Las consecuencias económicas de Mr. Kirchner
"Las consecuencias económicas de Mr. Churchill" fue una serie de tres artículos que John Maynard Keynes publicó en el diario Evening Standard en 1925, meses después de que, durante una desafortunada cena, Keynes no pudiera convencer a Winston Churchill, por entonces ministro de Hacienda, de que el retorno al patrón oro con la paridad vigente previa a la primera guerra mundial provocaría un desempleo masivo en el sector textil y la industria del carbón. Churchill afirmó: "Esto no es un tema económico, es una decisión política", como signo de mantener su promesa electoral de 1918. No obstante, pocos meses después el desempleo en el norte industrial británico fue masivo.
A diez años de la muerte de Néstor Kirchner, y a casi un año de inicios del cuarto período presidencial de signo kirchnerista resulta relevante preguntarse cuáles han sido las consecuencias económicas de su gobierno.
Pero hasta aquí la analogía con el artículo del gran economista inglés, bajemos al contexto de anomia normativa, eliminación de hecho de la separación de poderes, subdesarrollo, informalidad, incertidumbre y permanente vulnerabilidad fiscal y monetaria que caracterizan la economía argentina.
El debate acerca de la política económica del gobierno Néstor Kirchner se ha centrado entre aquellos que atribuyen sus resultados positivos exclusivamente a las políticas económicas y sociales implementadas, incluso diferenciándolas del posterior gestión de su esposa, frente a quienes le atribuyen las consecuencias positivas de su gobierno exclusivamente a los vientos de cola del auge de precios de las commodities y la baja tasa de interés internacional.
A este debate también contribuye el argumento de los beneficios positivos de la herencia de la presidencia de Eduardo Duhalde cuyas consecuencias negativas se pagaron durante su gestión, pero sus virtudes se sintieron plenamente entre mayo 2003 y fines de 2007.
En el análisis nos centraremos en cuestiones que no son habitualmente tratadas en el debate público, pero que sin embargo tienen impacto en el presente y futuro bienestar de los millennials argentinos.
Los llamados superávits gemelos no fueron consecuencias de una decisión de política económica basados en la prudencia fiscal y monetaria. El superávit comercial fue transitorio y resultado del superciclo de precios de las commodities, que luego fue disminuyendo hasta transformarse en déficit de cuenta corriente al ritmo de las importaciones crecientes de energía, principalmente de gas y del creciente turismo emisivo como consecuencia de la apreciación cambiaria para ganar elecciones.
El superávit fiscal transitorio de los primeros años fue resultado del ahorro del pago de intereses de la deuda publica como consecuencia del default y del ocultamiento contable de los holdouts en las cuentas públicas.
Un hecho no siempre debidamente destacado, es que el canje de la deuda pública de 2005, no regularizó la deuda pública con el conjunto de los argentinos. Por el contrario, el gobierno de aquel entonces prohibió que los ahorros obligatorios acumulados por generaciones y administrados por las AFJP que se encontraban invertidos en bonos públicos defaulteados fueran canjeados por nuevos bonos en dólares, sino por bonos CER indexados a la inflación minorista con vencimiento en 2047.
Con esto se dio continuidad al uso político del ahorro obligatorio de los argentinos para su jubilación, proveniente de los aportes personales y contribuciones patronales que se generan en la nómina salarial, que hoy se encuentran prácticamente están licuados en su totalidad.
La intervención del Indec, permitió (reconocido públicamente por el gobierno de aquel entonces) defaultear selectivamente la renta de los bonos CER, al manipular el índice de inflación. Pero hacia el momento de estatización de las AFJP, los inversores argentinos ya habían vendido estos bonos.
Los ahorros obligatorios para jubilación administrados por las AFJP y luego por el FGS estatal eran casi sus únicos tenedores al momento de su default selectivo por una magnitud equivalente a cuatro veces las reservas netas del Banco Central hacia fines del año pasado. Un default que además aun no ha sido reconocido por el Estado argentino.
Por otra parte, la concentración absoluta del poder presidencial se manifestó en el desarme y compartimentación del Ministerio de Economía que sufrió una rotación de ocho ministros, así como la verificación de facto de la dependencia del Banco Central del Poder Ejecutivo, no solo por el uso de las reservas para fines distintos a preservar el valor de la moneda sino porque también su dirección fue cambiada en cinco ocasiones.
Mientras tanto América Latina, con excepción de Venezuela, afirmaba la estabilidad macroeconómica ya que la mayoría de los países de la región durante el auge de las commodities vigente durantes las presidencias de los Kirchner hasta 2012, acumularon reservas externas en sus Bancos Centrales autónomos del poder político permitiendo afrontar hoy el efecto económico del Covid sin consecuencias inflacionarias. La prudencia fiscal y monetaria durante la época de auge, paga durante la época de vacas flacas.
Las consecuencias económicas negativas de estas medidas tomadas durante la presidencia de Néstor Kirchner aún persisten en el presente.
En efecto, durante el mejor momento de la gestión de Mauricio Macri, el riesgo país argentino aun duplicaba el de nuestros países vecinos.
Durante la renegociación reciente de la deuda pública externa, el presente gobierno ofreció emitir bonos cupón PBI como "sweetener" (endulzante) para que los acreedores entraran al canje, sin embargo, fue rechazado como resultado de la desconfianza que la experiencia de manipular el PBI provocó sobre los warrants -cupones atados al PBI emitidos en el canje de 2005- conflicto aún no resuelto. Posteriormente, el gobierno acercó la idea de emitir bonos atados al valor de las exportaciones, pero también fue rechazado. Esto produjo un alargamiento en los tiempos de la negociación para luego terminar tardíamente en un acuerdo casi similar al propuesto originalmente por los acreedores.
Parafraseando a
i:
"tenemos más exceso de pasado que visión de futuro"
pero como consecuencia de repetir la historia sin aprenderla, no respetar la separación de poderes para que las promesas y compromisos sean creíbles permitiendo incentivar el empleo, el ahorro y la inversión y se incorpore el bienestar de los
centennials
y
millennials
a las decisiones de políticas públicas.
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