Menos ruido, más respeto
3 minutos de lectura'

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires prohibió el uso de artículos de pirotecnia con efecto audible en todo el territorio porteño. Asimismo, le recomendó a la Agencia de Protección Ambiental (APRA) que adecue la normativa vigente en consecuencia.
La resolución de APRA declara a CABA como “zona calma libre de pirotecnia”. Esto incluye la prohibición de “uso de artículos y artificios de pirotecnia y de estruendo en todo evento o espectáculo organizado por el Sector Público de CABA”. La excepción la constituyen los elementos que sirven para emitir señales de auxilio, utilizados por fuerzas de seguridad y defensa civil, y aquellos justificados por razones de seguridad.
La prohibición se suma a varias ordenanzas vigentes en otras localidades como Chivilcoy, donde se regula, pero no prohíbe, la utilización de pirotecnia. En el interior, este tema también preocupa. En las últimas horas, asistimos, por ejemplo, a una marcha en demanda del cumplimiento de la ordenanza que prohíbe el uso de pirotecnia sonora en Comodoro Rivadavia, luego de que la Navidad transcurriera con incendios y graves consecuencias para personas y animales.
Más de una vez hemos advertido sobre los nefastos efectos que petardos, bombas de estruendo, morteros y demás artificios pirotécnicos tienen sobre personas con trastornos del espectro autista, adultos mayores, niños y animales. A esto se suma que son con demasiada frecuencia causantes de incendios y de innumerables accidentes y daños por quemaduras y estruendos.
La pirotecnia de efecto exclusivamente lumínico, aun cuando pueda conducir a accidentes, permite evitar los tremendos efectos de las detonaciones. Los comercios que incumplan la norma y vendan elementos prohibidos enfrentarán multas y clausuras de hasta 60 días.
Lamentablemente, durante la noche de Navidad hubo múltiples denuncias por uso de artefactos de estruendo en distintos barrios. Al menos 24 personas resultaron heridas durante los festejos en el ámbito porteño.
La prohibición debería incluir la fabricación, comercialización, posesión, utilización, manipulación, depósito, circulación y transporte de elementos de pirotecnia con efecto audible o sonoro. Urge terminar con el primer eslabón de la cadena por lo que cabe preguntarse qué sentido tiene seguir autorizando la fabricación de estos productos. La falta de inspecciones y controles, sumado a que no hay penalidades que resulten desalentadoras del uso, solo aseguran que el problema no se terminará de resolver. Nunca falta tampoco algún desubicado que se queja argumentando que “son solo dos veces en el año”.
También en este terreno salta a la vista que la falta de respeto de los vecinos a las más mínimas normas de convivencia comunitaria están en la génesis del problema. La pirotecnia cero es una responsabilidad de todos. Sin empatía ni responsabilidad, controles y multas, la cuestión no se resolverá.







