
La ley seca le dio la oportunidad a un delivery de bebidas en la ciudad
San Tomé factura más de $ 300.000 al año e impulsa un régimen de franquicias
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Hecha la ley, hecho el negocio. Cuando se sancionó la ley seca en la ciudad de Buenos Aires, Diego Bertezzolo vislumbró un nuevo mercado y creó San Tomé, un delivery de bebidas que premia a los repartidores que no entregan pedidos a menores.
La ley prohibió la venta de bebidas alcohólicas en cualquier local (excepto restaurantes) después de las once de la noche. Al estudiar la reglamentación, Bertezzolo y un compañero de estudios descubrieron que la norma habilitaba el servicio de delivery después de ese horario.
"Entonces decidí abrir un local con ese fin", contó Bertezzolo, que en ese entonces tenía apenas 19 años. El capital inicial fueron 15.000 pesos que los dos socios reunieron con ahorros y con el producto de la venta del auto de Diego. "Alquilamos un local en Belgrano y tuvimos seis meses de prueba y error. Lo complicado fue armar la red de logística, porque vimos que los pedidos se concentraban entre las 12 y las 2 de la mañana y nos costó ajustarnos para atenderlos a todos", agregó.
Según el emprendedor, que está terminando la licenciatura en comunicación social, la misma semana de enero de 2004 que comenzó a operar San Tomé apareció un competidor directo. "Por eso no digo que fuimos los primeros, pero salimos los dos al mismo tiempo para ganar un mercado que nadie había explotado. Los primeros días fueron duros porque nadie nos conocía y tuvimos que crear al consumidor. A los pocos meses mi socio se abrió y yo seguí con el proyecto", dijo.
En julio del mismo año el joven empresario abrió una sucursal en San Isidro, en sociedad con un conocido, pero las ventas no funcionaron y una nueva normativa aceleró el cierre del local. "Las autoridades bonaerenses reglamentaron una ley que prohíbe todo tipo de expendio de bebidas alcohólicas por la noche. En la norma hay un vacío, ya que no menciona la figura del delivery, y estamos tratando de que nos hagan un lugar para poder abrir nuevamente, ya que la zona tiene mucho potencial y San Tomé ya es una marca con cierto respaldo", señaló Bertezzolo.
Franquicias
Luego de esa experiencia, el emprendedor abrazó la idea de armar un sistema de franquicias que le propuso su padre, Jorge, que tiene un estudio de comercialización. El mes pasado vendió la primera a un grupo de Palermo y luego abrió dos franquicias en Recoleta y Puerto Madero.
La empresa, que hoy factura más de $ 300.000 al año, está preparando un plan de franquicias para el interior del país que le permite al franquiciado abrir varias bocas dentro de su provincia.
"Manejamos normas muy estrictas en cuanto a la recepción y la entrega de los pedidos. Cuando recibimos una llamada aclaramos que no vendemos a menores de edad, y en el momento de la entrega, si existen dudas, nuestros repartidores tienen la obligación de solicitarle al cliente el documento de identidad o registro de conducir", destacó.
La empresa premia a los repartidores que al detectar una irregularidad no entregan pedidos a menores. "Es una forma de incentivarlos y evitar que acepten las propinas de los chicos", señaló Bertezzolo, que considera que el servicio ofrece más sistemas de control que un quiosco.
San Tomé fue ampliando su oferta de productos y a las 160 bebidas alcohólicas que ofrece agregó aguas, gaseosas, snacks y golosinas. Ahora el emprendedor está analizando la venta de picadas "del tipo clásico y no tan gourmet como las que se ven hoy".
Por otro lado, también está preparando un plan de negocios para llevar la marca a un bar.





