, los restaurantes y el entretenimiento en general, porque durante 2020 esos valores no pudieron aumentar por la cuarentena y el freno de la actividad”, concluyó Abram.
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