Arrogancia de un gobierno que se cree moralmente superior
Resulta indignante que la portavoz presidencial se refiera tan despectiva como ofensivamente a las víctimas del Covid en la Argentina
Los lamentables dichos de la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, en el sentido de que la colocación de piedras en la Plaza de Mayo en recuerdo de los muertos por Covid fue llevada adelante por “la derecha”, forman parte del indefendible anecdotario de bravatas de un gobierno que se cree moralmente superior. Y lo cree al punto de atreverse a ideologizar incluso el dolor de decenas de miles de personas que han perdido a sus seres queridos, dividiéndolas entre “ellos” y “nosotros”, confirmando –una vez más– que, contrariamente a lo que el oficialismo pregona desde atriles oficiales, lejos está de encarnar el respeto por los derechos humanos en la Argentina.
Si ya es sumamente grave que una dirigente con semejante responsabilidad en la comunicación de los actos de gobierno se refiera tan despectivamente al luctuoso saldo de más de 130.000 muertos por la pandemia en el país, como si nada tuviera que ver la actual gestión, resulta por demás temerario que lo haya expresado ante una funcionaria extranjera a la que llevaba de recorrida por la Casa de Gobierno.
No debe haber nada más doloroso para quien ha perdido un ser querido que funcionarios de gobierno manipulen la tragedia para hacer política partidaria
“Esta es la famosa fuente, donde metían las patas [en referencia al 17 de octubre de 1945, Día de la Lealtad para la tradición peronista] y ahí lo que tenemos ahora son las piedras que la derecha puso recordando a sus muertos del Covid”, le relataba Cerruti a la ministra de Igualdad de España, Irene Montero, desde los históricos balcones de la Casa Rosada, señalando hacia la Plaza de Mayo. También acompañaba a la visitante su par local, Ayelén Mezzina, para quien está visto que la diversidad es solo un concepto para completar el nombre del Ministerio de Mujeres y Géneros que encabeza.
El video subido a Instagram en la cuenta de Cerruti fue luego borrado, muy probablemente cuando le hicieron notar el enorme agravio que había infligido con sus dichos. Lejos de tomar nota del daño provocado y de pedir las debidas disculpas, la funcionaria justificó su eliminación en que recibió “mensajes violentos de la derecha y de los libertarios”. Cerruti pretende así erigirse en víctima: echar al otro la culpa para desviar la atención y esquivar responsabilidades.
Las piedras con los nombres de las personas fallecidas que hoy permanecen en ese improvisado memorial a cielo abierto son producto del segundo intento de los deudos. La primera Marcha de las Piedras, realizada a mediados de 2021, concluyó abruptamente cuando el Gobierno las levantó de la plaza para depositarlas en el interior de la Casa Rosada con el pretexto de resguardarlas. Tras una polémica de proporciones por lo que, lisa y llanamente, significó una profanación a la memoria, se realizó una segunda marcha y las piedras volvieron a colocarse en homenaje a quienes fallecieron en soledad, en momentos en que nuestras autoridades prohibían despedir a los muertos, mientras en la residencia de Olivos se permitían ingresos de esteticistas y adiestradores de perros, y se realizaban fiestas, además de priorizarse la vacunación de encumbrados funcionarios públicos con las escasas dosis que ingresaban en el país, por las mismas trabas ideológicas de las que hoy hace dudosa gala la vocera presidencial. Si tuviera al menos un mínimo de dignidad, Cerruti debería haber presentado la renuncia.
Ideologizar la muerte es dar por demostrado que, en la Argentina de hoy, los derechos humanos no son iguales para todos
Apenas un mes después de la recolocación de las piedras, durante la movilización por el 17 de octubre, el lugar fue nuevamente vandalizado, muchas fueron secuestradas y se destruyeron fotos que las acompañaban. El gobierno porteño decidió entonces proteger la zona. En el video borrado, Cerruti le dice con sorna a la funcionaria española que ahora hay vallas para que [los peronistas] no vuelvan a meter las patas. Otra burda tergiversación de los hechos, a merced de la militancia ciega y sorda.
Acciones como estas desmienten las supuestas intenciones del oficialismo de arribar a los tan necesarios acuerdos entre la dirigencia política. Una vez más, algunos funcionarios ponen crudamente de manifiesto la enorme distancia que existe entre lo que verdaderamente se piensa y lo que se arenga desde la tribuna. Burlarse de la pérdida de vidas es cruzar un límite extremadamente doloroso. Otro tan infructuoso como vergonzoso intento del Gobierno de despegarse de su irresponsable desempeño durante la pandemia.