Sólo habrá un despegue selectivo de la actividad
La actividad económica continúa replicando un camino sinuoso y heterogéneo. Tras un semestre de estancamiento y un enero con datos positivos, seguido de un febrero débil, la promesa del crecimiento económico sostenido sigue pidiendo paciencia. Frente a este panorama, los sectores ganadores y perdedores se tornan difusos. En la industria automotriz, mientras la producción de utilitarios creció un 18,6% interanual (i.a.) en el primer trimestre, la de automóviles se contrajo un 27,7%. En tanto, al mismo tiempo que las ventas de maquinaria agrícola se expandieron (+78% i.a. en enero-marzo), la actividad metalúrgica continuó en baja (5% i.a. en el bimestre). Dinámicas similares se replican en la construcción. La obra pública continúa mostrando dinamismo y el consumo de asfalto más que se duplicó en relación a un año atrás. En la otra vereda, la construcción privada muestra un comportamiento más precautorio y, en conjunto, la construcción se mantiene débil (-2,9% i.a. en enero-febrero).
Así, los sectores que apuntalarían el crecimiento resultan el agro (con sus industrias conexas) y la obra pública, aunque sus ramificaciones no logran alcanzar toda la estructura productiva y, por el momento, parecen garantizar la estabilización, pero no el repunte sostenido tan esperado. La clave para ello será el comportamiento del consumo y los indicadores líderes se encuentran aletargados, con una caída del 3,7% de las ventas minoristas en el primer trimestre, según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, y sostienen el signo negativo.
Ello no es casual ya que, exceptuando los ingresos de la seguridad social, tanto las remuneraciones del sector público como del sector privado continuaron corriendo por debajo de la inflación en el primer cuarto del año. El foco está puesto en la trayectoria de las paritarias y la recuperación del poder adquisitivo, con una masa salarial que crecería entre 3 y 4 puntos a partir de abril. La trayectoria de la inflación y el rol central de los salarios en la tensión entre precios y crecimiento definirán la forma y la velocidad de la recuperación.
En definitiva, los primeros datos del año advierten un despegue con números mixtos y profundas diferencias entre sectores. Así, a la pregunta de si 2017 podrá convertirse en un buen año, la respuesta parece ser “depende”. Aquellos vinculados al agro, a la obra pública y al sector financiero comienzan a sentir el calor del repunte. Los relacionados con el consumo masivo, como el calzado, el textil o más asociados a la metalurgia, probablemente encuentren mayores desafíos. La dinámica sectorial continuará siendo selectiva.
Las autoras son economistas jefe de Fundación Capital
Belén Rubio y Irina Moroni
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